Así funciona el 'hospital' de tortugas de Barcelona que salva vidas
La Fundación para la Conservación y Recuperación de Animales Marinos (CRAM) dispone de un centro de recuperación, un vehículo y un equipo técnico para el rescate y la recuperación de estos ejemplares
España arroja 126 toneladas de plástico al mar cada día, la mayoría objetos de usar y tirar
Pepe es uno de los últimos pacientes que ha ingresado en la Fundación para la Conservación y Recuperación de Animales Marinos (CRAM), ubicada en El Prat de Llobregat (Barcelona). A esta tortuga (Caretta Caretta) se le tuvo que realizar una endoscopia de emergencia, en la que se extrajo un plástico de gran tamaño que podría estar obstruyendo la entrada al estómago. Está débil, pero el animal se recupera poco a poco en la UCI de esta fundación, cuyas instalaciones se han convertido en una especie de hospital para este y otros ejemplares de la costa catalana.
Esa es la labor de esta fundación, que se encarga del rescate y la recuperación de especies marinas amenazadas que llegan a esta zona. En 2024, atendieron a 148 ejemplares de fauna marina en la costa catalana: 87 tortugas marinas, 11 cetáceos, 44 aves marinas y 6 elasmobranquios.
En un mayor porcentaje, auxilian a ejemplares de Caretta caretta. El año pasado hasta 53, siendo la interacción pesquera el principal motivo de ingreso. Un 76% de las tortugas marinas fueron capturadas accidentalmente por un arte pesquero, principalmente el arrastre. De esas, se pudieron recuperar y reintroducir en el mar al 82 %.
Con plásticos ingeridos y otras lesiones
El estado en el que llegan los animales es distinto y por eso están preparados para encarar cualquier situación. La CRAM dispone de un centro de recuperación, un vehículo de rescate y un equipo técnico humano disponible las 24 horas del día, los 365 días del año, que permite mantener un sistema de respuesta inmediata y permanente.
En esa especie de hospital permanece actualmente Primavera, una tortuga marina juvenil de 5,90 kilos de peso que ingresó en estado crítico el día 5 de febrero tras ser pescada accidentalmente por una red de trasmallo. El animal entró sin apenas reflejos, en un estado comatoso y con signos de ahogamiento, expulsando mucha agua por la boca. En radiografías también se pudo diagnosticar que sufría de síndrome descompresivo moderado, según informan en una nota.
Se le entubó y se le realizaron maniobras de reanimación y eliminación de agua. Finalmente la estabilizaron y permanece ingresada en la UCI de tortugas bajo observación, recibiendo toda la atención diaria necesaria.
En cambio, otras llegan con problemas digestivos. Es el caso de Bingo, que llegó a defecar numerosos trozos de plásticos. Entre ellos, los restos del palo de una piruleta. Y es algo de lo más habitual, según sus registros.
Las tortugas y la contaminación marina
Los especialistas aprovechan la llegada de estos ejemplares para realizar un estudio anual de la contaminación marina, ya que las tortugas son un bioindicador “perfecto”: tienen tendencia a ingerir desechos plásticos o a enredarse en ellos, tienen una gran distribución espacial y utilizan todos los compartimentos marinos, desde el fondo a la superficie.
En este proyecto, financiado por Laboratories SVR, se analizan sus heces durante su permanencia en el centro, si sufren de enmalles por basura marina y, en el caso de animales que fallecen, se realiza la necropsia y se analiza el contenido de su sistema digestivo. Todo ello para poder estudiar visualmente el contenido de plástico que tienen y diferenciarlo en diferentes categorías.
Según el informe de 2023, el 85% de las tortugas marinas atendidas presentaban plásticos. Un porcentaje que pone de manifiesto la cantidad de estos restos y “su influencia no solo en la vida marina, si no en la vida de todos los habitantes del planeta ya sea por consumo de productos del mar como por el ciclo del agua”, recuerda esta organización.