Sevilla vivió este miércoles e l día grande de las salidas de sus hermandades hacia el Rocío con el inicio del camino de cuatro de sus filiales, las que aglutinan un mayor número de peregrinos y carretas. Desde primera hora de la mañana, las calles de Triana, la Macarena, el Cerro del Águila y los alrededores del Salvador se llenaron de centenares de devotos que se dirigían hacia las misas de romero que, con las primeras luces del alba, daban la venia a unos días de gozo, oración y convivencia que les llevarán a alcanzar la meta del encuentro con la Virgen del Rocío en la madrugada del lunes de Pentecostés. Fue una jornada de reencuentros y despedidas , de esas promesas compartidas que van en las medallas de quienes se quedan este año en la ciudad, y de esos momentos por vivir que se sucederán en estas noches de camino por el corazón del Aljarafe. La salida más emotiva, por el significado especial de este año, fue la de la hermandad de Sevilla. Los peregrinos del Salvador conmemoraban el 75 aniversario de su primer camino , «ese que nos regaló la Virgen y que ahora celebramos con el regalo del Señor de que pase por delante de nuestra casa hermandad», dijo el padre Adrián Ríos en la homilía de la misa de romeros que hoy, como recuerdo de este aniversario, se celebró en el exterior del templo , con la imagen de la Blanca Paloma presidiendo un altar en la puerta principal. Fue uno de los guiños a estas bodas de platino, al que se sumó el hecho de que el Simpecado fuera portado en mano hasta la Plaza Nueva , donde esperaba la carreta para ser entronizado. Allí, su hermana mayor, May González, que estrenó cargo, entonó vivas que tuvieron presente a la hermandad de Antequera, que les acompañaba en el camino. Ya en San Francisco se incorporaron más de dos decenas de caballistas que daban empaque este cortejo señorial. La hilera de turistas en las aceras era interminable, una auténtica Torre de Babel que no dejaba de inmortalizar en sus cámaras cada detalle del colorido de los peregrinos. También el de la carreta, que este año iba exornada con una variedad de rosas en tonos rojos, naranjas, rosas y amarillo . Por uno de los recorridos más hermosos por la ciudad, la carreta del Simpecado llegó a los pies de la Giralda, cuyo cuerpo de campanas repicaba en su honor. Allí, como marca la tradición, la hermandad ofrendó un ramo de flores a la Virgen de los Reyes , patrona de Sevilla, antes de que se incorporaran el resto de carretas para buscar el barrio de Los Remedios, el lugar del ultimo adiós a Sevilla para llegar a la Virgen, un rito que cumplía sus primeros 75 años de vida. Casi a esa misma hora, las calles de Triana eran un clamor de vivas y oles . La sexta filial más antigua se dirigía a la aldea, tras una emotiva misa de romeros en San Jacinto. El Simpecado de Triana no se movía, levitaba entre faldas y botas , entre las miles de personas que buscan la aldea prometida. Sólo así se entiende la salida rociera del arrabal, pasando por todos los rincones devocionales de un barrio desbordado por la fe y la verdad del camino. Entre ellos, la capilla de la hermandad de la Estrella , a la que llegaba entre palmas al compás y, de fondo, la banda de música interpretando la centenaria marcha de López Farfán, 'Estrella Sublime'. Tras el rezo de la salve, los romeros de bronce recorrían los últimos metros de Santa Ana antes de encaminarse a Pureza. Los dos bueyes hacían las llamaítas suaves, muy cortas para que el Simpecado ni lo notase. Allí que iba Triana a presentarse a Triana. «Yo soy feliz con mi gente. Pero cuando llega mayo me va cambiando el ambiente» , y tantas y tantas sevillanas y caballistas que emocionaban a su paso. Nadie quiso perderse el corazón de Sevilla, como lo denominó José María Rubio, cuando la carreta enfilaba la capilla de los Marineros a sones de 'Esperanza de Triana Coronada'. Hubo hasta petalá de romero, y más oles y vivas para conquistar la plaza del Altozano y dirigirse hasta la calle Castilla, donde aguardaban las últimas dos latitudes antes de abandonar Sevilla: La O y el Cachorro. Allí el Dios del barroco volvió a expirar justo como lo hizo en la Ciudad Eterna: tras la última petición en un Padrenuestro coral. «¡Viva la reina de las marismas! ¡Viva el Cachorro de Triana! ¡Viva la Madre de Dios» . Ahí era, justo ahí, cuando todo parecía acabar, con la primera carreta del Triana apuntando a Huelva, aunque realmente era sólo el principio. La primera en ponerse en camino fue la hermandad de la Macarena . La plaza de San Gil lucía radiante, engalanada con banderas y guirnaldas colocadas por el grupo joven, que en los días previos había repartido cartelería entre los vecinos para invitarles a decorar sus balcones. U n ambiente de fiesta y devoción arropaba la salida de los romeros , este año con un aumento notable de peregrinos y caballistas. A escasos minutos de las ocho de la mañana, el Simpecado asomaba por la puerta, mientras el coro entonaba el clásico: «Ya va a salir, ya va a salir, al cielo suben cohetes, ya se escucha el tamboril...» , preludio de los primeros pasos que empezaba a dar la carreta que hiciera el añorado Juan Borrero. Uno de los momentos más especiales se vivió a la llegada a la basílica de la Macarena , donde muchos peregrinos se adentraban para encomendarse a la Virgen de la Esperanza y al Señor de la Sentencia pidiendo por un buen camino. A partir de ahí, la comitiva comenzaba a ganar ritmo por Feria, Correduría y la Alameda de Hércules hasta llegar a San Lorenzo , acompañada en todo momento por la música de la banda de la Oliva de Salteras. Ya en la otra orilla, cruzaron el Guadalquivir por Chapina y se detuvieron ante la basílica del Cachorro, un acto especialmente emotivo este año. La Juliana sería la meta de este primer día. La última en abandonar la ciudad fue la hermandad del Cerro , puro sabor a barrio también cuando se va camino del Rocío. La estampa era la de siempre y, no por ello, fue menos emocionante: balcones engalanados en Afán de Ribera , el saludo y la salve de los niños del colegio del antiguo Matadero o su paso por el barrio del Tiro del Línea. La carreta recorrió un tramo de la avenida de la Palmera, visitó el Hospital de Fátima y la Comandancia de Marina , donde tradicionalmente se coloca una talla de la Virgen del Carmen. Desde allí cruzaron el río por el puente de las Delicias, continuando por la zona trasera de la Feria y la avenida San Juan Pablo II , donde la portada de este 2025 todavía permanecía montada. Es uno de los contrastes de una ciudad que enlaza sus fiestas en primavera y que desde ayer puso rumbo a su cita anual con la Virgen del Rocío en Almonte.