Marcela Marañón, la peruana que conquistó las 7 maravillas del mundo en silla de ruedas
Marcela Marañón nació en Ica, pero fue lejos de casa, en Estados Unidos, donde comenzó a reconstruir su vida. A los 20 años, un accidente vehicular le cambió la vida debido a que sufrió una lesión medular irreversible que le afectó la movilidad de la cintura hacia abajo y le amputaron una pierna. Desde entonces, la silla de ruedas no ha sido un límite, sino una aliada en su camino.
Hoy, Marcela no solo destaca como activista e influencer, sino que en 2023 fue reconocida por People como una de las 25 mujeres más poderosas. Recorrió las Siete Maravilla del Mundo en su silla de ruedas y ha regresado al Perú para donar estos dispositivos a personas que, como ella, enfrentan cada día una sociedad que impone barreras físicas y mentales.
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La peruana que visitó las siete maravillas en silla de ruedas
Recorrió 26 países y tiene el honor de haber conocido las Siete Maravillas del Mundo. Las disfrutó, lloró, luchó para llegar a cada una y agradeció contemplarlas.
“Subir el Kilimanjaro fue como enfrentarse a una bestia indomable”, recuerda Marañón. El ascenso era empinado, exigente, y el terreno cada vez más desafiante. Cuando llegó al tramo final, el sendero era estrecho que ya no pudo avanzar con su silla de ruedas, por lo que un porteador tuvo que cargarla, pero en medio del esfuerzo ambos cayeron.
“Grité, lloré, fue durísimo”. Ocho días les tomó llegar a la cima. Pero al lograrlo, sostuvo, que la sensación fue inigualable como tocar el cielo. “Y si me preguntas si lo haría de nuevo, te digo que sí, sin pensarlo”.
También visitó Machu Picchu en más de una ocasión, así como la Gran Muralla China y Petra, en Jordania. Su recorrido continuó por Chichén Itzá, en Yucatán, y el Taj Mahal, en Agra, India.
Marcela señaló que uno de los destinos más emotivos y desafiantes fue Machu Picchu, ya que fue el lugar donde enfrentó con mayor intensidad la crudeza de la inaccesibilidad.
“Fue muy complicado llegar. Primero, los trenes no están totalmente adaptados para sillas de ruedas. Llegar desde Cusco hasta la montaña ya es toda una odisea. Si además quieres alcanzar el punto clásico donde todos se toman fotos, necesitas ayuda, porque no hay rampas".
Ante esta situación, Marcela mencionó que en el Perú todavía falta mucha conciencia sobre la existencia de un porcentaje significativo de personas con discapacidad física. Y es que acceder a calles, servicios o espacios públicos sigue siendo una batalla diaria para ellos.
“Si haces un país inclusivo, todos se benefician. Las personas con discapacidad también quieren trabajar, salir adelante y contribuir como cualquier ciudadano".
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Día del accidente
Marcela Marañón tenía solo 20 años cuando llegó a Dallas, en 2001, para aprender inglés. Sin embargo, un año después, el 2 de septiembre de 2002, sufrió un accidente automovilístico tras salir de un restaurante junto a su novio y un amigo.
El impacto fue tan fuerte que salió expulsada del vehículo y su cuerpo se estrelló violentamente contra un árbol, lo que le provocó una grave lesión en la médula espinal. Su pareja no sobrevivió.
“Era independiente, activa, deportista, me encantaba entrenar mis piernas en el gimnasio”, recuerda. Pero todo cambió. De un momento a otro, se encontró en una silla de ruedas y sin una pierna.
Adaptarse a un nuevo cuerpo y a una nueva forma de vida no fue fácil. “El dolor físico se mezclaba con el emocional, y con la pérdida repentina de autonomía. Lo que parecía mi final se convirtió en el comienzo de una historia de resiliencia, lucha y transformación”.
Recibió apoyo psicológico y, en medio del dolor, también se acercó a Dios. Pero lo que realmente la impulsó a seguir adelante fue su sueño de recuperar su independencia. Marcela no quería quedarse limitada por su nueva condición; quería volver a moverse, a viajar, "a vivir con libertad".
"Le diría a esa Marcela de hace 20 años que estoy muy orgullosa de ella, porque cuando recién adquirí la discapacidad jamás imaginé que podría vivir una vida tan plena, con tantas cosas que he logrado. Pensé que no iba a poder hacer nada. Y ahora, al mirar atrás, digo: ‘Wow, imagínate si me hubiera rendido. Tal vez no habría experimentado nada de lo que hoy forma parte de mi vida’".
De vuelta al Perú para regalar movilidad
En Santa Anita, ayer , Marcela donó más de 150 sillas de ruedas a personas de bajos recursos. La actividad fue organizada en alianza con una fundación estadounidense llamada Chair The Hope.
Para ella, la movilidad no debería depender de la caridad, sino ser un derecho garantizado. “Pero mientras tanto, si puedo ayudar a que alguien más se mueva, lo haré”.