El modelo de Bukele en El Salvador: un autoritarismo popular que vulnera derechos humanos, según especialistas
Desde el régimen de excepción implementado en marzo de 2022, el gobierno de Nayib Bukele ha sido acusado por entidades como la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) y organizaciones como Amnistía Internacional y Human Rights Watch (HRW) de cometer violaciones sistemáticas a los derechos humanos. El último ejemplo que ilustra el radical estilo de liderazgo del presidente salvadoreño es el caso de los migrantes venezolanos en el Centro de Confinamiento del Terrorismo (CECOT).
El modelo Bukele, enfocado principalmente en velar por la seguridad en El Salvador, ha sido criticado por organismos internacionales por transgredir lo que se considera moralmente correcto, pero ha sido alabado por sus propios ciudadanos debido a los resultados efectivos. Esta metodología de liderazgo no solo ha sido calificada por los internacionalistas como una forma de colocar la figura del presidente por encima de las instituciones del país, sino también como una medida populista.
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¿Qué busca Nayib Bukele con su modelo de liderazgo?
Geraldine Chávez Villafañe, especialista en derecho internacional, y Óscar Gracia Landaeta, experto en política internacional, coinciden en que el modelo Bukele prioriza la seguridad nacional de El Salvador por encima de otros objetivos. Para Gracia Landaeta, existe una "fuerte tendencia hacia el hiperpresidencialismo", es decir, un conjunto de acciones que conducen al populismo. Sin embargo, como otra cara de la moneda, asegura que también podría representar una corriente antiinstitucional.
Por su parte, Chávez Villafane explica que la política implementada por Bukele en El Salvador no considera los derechos humanos como "límites infranqueables", sino que los ve como algo que puede variar según los objetivos políticos del momento. El liderazgo de Bukele, según la experta, sirve para justificar medidas que van más allá de la seguridad nacional, como en el caso de los ciudadanos venezolanos en el CECOT, orientadas a un mayor control migratorio.
Según los expertos, este sistema de gobierno está relacionado con la segmentación de ciertos grupos sociales, mediante una serie de medidas que reflejan un exceso de fuerza por parte del poder. Aunque se observa efectividad en términos de seguridad ciudadana, también existen condiciones graves en la detención de los acusados, lo que genera una narrativa de cuestionamiento.
El Salvador, alejado de acciones que garanticen los derechos humanos
El Salvador enfrenta momentos históricos similares a los de los años 90, asegura Óscar Gracia. La reaparición de viejos discursos políticos contra la vulneración de derechos humanos permite que figuras de gran popularidad, como Bukele y, por ejemplo, Trump, se perfilen como actores que no solo realizan innovaciones políticas, sino que también confrontan los derechos humanos y vulneran la capacidad de la comunidad internacional para brindar respuestas rápidas.
Geraldine, por su parte, comenta que El Salvador está muy alejado de los derechos humanos, y que dependerá en gran medida de la voluntad de los Estados para que, a través de acciones gubernamentales, se puedan incorporar estándares que eviten la violación sistemática de estos derechos, mediante reformas democráticas y legitimadas a nivel popular.
Sin embargo, esta intención no solo debe involucrar al gobierno, sino también a múltiples niveles de organismos, como la OEA, la sociedad civil y entidades nacionales, para abordarse como un tema fundamental para mejorar y responder mejor a la situación. Según la propia experta, esto podría marcar un precedente extensible a toda la región y no ser únicamente un asunto interno.
Postura de América Latina frente al modelo Bukele
En América Latina, existen países que carecen de un sistema que defienda los derechos de las minorías. Al igual que el caso del modelo Bukele, varios países de la región ejemplifican el poder a través del ejercicio de la violencia. Calificado como un fenómeno contemporáneo, según declaraciones de Gracia Landaeta, asegura que los líderes de ciertos regímenes populistas aprovechan esta situación para mejorar su imagen.
En países como Colombia, Ecuador y Bolivia, las formas de criminalidad se expresan de manera distinta, según Chávez Villafane. Aunque se interpretan de diferentes formas, si se compara con el gobierno de El Salvador, lo que sí se puede hacer es "extrapolar" el discurso a otros escenarios en América Latina.
La misma experta señala que existe "un juego de influencias interesante", marcado por un discurso de 'mano dura', en el que los gobiernos de derecha han adoptado posiciones similares a las de Bukele, lo que ella cataloga como una tendencia de influencia no solo en la región, sino también a nivel mundial.