Hasta hace no tanto, las mujeres deportistas tenían que adaptar la ropa de tallaje masculino a sus propios cuerpo para poder competir. No era cómodo ni eficaz, pero no había alternativa. También pasaba con las zapatillas, con mucha más diversidad de materiales, tallas y hormas para los chicos que para ellas. En muchas ocasiones, la oferta para las mujeres es una mera cuestión de diferencia de colores, pero no de componentes, materiales o diseños específicos. Una vez adaptados también los tiempos a las tallas del deporte femenino, las marcas se lanzan en captar a ese colectivo que no siempre ha tenido lo que necesitaba y que ahora lo exige con todo el merecimiento. Así, las futbolistas comienzan a tener botas que no solo se adaptan a sus pies, sino que se crean en función de ellas. Y también las tenistas comienzan a ser más conscientes de que, después de la raqueta, las zapatillas son su segundo mejor arma de juego, y exigen una mayor atención a sus necesidades que marcas como Wilson, por ejemplo, se han tomado al pie de la letra para construir las zapatillas a su exclusiva imagen y semejanza. «La mayoría de las zapatillas de tenis de alto rendimiento se diseñan primero para hombres y luego se reducen de tamaño para las mujeres. Si observas las zapatillas de tenis de alto rendimiento en el mercado hoy en día, casi todas han sido construidas en función de los atletas masculinos , diseñadas para su biomecánica, movimiento y juego basado en la potencia. Sin embargo, hasta ahora, ninguna marca había desarrollado un calzado específicamente pensado para ellas. Y hay que tener en cuenta que la zapatilla adecuada puede marcar la diferencia entre control e inestabilidad, resistencia y fatiga», explica a este periódico Shivam Bhan, director de calzado en Wilson y creador de la zapatilla Wilson Intrigue Tour, exclusiva desde y para el pie femenino. «Este modelo cambia esto, ya que ha sido diseñada desde cero para atletas femeninas, adaptada a su fisiología, preferencias y patrones de movimiento», prosigue. El experto en biomecánica indica que el tenis femenino es más dinámico que el masculino, y requiere más desplazamientos hacia la red y, por lo tanto, una mayor resistencia. Además, señala las diferencias clave entre el pie de un hombre y el de una mujer: «Los pies de las mujeres presentan un talón más estrecho, lo que influye en el ajuste y la estabilidad. Tienen un arco más alto, que también exige otro tipo de soporte en la parte media del pie; y, además, la forma de los dedos es más variable, lo que afecta a la comodidad y la capacidad de respuesta. La Intrigue Tour está diseñada teniendo en cuenta estas necesidades anatómicas específicas. Cuenta con un talón más contorneado, un antepié más amplio para permitir un movimiento natural y el sistema de ajuste FootFrame, que adapta el soporte del arco según las preferencias individuales.». Pero señala otro apunte destacado más allá de la forma: «Las mujeres experimentan el impacto y el movimiento de manera diferente. Cuando se les pregunta sobre 'soporte', los hombres suelen describirlo como rigidez y estabilidad, mientras que las mujeres lo asocian más con amortiguación y comodidad. Nosotros hemos equilibrado ambos aspectos: estabilidad para un juego agresivo sin sacrificar la comodidad. Hemos trasladado nuestra tecnología de amortiguación más receptiva a la plantilla, ubicando la comodidad directamente bajo el pie, donde las mujeres la sienten más». Un mal ajuste del pie al calzado puede causar desde inestabilidad e incomodidad hasta lesiones: «Si el talón no está bien sujeto, las jugadoras pierden control al atacar la red e, incluso peor, juegan con menos confianza. Si el mediopié carece de soporte y hay deslizamiento dentro del calzado, la jugadora será menos agresiva. Si el antepié es demasiado rígido, limita la cantidad de energía que se puede obtener del suelo, lo que impacta en la fatiga durante el juego», analiza el biomecánico antes de subrayar que la zapatilla creada por su departamento «elimina estas limitaciones porque ofrece un ajuste seguro y adaptable, con nuestra amortiguación más receptiva, diseñada específicamente para las atletas femeninas». Con miles de escaneos encima de la mesa, se sentaron con Marta Kostyuk para establecer sus preferencias, muy estrechamente relacionados con el estilo de juego de cada tenista, en el caso de la ucraniana, la agresividad. «Juega en ángulos, por lo que quería un calzado ágil para movimientos rápidos pero que también proporcionara potencia para un juego explosivo. Analizamos sus datos de partido, evaluando los momentos de descanso y esfuerzo durante los encuentros para entender sus necesidades de amortiguación. Luego, refinamos el ajuste, la capacidad de respuesta y la tracción para mejorar su velocidad y precisión, permitiéndole jugar de manera más intensa. Este proceso fue iterativo: fabricamos un modelo, recibimos su feedback y lo reingeniamos en función de sus comentarios. Como en un partido de tenis, con un constante ida y vuelta, llegamos al producto final», señala Bahn sobre el proceso creativo y de producción. La forma fue la base: «un talón seguro, soporte en el arco y un antepié que permitiera un movimiento natural. A partir de ahí, a perfeccionar los materiales y los detalles». Pero se ha tenido en cuenta la evolución del pie de una tenista, que se adapta al desgaste que supone el contacto directo con superficies tan distintas como tierra batida (y sus deslizamientos), la hierba (y su inestabilidad) y la rápida (y sus durezas). «Con el tiempo, los arcos pueden aplanarse, las articulaciones volverse más rígidas y las necesidades de amortiguación evolucionar. La anatomía también cambia debido a lesiones; fracturas y desgarros alteran cómo el dolor afecta el rendimiento. Muchas jugadoras ven cómo la forma de sus dedos se modifica por el uso de zapatillas demasiado ajustadas. Nuestra clave para combatir esto es diseñar un calzado que sea lo suficientemente flexible en las áreas correctas pero ajustable donde se necesita».
