Adiós mi buen amigo
Con inmenso dolor le digo adiós para siempre al amigo José Rafael Lantigua. Fui amargamente sorprendido por la mala noticia de su fallecimiento y aseguro que el pasado martes 5 se vivió en casa un día de luto.
Porque Lantigua era tan amigo mío como de doña Dulce y ambos nos sentimos rudamente estremecidos. Por fortuna, a veces uno suele encontrar un Garibaldi, que como un Simón de Cirineo le ayuda a cargar la cruz.
Mientras las artes y las letras pierden a uno de sus más elevados exponentes, a mí me toca superar la aflicción del que pierde un gran apoyo y un buen amigo.
Claro, que a todo quien nace le espera morir. Debo repetirlo: Nacemos, la vida parece complacerse en permitirle a cada quien tomar su propia ruta, para, por sendas diferentes, a todos conducirnos al mismo fin: La muerte.
De esa ley de bronce nadie escapa y ahora le tocó al doctor Lantigua sucumbir ante el rigor implacable de esa ley.
Nunca encontraré palabras para reconocer la atención que le prestó a mis libros en el suplemento literario que dirigió por años en distintos diarios, incluso en el vespertino Última Hora, para el cual yo también trabajaba en los años noventa.
Fue autor del prólogo de la segunda edición de mi Antes de que te Vayas, trayectoria del Merengue folclórico; me hizo su colaborador por varios años cuando en su época de Ministro de Cultura, él con mucho acierto, autorizó la instalación del pabellón del merengue en varias versiones de la Feria Internacional del Libro. Siempre me distinguió con la caballerosidad y la cortesía con la que sabía conducirse.
A veces le decía que él publicaba menos obras, porque con el mayor desinterés, se ocupaba más de promover los libros ajenos que los propios.
Hace poco me solicitó un par de artículos para dos ediciones distintas de la revista de la Fundación Global que él dirigía y así lo hice con todo mi entusiasmo. Fueron nuestros últimos contactos, sin sospechar yo, ni mucho menos, que el golpe artero de la muerte lo acechaba.
Se pierde uno los intelectuales más completos de todos los tiempos, laureado con diferentes galardones, miembro de la Academia Dominicana de la Lengua, autor de una extensa lista de textos que son y serán por toda la eternidad, parte de la herencia imborrable del doctor José Rafael Lantigua. Adiós, mi buen amigo.
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