Por qué este pan lleva nombre de una Reina de Bélgica
Es una deliciosa barra cuyo nombre surgió en la época del enlace matrimonial de Fabiola de Mora y Aragón con el rey Balduino I de Bélgica
Una de las mejores panaderas del mundo y su pan de pepita de uva se quedan en su pueblo
Hay dirigentes, mandatarios, reyes y reinas que dejan una alargada huella en nuestro lenguaje, en nuestras ciudades o en pequeños momentos de nuestra cotidianidad. Por eso a veces pronunciamos sus nombres o sus hazañas casi sin darnos cuenta.
De hecho uno de esos momentos es cuando, en buena parte de Castilla y León, alguien entra en una panadería y pide una barra Fabiola. ¿Cuál es el origen de este nombre? ¿Lleva el nombre de una reina? Sí, esta es la historia de tan peculiar acuñación.
Este pan o, mejor dicho, esta barra de pan, tiene su origen en un maestro panadero que trabajaba en la época del inminente enlace matrimonial de Fabiola de Mora y Aragón con el rey Balduino I de Bélgica, en 1961. Aquel hombre experto en moldear y hornear puso nombre a una barra dejándose llevar, en aquel entonces, por titulares de periódicos y emisiones de radio y televisión dominados por el acontecimiento real, el matrimonio de la aristócrata española Fabiola de Mora y Aragón con Balduino de Sajonia, futuro rey de Bélgica.
Seña de identidad
Se trata, en concreto, de un pan elaborado con harina de trigo, centeno y masa madre, de corteza crujiente y miga prieta, un pan rústico típico con ocho o nueve cortes oblicuos paralelos y alveolos pequeños de color crema.
Con el tiempo, dicha barra de pan cogió mucho auge entre panaderos de Palencia, cuyo nombre quedó ya asentado como “fabiola palentina”, un pan bregado que se convirtió en toda una seña de identidad de la gastronomía de la provincia castellana leonesa.
La barra fabiola palentina pertenece hoy en día a la Marca de Calidad Regulada, lo que supone que es un alimento protegido y reconocido como parte de la gastronomía de la región.
El resultado, como decíamos, una pieza alargada, con una corteza fina y un sabor suave que conquistó el paladar no solo de los palentinos, y cuyo nombre alude a un evento que tal vez solo recuerden ya los más viejos del lugar.