Palacio Arriluce: arte y diseño en equilibrio con la naturaleza de la costa de Getxo

La naturaleza, la vida y el tiempo, una vez más, nos regalan el lugar y el momento perfectos. Entre un frondoso paisaje y un clima habitualmente lluvioso, se encuentra un refugio donde apreciar los detalles es un placer. Enclavado en el exclusivo barrio de Neguri, en Getxo (Bizkaia), el Palacio Arriluce Hotel es mucho más que un hotel de lujo: es una ventana al encanto de Bilbao, una fusión de historia, sostenibilidad y conciencia medioambiental.

El hotel, un majestuoso edificio neogótico con tintes medievalistas construido en 1912, ha sido testigo del esplendor de la región. Su reforma ha sido clave en su evolución, priorizando en todo momento el respeto por su identidad. En el exterior, la intervención ha sido mínima, enfocándose en resaltar elementos históricos como su mobiliario original y sus pinturas familiares.Las habitaciones y suites están impregnadas de un cromatismo que refleja la herencia vasca, con tonalidades de azul Bilbao, verde sinople y rojo gules. Además, el arte ocupa un papel central, con obras de artistas como Sonia Delaunay y Frantisek Kupka, así como piezas inspiradas en el palacio, como «Arriluce Abraza» de Diego Canogar.

Gastronomía con raíces

Además de reducir su huella en la infraestructura, el hotel tiene como prioridad el apoyo a los negocios locales y su compromiso con la sostenibilidad, reflejado en su propuesta gastronómica. Bajo la dirección del chef Beñat Ormaetxea, la cocina de Palacio Arriluce apuesta por productos de kilómetro 0 y materias primas de calidad. Delaunay, el restaurante principal, reinterpreta la gastronomía vasca con un enfoque innovador, mientras que el Bar Inglés ofrece una experiencia más desenfadada con una cuidada carta de bebidas y cócteles de autor.

Con motivo de su primer aniversario, Palacio Arriluce celebra la sostenibilidad a través de la gastronomía con un menú degustación de diez pasos diseñado por Beñat Ormaetxea.

Entre los entrantes destacan el foie micuit con crujiente de almendra, el salmón marinado en casa con ajoblanco de coco y el gambero rosso con aire de sus corales y jugo de manitas ibéricas, un ejemplo de equilibrio entre sofisticación y respeto por la materia prima. A través de este menú, Palacio Arriluce busca demostrarle a sus visitantes que la cocina responsable, se siente en el alma y, que además, sabe a excelencia.

Otra parte fundamental de su labor en la promoción de la economía local son las experiencias que permiten descubrir, desde Arriluce, la riqueza natural del País Vasco. Entre sus propuestas destacan los paseos en velero por la ría de Nervión y las visitas a lugares emblemáticos como el Puente Colgante o el Guggenheim. Para el hotel, es esencial que el visitante conozca a fondo el lugar que lo acoge, porque así valora más lo que tiene en su mesa.

Experiencias que conectan

Si el clima no permite hacer una excursión fuera, dentro del castillo, su experiencia más singular es una visita a su bodega submarina Crusoe Treasure, donde los huéspedes pueden degustar vinos envejecidos bajo el mar Cantábrico en un arrecife artificial, una iniciativa que aúna innovación, respeto por el medio ambiente y un nuevo concepto de enología. Asimismo, el hotel recupera el legado del antiguo balneario de Neguri a través de su exclusiva zona de spa y wellness completamente equipado.

Palacio Arriluce está diseñado para hacer que el clima agridulce del norte sea un motivo de calma, desde sus ventanales gigantes y sus exteriores infinitos, estaremos deseando ver la lluvia caer, pues no hay nada mejor que disfrutar del petricor en un entorno de único y en buena compañía.