El delito es político

El orden de una sociedad depende de los castigos. Alex y el Tratamiento Ludovico que recibe por parte del gobierno, lo dejan muy claro.

Como protagonista de “La Naranja Mecánica” (“A Clockwork Orange”), este joven delincuente lidera una pandilla, con la que comete actos de violencia extrema hasta que es arrestado y condenado. Tal y como debería suceder en la realidad.

En prisión, Alex se somete al Tratamiento Ludovico, un experimento gubernamental – y, por lo tanto, definido por un grupo de poder – el cual consiste en un lavado de cerebro, en el que es obligado a ver imágenes de violencia mientras se le administra un fármaco que le provoca una sensación extrema de nausea y angustia. Como resultado, el recluso desarrolla un reflejo que lo incapacita de cometer cualquier agresión en el futuro, ya que inmediatamente sufre una reacción física insoportable.

A pesar de que el Tratamiento que se le aplica a Alex es un ensayo de un gobierno ficticio y completamente hipotético, el autor de esta novela, Anthony Burgess, expone cómo se utiliza el castigo como herramienta para reformar a los criminales y mantener el orden. En la práctica, el castigo es regido por el derecho y, si una conducta afecta a la sociedad, debe convertirse en delito.

En México hay diferentes tipos de delitos, dependiendo de sus repercusiones y las ramas del derecho que los regula. El derecho penal sanciona las faltas más graves para la sociedad: son aquellas infracciones que afectan al orden público y representan ofensas contra el Estado.

Entre los penales nos encontramos con el homicidio, robo, fraude, entre otros. También existen infracciones en otras áreas del derecho, como el familiar, civil, mercantil, administrativo, fiscal, laboral y más.

En México, para que algo se considere un delito y tenga una sanción en la ley, debe estar descrito en el Código Penal. A esto se le llama tipificación y básicamente significa que la ley explica qué acción u omisión es ilegal y qué castigo le corresponde. Los asaltos y robos que Alex y su pandilla cometían estarían clasificados en dicho Código.

Sin embargo, para que una conducta sea tipificada, es necesario que pase por negociaciones políticas y cabildeo en el Congreso. Para que una conducta sea castigada por la ley, no basta con que haya una necesidad social o jurídica, sino que se requiere una estrategia política que logre convencer a los legisladores y superar las resistencias de distintos grupos de poder. En la historia de Burgess, habría sido precisamente un grupo de poder el que tomó la decisión de implementar el Tratamiento Ludovico, imponiendo su visión sobre el control y la reeducación de los individuos.

Para que un delito se incluya en la legislación, es necesario presentar una iniciativa ante el Congreso y lograr que la mayoría de los legisladores la aprueben. Este proceso necesita de votos y que los legisladores estén dispuestos a apoyar propuestas que provengan de partidos contrarios, incluso si están de acuerdo con el fondo de la iniciativa. Además, los intereses externos, como los de empresas, grupos religiosos o sectores del gobierno, pueden ejercer presión para frenar o modificar las propuestas antes de que lleguen a ser ley.

Todo esto muestra que la tipificación es también una cuestión profundamente política. En ese sentido, si un grupo social busca que un acto sea reconocido como delito en el Código Penal, no basta con señalar la necesidad de sancionarla: es fundamental generar apoyo colectivo, visibilizar la demanda en medios y, sobre todo, contar con una persona legisladora que no solo impulse la iniciativa, sino que tenga la capacidad de negociar y convencer a sus pares para lograr su aprobación.

En la ficción de “La Naranja Mecánica”, el gobierno reconoce su error y deshace el castigo. En la realidad, muchos cambios suceden gracias a ciudadanos organizados y la presión social que estos ejercen.