La salud del papa, hospitalizado desde el viernes, no es "motivo de alarma"
El papa Francisco, "debilitado" por su "sobrecargada agenda", permanece hospitalizado desde el viernes por una bronquitis pero "no hay motivo de alarma" sobre su salud, declaró este lunes a AFP una fuente de su entorno.
El pontífice argentino, de 88 años, "durmió bien, pasó una noche tranquila. Esta mañana desayunó y se dedicó, como siempre, a leer algunos diarios", indicó por su parte el director de la oficina de prensa del Vaticano, Matteo Bruni.
"El tratamiento continúa", agregó, precisando que por la tarde se publicará un boletín médico. La Santa Sede no comunicó por ahora cuándo se prevé que el papa abandone el hospital Gemelli de Roma.
Antes de su hospitalización el viernes, Francisco, que en su juventud fue sometido a una ablación parcial de un pulmón, se había mostrado débil, con el rostro hinchado y sin aliento, y tuvo que delegar en varias ocasiones la lectura de sus discursos en sus asistentes.
"Las dos últimas semanas, la agenda estaba sobrecargada, estaba debilitado", confirmó a AFP una fuente del entorno del jesuita, que sin embargo aseguró que "no hay motivo de alarma".
El domingo, el papa siguió la misa por televisión, sin poder pronunciar su tradicional oración del Ángelus desde el balcón de la plaza San Pedro de Roma. El Vaticano comunicó por la tarde que su estado clínico era "estable".
Según medios de comunicación italianos, Francisco ha mantenido desde su habitación de hospital sus llamadas telefónicas diarias a la parroquia de Gaza.
La hospitalización del pontífice, la cuarta en menos de cuatro años, relanzó las dudas sobre su frágil salud, especialmente dado que el 2025 es un año jubilar para la Iglesia católica, lo que implica una larga lista de eventos, muchos de ellos presididos por el papa.
A mediados de enero, Jorge Bergoglio apareció con el brazo en un cabestrillo tras una caída en su residencia. En diciembre, apareció con un gran hematoma en la barbilla después de haberse golpeado contra su mesilla de noche.
A pesar de sus problemas de salud, entre ellos de cadera y dolores en la rodilla que le obligan a ir en silla de ruedas, el papa ha mantenido su cargada agenda y declaró que no tenía intención de bajar el ritmo.
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