Gonzalo Benavente: “50 personas han sido asesinadas por el Estado y la señora que ocupa la presidencia sigue ahí”
Gonzalo Benavente es el director de uno de los documentales peruanos más celebrados de los últimos años: La revolución y la tierra (2019). Cerca de 90 mil personas lo vieron en los cines, lo cual no es un dato menor siendo el documental un género impopular si lo comparamos con otras ofertas cinematográficas. El mérito se refuerza cuando el tema del documental no es otro que la prehistoria y las secuelas de lo que fue la reforma agraria impulsada por el gobierno militar de Juan Velasco Alvarado en 1969. Gonzalo Benavente publicará este año su primera novela, además, junto a su equipo de trabajo dirige el podcast El estallido invisible, cuyos episodios conforman una historia literaria de la política peruana desde el 2016 a la actualidad. Por cierto, los episodios 6 y 7 abordan las matanzas de peruanos en el sur durante las protestas del 2022/2023. Si esto no es suficiente, Gonzalo Benavente estrenará en el 2026 su nuevo proyecto documental: El arte de la guerra, sobre los jóvenes y artistas peruanos de los 80 y 90. Si hay un creador peruano que tiene mucho que decir, ese es Gonzalo Benavente y La República conversa con él.
-¿De qué va tu primera novela?
-Escribí una obra de teatro hace algunos años, se llamaba Ítaca. Es una especie de versión libre de la Odisea en el contexto del conflicto armado interno y en clave de ciencia ficción. Ganó el gran premio del jurado de Sala de parto, que es esta área de La Plaza donde se estimula la dramaturgia peruana. La íbamos a montar en La Plaza, pero el primer día de la cuarentena por la pandemia, justo era el casting que habíamos armado. Al final, digamos, se suspendió, ya no se pudo hacer, y bueno, ha quedado un poco ahí. Pero durante la pandemia convertí esta obra de teatro en una novela. La novela postuló el año pasado a los fondos del Ministerio de Cultura y ganamos el fondo para poder hacer la impresión. Va a ser una novela con la que vamos a abrir con Grecia Barbieri, mi socia y mi compañera, un pequeño sello editorial de pequeñas historias.
-Siempre has sido lector, ¿no?
Sí, soy lector. Desde que era niño, mi mamá me regalaba libros. Los libros que ves acá, son de mi biblioteca personal y de la biblioteca personal de Grecia. Ambas bibliotecas se fusionaron y creo que ese ese el compromiso mayor, cuando mezclas tus libros con los de otra persona. Siempre he sido un lector, es algo que me ha definido. Además, durante cuatro años hice con Grecia un programa que se llamó Historias de papel, con Jimena Lindo como protagonista. Hicimos cerca de 50 adaptaciones de libros.
-Te preguntaba por la lectura porque La revolución y la tierra tiene un respiro literario.
-Investigamos muchísimo, lo cual nos hizo recurrir a mucha literatura peruana, pero no solo de la época de la reforma agraria, sino de toda nuestra historia. Y en ciertos casos, algunos de los insumos más importantes para entender las vidas de las personas que participaron de estas luchas por la ciudadanía, venían de ahí. Quizá no de testimonios biográficos, sino de historias que desde la ficción podían aproximarse a experiencias de vida. En la construcción del guion original, había una exploración de la historia a partir de la producción cultural en general, no solo desde el cine, que es la ruta que finalmente tomamos.
-¿No te mareó el éxito de La revolución y la tierra?
-Mucha gente ha visto La revolución y la tierra y no sabe quién es el director. Me siento bien en el anonimato. Lo que significó La revolución y la tierra fue un voto de confianza para nosotros mismos. Hacer un documental sobre la reforma agraria sonaba aburrido.
-Es un documental entretenido. Narrativamente fluye.
-Yo creo que la gente sí quiere ver cine peruano, solo que no hay espacio en los cines. Espero que la experiencia que se tuvo con La revolución y la tierra sirva para que otras películas peruanas tengan el beneficio de la duda.
-Además, la temática del documental sigue vigente.
