Corea, Vietnam, Panamá, Irak, Afganistán, Ucrania... Taiwán
Es atrevido y presuntuoso extraer grandes conclusiones de ejemplos elegidos. Ustedes me disculparán porque es lo que pretendo hacer con la lista de países que titulan este artículo. La realidad es que, excluyendo Panamá en 1989, Estados Unidos no ha ganado con claridad ninguna guerra desde 1945. Además, y aquí está la presunción, su capacidad de aguante ha ido disminuyendo.
Su exigente sistema electoral, con elecciones nacionales cada dos años, no ayuda. Desde siempre las guerras coloniales son pronto impopulares en las metrópolis. En una democracia avanzada, con libertad de expresión y avanzadas redes tecnológicas, los plazos se acortan. TikTok no cuenta ni en Rusia, ni en Irán ni en la propia China. Y aunque es cierto que todos los gobiernos desinforman en las guerras, no le es tan fácil al gobierno democrático norteamericano, en una sociedad de libre opinión pública.
Más de uno, más de dos y más de tres aliados norteamericanos han visto a lo largo de los años los helicópteros abandonar su país desde Saigón a Kabul. ¿Ahora será Kyiv? La nueva Administración Trump ha dicho que es lo más realista que puede hacerse, con excepción de quedarse las tierras raras. La gran diferencia es que sus aliados no son vietnamitas, iraquíes o afganos, sino europeos, a los que se les dice que el problema es ahora vuestro, nuestra atención está en Asia. Reconozco que el argumento suena racista, pero ha funcionado desde la Segunda Guerra Mundial, bajo el concepto geopolítico de Occidente.
¿Es eso posible? ¿Es eso acertado? Lo primero desde luego, pero lo segundo no está claro. Muchas opiniones creen que la decisión rusa de invadir militarmente en 2022 se tomó ante la caótica retirada de Estados Unidos de Afganistán en el verano de 2021. Es discutible, como todo, pero no descabellado. También es necesario reconocer que Ucrania lleva retrocediendo lentamente en la batalla territorial desde hace muchos meses, no tanto en atacar el interior de Rusia, como los es que las pérdidas humanas y el coste económico de la guerra para Rusia han sido terribles. ¿Qué pensará China ante la victoria militar rusa en su asalto territorial? ¿Y Filipinas, Vietnam, y desde luego Taiwán? Por no hablar de Finlandia, Suecia o los Países Bálticos. Lo que no cabe duda es que Ucrania tiene repercusiones extensas y globales para la confianza en Estados Unidos.
Nada empieza hoy y tampoco se acaba nunca, incluida la presidencia de EE UU o las mayorías en sus Cámaras. Por cierto, en la Cámara de Representantes la más exigua en casi 100 años. El adanismo es error que el tiempo cura pronto. También es cierto que la historia está repleta de cambios de rumbo trascendentales. ¿Estamos ante uno? En la Unión Europea pensamos que es muy posible. Según el vicepresidente Vance es seguro, porque las opiniones públicas europeas han cambiado y sus actuales líderes quieren ignorarlo, lo que no es del todo falso.
Pero lo que no está casi nunca claro es hacia dónde. Muchos cambios históricos empiezan en una dirección y acaban en otra, sino que les pregunten a los rusos con la caída del Zar o a los españoles con la caída de Alfonso XIII. Es imposible, en este caso, que las decisiones se limiten a los países que decidan los norteamericanos. China el primero, la propia Rusia, los países del Golfo, Iberoamericanos y los del Sahel, todos se preguntarán cuánto valen las garantías norteamericanas, o si tienen activos lo suficiente atractivos para garantizarles un trato preferencial. Si las reglas del
juego son la rentabilidad inmediata, antes o después, todos se adaptarán. Ya Canadá, México y Panamá saben de lo dicho hasta ahora nada es la nueva norma.
No es descabellado plantearse que otros trataran de ocupar el lugar del líder. Desde luego no es fácil, sin tener la moneda reserva, los mercados financieros más grandes y profundos, el liderazgo tecnológico y militar. Pero China con la mayor potencia exportadora del mundo y un mercado doméstico de consumo sin desarrollar no es cualquier cosa. Rusia no es una potencia económica, pero ha sido capaz de sortear las sanciones, manteniendo sus niveles de venta de gas, probablemente con menos rentabilidad. Además, el nuevo presidente norteamericano la distingue como único interlocutor sobre Ucrania y la invita a formar parte del G-7, pese a que es decididamente el mayor aliado de China, en todos los ámbitos. ¿Es un Putin victorioso lo que busca el presidente norteamericano?
Esto puede ser un grave error estratégico norteamericano, similar al cometido con Corea del Norte en 2017, o el haber impedido las conversaciones de paz entre Rusia y Ucrania, en Turquía en marzo de 2022.
La desaparición del concepto Occidente sería desde luego un hecho trascendental. Eso no afectará a la excepcionalidad de las bolsas norteamericanas o al dinamismo de sus empresas, pero nadie sabe de qué dependen los equilibrios políticos hasta que se rompen.
No parece excesivo pensar que la UE se enfrenta a una soledad geoestratégica, con una cierta sensación de vacío. Como todos sabemos los vacíos acaban por llenarse. ¿Le preguntaremos antes de tomar decisiones sobre el futuro los europeos a Vance? A lo mejor no. Para los amantes de Graham Green es el momento de releer «El americano impasible». Nada nuevo bajo el sol. Solo que la acción pasa de Saigón en 1952 a Kyiv 2025. El presidente de Finlandia, Alexander Stubb, se preguntaba estos días si estamos en Yalta 1945 o Helsinki 1975. Buena pregunta.
Rodrigo Rato fue vicepresidente del Gobierno y director gerente del FMI