La joya medieval de menos de 20 habitantes en nuestro país
Beget, en el corazón del Ripollès, conserva la esencia de la Cataluña más auténtica entre picos, silencio e historia
Un viaje por algunos de los pueblos medievales más bonitos de Europa
Rodeado por los relieves del Prepirineo y con menos de una veintena de habitantes, Beget parece suspendido en el tiempo. Este pequeño núcleo perteneciente a la comarca del Ripollès (Girona), ha sido definido como “una joya medieval poco conocida”, de las más bonitas de nuestro país.
Calles empedradas, casas de piedra con balcones de madera, puentes románicos y un silencio casi sagrado configuran un paisaje que invita al descanso, la contemplación y el paseo sin prisas.
El arte románico, en estado puro
Más allá de su belleza paisajística, uno de los grandes atractivos de Beget es su iglesia románica de Sant Cristòfor, situada justo a la entrada del pueblo. Construida entre los siglos X y XII, es considerada una de las iglesias rurales más bellas de Cataluña.
Su campanario de cuatro pisos y planta cuadrada corona un templo sobrio en el exterior pero sorprendente por dentro.
En su interior se conserva una pieza única: una talla policromada del Cristo en Majestad, de estilo románico, datada en el siglo XII. Esta figura, que representa a Cristo sedente y bendiciendo con la mano derecha, es una de las más importantes del románico catalán.
Durante la Guerra Civil, fue escondida por los vecinos en la antigua escuela del pueblo para evitar que fuera destruida.
Un destino para perderse y reencontrarse
Beget no es un pueblo de paso. Hay que ir adrede, por carreteras serpenteantes entre montañas, pero la recompensa merece la pena. La paz del entorno, los sonidos del agua y del bosque, y el encanto de un pueblo detenido en el tiempo lo convierten en un destino perfecto para quienes buscan desconexión.
La escasa presencia humana, combinada con su cuidado estado de conservación, le otorgan ese aura de lugar secreto que no ha sido arrasado por el turismo.
Beget es un recordatorio de que todavía existen lugares donde la historia, la arquitectura y la naturaleza conviven en perfecta armonía. Y donde el tiempo, por suerte, parece ir más lento.