-Sigue vigente en la medida de que es un problema central del Perú y que no se resuelve y no se va a resolver pronto. Después de mucho tiempo, nos dimos cuenta de que La revolución y la tierra no es realmente una película sobre la reforma agraria. Velasco aparece recién en el minuto 40. Es más bien una película sobre las luchas por la ciudadanía. En ese sentido, atraviesa la historia del Perú y no está resuelta. El final de la película es abierto. Además, la película se ha cruzado un poco con la historia política del país, como la elección de Pedro Castillo, un campesino que por primera vez ocupó la presidencia. Para mucha gente, Castillo no estuvo a la altura de las expectativas, sin embargo, su presencia generó nuevos hitos dentro de una narrativa que todavía está en construcción. Si vemos que 50 personas han sido asesinadas hace muy poco tiempo por el Estado y que la señora que ocupa la presidencia sigue ahí, es que no vemos a todo el mundo, ni a los asesinados, ni a los heridos, como personas igual que a nosotros. Los asesinados del estallido son invisibles porque nadie los quiere ver, porque pertenecen a un mundo que no está siendo visibilizado. El ministro de Educación llamó ratas a los muertos de las protestas en el día de los derechos humanos. Este gobierno se caracteriza por la deshumanización del otro.
-En el gobierno de Dina Boluarte estamos viendo una censura, evidente, a las artes y la cultura.
-Lo que estamos viendo es parte de lo que está sucediendo a nivel mundial. Este silenciamiento que se está haciendo a las artes, al cine, a la literatura, también a los premios nacionales, tiene el fin de acallar ciertas voces y no visibilizar ciertas historias. Sin la cultura, las artes, dejamos de ser personas y pasamos a ser números dentro de un sistema económico en el que pocos tienen visibilidad y todos los demás, la gran mayoría, somos como esta mancha amorfa en la que no hay una individualidad y no puedes reconocer a alguien que es igual a ti. Lo vemos con Elon Musk, cerrando departamentos que ayudan a niños en África. Nadie sabe quiénes son los niños de África, pero todo el mundo sabe quién es el hombre más millonario del mundo. La literatura, el cine y el arte en general, son para poder hacer que estas historias que a veces están muy concentradas en la familia, en lo íntimo, trasciendan ojalá a una experiencia universal y en esa medida reconocer en el otro una humanidad que de lo contrario no tendría.
-En La República hemos expuesto todos los actos de censura a la cultura realizados por el gobierno de Boluarte. ¿Quiénes son los más afectados?
-Los más afectados van a ser los más jóvenes, los que recién empiezan o la gente de regiones que no son Lima, en donde el movimiento alrededor del arte y de poder mostrar tu arte es más limitado. Esto es sistemático desde el Ejecutivo y desde el Congreso con esta ley de cine que volvió a comisión y puede aparecer nuevamente. Como te dije, esto es mundial. Veamos los movimientos totalitarios. Es la historia que se repite con estos fascismos que regresan justamente cuando no somos tan conscientes de las consecuencias, como el calentamiento global. Todos los candados que había para que la democracia funcionara más o menos a lo largo del siglo XX están cayendo y dentro de esos candados para preservar la democracia está apoyar al arte también. Es la única manera de que estos números del sistema económico dejen de ser números y sean personas.
-Atacan a la cultura porque es un estorbo.
-Se silencia a las manifestaciones culturales para no conectar con ellas y no entenderlas. Así es más fácil, por ejemplo, depredar bosques amazónicos.
-¿De qué va el documental El arte de la guerra?
-Va del conflicto armado interno a partir de la producción artística de los 80 y 90, de la generación de artistas de esos años.
-¿Este proyecto tiene algo de Roberto Bolaño? ¿Está La Marcha de los Cuatro Suyos?
-Los detectives salvajes es de gran influencia. Esta la idea de una generación, de una polifonía de voces. En el 2000, estaba en mi primer año de universidad y fui a todas las marchas de la época. La Marcha de los Cuatro Suyos es parte del Arte de la guerra. Fue un momento en que muchos artistas se unieron para combatir a la dictadura.