#AmnistíaDice es imperante una vida sin violencias ¡basta de obstáculos!
En los últimos años, hemos celebrado importantes avances en los derechos de las mujeres, fruto del trabajo incansable de los movimientos feministas y de derechos humanos.
Entre ellos destacamos que el pasado año se aprobó la ley que establece medidas para prevenir, sancionar y erradicar la violencia contra las mujeres, un paso importante que va más allá del enfoque de normativas anteriores que regulaban sólo la violencia intrafamiliar. Además, con anterioridad, se avanzó en la ley que establece un régimen de protección, y reparación integral para las víctimas de femicidio y sus familias, y en la ley que fijó la mayoría de edad como requisito esencial para la celebración del matrimonio.
A pesar de estos y otros avances, para muchas de nosotras la vida se sigue sintiendo como una carrera de obstáculos. Hoy sigue siendo urgente visibilizar las deudas pendientes y las múltiples expresiones de violencia, ya que los desafíos persisten tanto en la institucionalidad como en las políticas y prácticas públicas, y es ahí precisamente donde debemos poner el foco hoy.
Dime qué espacio habitas, y te diré cómo en él se manifiesta la violencia de género.
En el hogar, muchas mujeres, niños, niñas y adolescentes continúan sufriendo violencia por parte de parejas y familiares. Según el último informe de Miles (2024) en un 67% de los casos la violencia sexual había ocurrido durante la infancia, mientras que un 33% ocurrió en la edad adulta. Además, en un 93% de las ocasiones, la violencia sexual fue perpetrada por una persona cercana a la víctima. Esto refuerza la urgente necesidad de protección y educación desde la infancia. A esto se suma la violencia psicológica, económica o digital. Asimismo, denunciar un caso de violencia de género sigue siendo un proceso difícil, donde muchas veces las víctimas enfrentan revictimización, exposición pública y falta de medidas efectivas de protección y reparación.
En los espacios laborales, también tenemos que saltar obstáculos: desde remuneraciones menores por el mismo trabajo hasta el infame “techo de cristal”, sin dejar de lado el acoso laboral. Afortunadamente, también ha habido avances en esta materia. En 2023, se incorporó al Código del Trabajo una norma que regula el trabajo a distancia y el teletrabajo, promoviendo la protección de la maternidad, la paternidad y la vida familiar. Además, en agosto del mismo año, entró en vigencia la ‘Ley Karin’, destinada a garantizar ambientes laborales seguros. Según la Dirección del Trabajo, esta ley ya ha recibido más de nueve mil denuncias, de las cuales el 67,8% fueron presentadas por mujeres. La mayoría corresponde a casos de acoso laboral, seguidos por acoso sexual y actos de violencia. En esta carrera sin duda quedan innumerables obstáculos por superar.
Al llegar a casa después de una larga jornada no nos acercamos a la meta, no hay posta ni refrescos ya que nos esperan las labores domésticas y de cuidados, a las que las mujeres dedicamos más de dos horas por sobre nuestros pares varones, según datos del INE.
En términos de autonomía y de derechos sexuales y reproductivos, la ley de aborto en tres causales, que despenaliza la interrupción voluntaria del embarazo en caso de riesgo de vida de la madre, inviabilidad fetal y violación, solo cubre un 3% de las situaciones por las que ocurre. Además, actualmente toca saltar innumerables vallas para acceder a este derecho, siendo una de las principales la objeción de conciencia. Según Corporación Humanas en 2023, el 45,8% de los médicos del sistema público se declara “objetor de conciencia” en casos de aborto por la causal de violación y en cinco hospitales del país no existe ningún profesional dispuesto a realizar el procedimiento por esta causal.
En ese sentido, no olvidamos la promesa del Presidente Boric de avanzar en la legalización del aborto. Desde Amnistía Internacional reiteramos que el Estado debe, a la brevedad, despenalizar el aborto voluntario en toda circunstancia y garantizar el acceso efectivo al mismo para revertir la deuda histórica que tiene con miles de mujeres, niñas y personas que pueden quedar embarazadas.
Por supuesto, no todas las mujeres enfrentamos estos obstáculos de la misma forma. Si perteneces a las disidencias sexuales, a un pueblo originario, si vives en la ruralidad, si eres migrante o defiendes el medioambiente, sumarás otras expresiones de violencia a las mencionadas.
El ejercicio de reconocer las desigualdades que enfrentamos a diario cansa tanto como correr una carrera de obstáculos y, lamentablemente, pareciera que nunca llegamos a la meta de una vida libre de violencia. A pesar de nuestras luchas y de todas las victorias que ya hemos celebrado juntas aún estamos lejos de ser iguales en derechos y en los hechos.
Este 8M no solo queremos celebrar los avances logrados, sino también visibilizar los obstáculos diarios que enfrentamos camino a una meta que a veces parece inalcanzable. Afortunadamente no estamos solas, somos millones en el mundo. Nos vemos en la marcha este sábado, donde juntas seguiremos alcanzando esta y tantas otras metas.
Por María Gracia Sandoval, directora (s) de Campañas de Amnistía Internacional Chile.