Donald Trump conoce tan bien como cualquier otro neoyorquino los atascos endémicos que sufre su ciudad. En especial, en lugares como las manzanas alrededor de su residencia en la Torre Trump, sobre la Quinta Avenida de Manhattan. Pero le importa mucho más el impacto político del pionero peaje urbano 'anti atascos' que empezó a operar en la Gran Manzana a comienzos de este año y que ataca el bolsillo de muchos de sus votantes. La Administración Trump decidió este miércoles tumbar el peaje urbano , un programa que buscaba reducir el tráfico y la contaminación en Manhattan y, sobre todo, recaudar fondos para mejorar el deficiente y deficitario sistema de transporte público de la mayor ciudad de EE.UU. El presidente de EE.UU. lo celebró en un mensaje en su red social: «El peaje 'anti atascos' ha muerto. Manhattan y toda Nueva York se han salvado», escribió Trump antes de cerrar el mensaje con una exclamación en mayúsculas: «¡Larga vida al rey!» , proclamó el presidente sobre sí mismo, en medio de acusaciones por parte de los demócratas de que Trump busca abusar de los poderes ejecutivos de la presidencia. «Aquel que salva al país no viola ninguna ley», escribió Trump hace unos días, tomando prestada una declaración atribuida a Napoleón. El secretario de Transportes de Trump, Sean Duffy, envió una carta a la gobernadora de Nueva York, Kathy Hochul, en la que le anunció que se retiraría la aprobación federal para el proyecto. Cumpliría así una promesa de campaña de Trump a los neoyorquinos. «El plan de peaje 'anti atascos' del estado de Nueva York es una bofetada en la cara de estadounidenses de la clase trabajadora y de pequeños empresarios », defendió Duffy en su carta. «Todo estadounidense debería poder acceder a la ciudad de Nueva York con independencia de sus posibilidades económicas. No debería quedar reservado para una élite de pocos». El peaje empezó a funcionar el pasado 5 de enero y afecta a la parte de Manhattan que está al sur de la calle 60, lo que incluye muchas de las zonas más visitadas por turistas y locales: la zona de oficinas de Midtown, algunos de sus grandes museos (como el MoMA), Times Square, los bares y restaurantes del Village y sus alrededores o el sector financiero de Wall Street. La mayoría de los conductores tenían que pagar un peaje de 9 dólares para circular por la zona afectada. El principal objetivo era contribuir al plan de refinanciar la Agencia Metropolitana de Transportes (MTA, en sus siglas en inglés) con 15.000 millones de dólares para mejorar, entre otras cosas, el vetusto sistema de metro , la espina dorsal de la ciudad. Los datos preliminares muestran que el tráfico se ha reducido un 9% desde el comienzo del peaje. El peaje ha sufrido varios bandazos. Es un proyecto polémico, que ha estado en estudio durante años, defendido por expertos en transporte y medioambientalistas, y abrazado por la mayoría de la clase política de la ciudad de Nueva York, dominada por los demócratas. Pero buena parte de los que tienen que rascarse el bolsillo para entrar en Manhattan son de zonas de mucho mayor calado republicano, como el sur de Brooklyn, Staten Island y los suburbios de Long Island. Las críticas demócratas venían sobre todo del otro lado del río Hudson, desde New Jersey, que acoge a varias de las 'ciudades dormitorio' que alimentan la actividad económica de Nueva York. Su gobernador, el demócrata Phil Murphy, interpuso una demanda para paralizar el proyecto, que no fue respaldada en tribunales. « El actual programa de peaje 'anti atascos' es un desastre para la gente de clase trabajadora y de clase media de New Jersey que necesitan o quieren visitar el sur de Manhattan y ahora tienen que pagar una tasa alta además de las que ya tienen que soportar para usar el túnel o el puente», protestó. La MTA respondió de forma inmediata con una demanda en los tribunales federales para tratar de parar las intenciones de Trump. Si la cancelación ocurre, la MTA tendrá que ver cómo se las ingenia para compensar los fondos con los que contaba para renovar el transporte público.