La semana pasada, y con casi quince años de retraso, la Agencia Estatal de Salud Pública (Aesap) parecía estar un paso más cerca de convertirse en una realidad. Todos los partidos, salvo Vox, habían dado su visto bueno al texto en la Comisión de Sanidad del Congreso de los Diputados, pero un pleno tenso marcado por discrepancias políticas sobre otros asuntos y tonos elevados propició el voto negativo de PP y Junts, de manera que la ley por la que se iba a crear el organismo no contó con el apoyo necesario para salir adelante. La ministra de Sanidad, Mónica García, lamentó que decayera y aseguró que volverá a llevarla a Consejo de Ministros en las próximas semanas para que el proyecto inicie de nuevo su tramitación, con la esperanza de que, esta vez, sí salga adelante. Pero los expertos lamentan el retraso que arrastra ya este proyecto y claman sobre la necesidad de que España cuente con un organismo de estas características, especialmente en un momento en el que el resurgir de enfermedades como el sarampión o los brotes de gripe aviar hacen pensar que la próxima pandemia a la que se enfrentará el mundo está cada vez más cerca. La vigilancia de la salud pública, explica Óscar Zurriaga, presidente saliente de la Sociedad Española de Epidemiología (SEE), necesita de un enfoque integral que solo un organismo dedicado plenamente a ello puede ofrecer. Actualmente se realiza, «pero de forma más precaria», sin los recursos suficientes -tanto humanos como materiales- para integrar a todos los actores implicados. Precisamente, hace unos días, el Tribunal de Cuentas señalaba que los sistemas de información del Ministerio de Sanidad carecían de la «suficiente preparación» para responder a las necesidades que surgieron con la pandemia de Covid-19 . En concreto, el informe decía que el ministerio no disponía de herramientas interoperables con otros sistemas de información de la Administración estatal ni con las comunidades autónomas para la gestión de emergencias sanitarias, vigilancia epidemiológica y vacunación. «Para que la vigilancia sea integral, todas las comunidades autónomas deben participar, pero también instituciones fuera del ámbito sanitario, como el INE (Instituto Nacional de Estadística) para poder realizar por ejemplo la vigilancia de la mortalidad», reclama Óscar Zurriaga. «Hace falta un núcleo fuerte que coordine todo el sistema para agilizar y tener la información lo más fidedigna y rápida posible», suscribe por su parte Eduardo Satué, presidente de la Sociedad Española de Salud Pública y Administración Sanitaria (Sespas). La Aesap será la encargada de vigilar y controlar las amenazas para la salud pública , que, según apunta el presidente de la SEE, no se reducen solo de enfermedades transmisibles: «Hablamos de alertas de todo tipo, como climáticas o alimentarias, como la dana de Valencia del pasado octubre. Ahí, una agencia estatal de salud pública hubiera tenido posibilidades de colaborar para trabajar de forma coordinada». La coordinación a nivel internacional para el control de las emergencias sanitarias también funcionaría mejor si existiera un organismo como la Aesap, opinan los expertos. En el futuro, considera Satué, podría tener un papel similar al de los Centros de Control de las Enfermedades y Prevención de Estados Unidos (CDC) o al del Centro Europeo para la Prevención y Control de Enfermedades (ECDC). Pero además, mientras el organismo no se pone en marcha se penaliza también la innovación y la investigación en salud pública. «Es verdad que actualmente ya hay organismos que llevan a cabo esta investigación, concretamente el Instituto de Salud Carlos III, pero hay mucho campo que no se investiga y ahí el papel de la Agencia de Salud Pública sería crucial», clama Zurriaga. Es lo que el presidente de Sespas califica de «efectos indirectos» de la ausencia de este organismo. «Si tienes una agencia de prestigio que hace bien las cosas atraerás a personas de valía y de prestigio», defiende, aunque sostiene que no basta con crearla, hay que ponerla en marcha «dotándola de presupuesto». No sabemos cuándo llegará la próxima pandemia ni si para entonces España ya contará con una Aesap que funcione plenamente. Los expertos confían en que ocurra antes lo segundo. Pero a día de hoy, ya hay enfermedades que preocupan y cuyo control, dicen, sería mucho más estricto con un organismo de este tipo. «El caballo de batalla son las infecciones que se transmiten por vía aérea y respiratoria porque son las de más fácil difusión. Tenemos que estar muy atentos a posibles variantes de la gripe o del Covid que puedan surgir», señala Satué, que alude también a la gripe aviar. El cambio climático, considera por su parte Óscar Zurriaga, es «el principal riesgo para la salud» actualmente debido a los «fenómenos extremos», como olas de calor e inundaciones que provoca. También las enfermedades transmitidas por vectores como pueden ser el dengue o el chikungunya. Estos tipos de virus, afirma por su parte José Miguel Cisneros, portavoz de la Sociedad Española de Enfermedades Infecciosas y Microbiología Clínica (Seimc), son ya «un motivo real de riesgo», como ocurre con el virus del Nilo. Pero también es «una amenaza real» la causada por las bacterias multirresistentes, pues se estima que en 2050 provocarán más muertes que el cáncer. Para controlar estas alertas, asegura, además de una Aesap, España necesita crear la especialidad en enfermedades infecciosas, ahora inexistente.