De qué nos vamos a extrañar. Cada vez que uno escucha hablar a una serie de políticos, a muchos, percibe en la violencia verbal o incluso gestual una dosis de agresividad que deja algún poso en el que recibe el mensaje. Y ocurre que a una parte de los sujetos receptores acumulan esa furia en la batería que lleva en su cerebro. Hablo de la violencia verbal de políticos, sindicalistas, tertulianos, presentadores, actores y actrices que reciben Goyas y otros géneros o subgéneros. La violencia prende una llama. Lo difícil después es apagarla. Día sí, día también nos encontramos con agresiones en los centros sanitarios. Eso no ocurría en otros tiempos. Hay médicos y enfermeras que van a trabajar con...
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