Lealtad a México
México es un gran país. A pesar de nuestros atavismos, inseguridades y falta de identidad, producto de nuestro azaroso pasado colonial, somos herederos de una cultura de extraordinaria riqueza, mezcla de la española y la indígena que sedimentan nuestro ser nacional.
Este fin de semana, con mi esposa, visité el Museo Nacional de Antropología. Se respira grandeza y señorío. Visión de futuro. Orgullo nacional; reconforta nuestro patriotismo. Bien por López Mateos, Torres Bodet y Ramírez Vázquez.
Con María disfrutamos la Sala Maya, una belleza, herencia de magnificencia inigualable que, además, reconforta mi ser chiapaneco al descubrir que parte importante del espacio está integrada por la cultura de mi tierra: Palenque, Bonampak, Yaxchilán y algo de Chincultic. El jugador de pelota, espectacular.
México, origen y destino. La grandeza de nuestro país debe ser nuestro orgullo y escudo protector frente a los embates del exterior. Con Juárez y la generación de la Reforma construimos la República y defendimos la soberanía nacional; a nosotros nos toca ahora conservar nuestra libertad y ensanchar nuestra democracia.
Sería muy recomendable que nuestros negociadores Juan Ramón de la Fuente, Marcelo Ebrard y Omar García Harfuch visitaran este recinto para fortalecer el alma, reavivar la confianza y levantar el ánimo en la defensa de lo nuestro.
Ante una nueva reconfiguración del comercio y de la política en el mundo asumamos el cambio jugando el rol que nos corresponde con seguridad, dignidad y decoro. Limpiemos nuestra casa, anteponiendo nuestras fortalezas y desterrando debilidades y complejos.
Existen enormes posibilidades de una diversificación comercial. Trump está en su derecho de hacer lo que considere conveniente para su país, nosotros también. La aplicación de aranceles, en la práctica, cancela el espíritu y razón de los tratados comerciales (el T-MEC) y dinamita la alianza de la región del norte de América. No debemos ser rehenes del capricho hegemónico del poder. Asumamos nuestra responsabilidad. Trump está jugando a las escondidas, a los buenos y malos. Sumémonos a Trump en lo que nos conviene para el país y démosle la despedida en todo aquello que nos lesiona con su proteccionismo político y comercial.
A pesar del esfuerzo realizado por el gobierno mexicano para agradar a Trump, combatiendo al narco y recibiendo migrantes de otros países, el vecino del norte no modificará su estado de ánimo. Es importante no caer en el síndrome de inocencia ingenua de Chamberlain, pensando que es pura amenaza y blof. Los aranceles se van a aplicar para marzo, para abril o para mayo, como dice la canción, ya que forman parte de una nueva estrategia de poder del presidente de Estados Unidos.
Es momento de mostrar determinación y fortaleza. Trump no está negociando, está imponiendo y humillando a sus contrapartes. México es un país soberano, debemos exigir trato de pares y ante sus nuevas denuncias que nos desprestigian ante el mundo sacar la casta, exigirle pruebas y si las tiene proceder con energía y fincar responsabilidades.
El prestigio de México no es negociable, menos en querellas mercantiles. La presidenta Sheinbaum debe defender su paso por la historia. Sacudirse el fardo del pasado. Su lealtad es con México.