La corte de los milagros
Le decían “corte de los milagros” a una zona de París del siglo XVIII en la que vivían aquellos que mendigaban haciéndose pasar por enfermos o minusválidos. Al llegar ahí, milagrosamente se curaban, para transformarse de nuevo al día siguiente. En “La Familia Pérez”, Joaquín Pardavé es expulsado de su casa y, para ganarse la vida, intenta convertirse en mendigo. Óscar Pulido interpreta al falso ciego, que le enseña cómo engañar para conseguir limosna.
Aquí estamos presenciando algo parecido o, más bien, los milagros de la corte. En pocos días, se transforma el escenario por completo: una gran aldea Potemkin.
Primero, Pemex. Se presentó el plan estratégico, en el que dicen que van a hacer lo que permitía la reforma energética de 2013: fracking, inversión privada y reducción de refinación. Nada más que no lo dicen fuerte, porque implica ir no sólo en contra del sexenio pasado, sino incluso de la reforma energética que aprobaron hace pocos meses. Pero todos saben que, si eso no se hace, Pemex no tiene ya posibilidad alguna.
Pero tienen que convencer al mercado de que sí van a seguir el camino correcto. Me refiero al mercado financiero, que es el que está comprando los papeles que Hacienda está colocando mediante un subterfugio financiero que permite reducir la deuda de Pemex sin incrementar la del gobierno: ¡un milagro! Ya colocaron 12 mil millones de dólares, y hubo demanda por otro tanto igual. En realidad, tendrán que colocar cinco veces eso para pagar proveedores y las obligaciones de este año y el siguiente. Todo será pasivo contingente del gobierno, que se convertirá en deuda en cinco años, porque el milagro de que el actual gobierno acepte regresar a la reforma energética del Pacto por México no creo que ocurra.
Un segundo milagro es el del empleo formal. De pronto, el IMSS nos dice que hubo un incremento de 1.26 millones de puestos de trabajo durante julio. Se trata del programa piloto para registrar a los trabajadores independientes de las plataformas. Carlos Ramírez Fuentes, socio director de Integralia, ha revisado los datos. El IMSS registró un millón 291 mil 365 trabajadores de esas plataformas, y reporta un incremento de puestos de trabajo de un millón 266 mil 25. Es decir, en julio hubo una caída en el empleo formal de 25 mil 340 puestos, en línea con la tendencia de los meses previos, lo que nos coloca ya en terreno negativo en el comportamiento anual del empleo.
Aquí, el milagro sería que el IMSS regresara a cómo funcionaba antes del sexenio anterior. Los recortes presupuestales y la inclusión forzada del IMSS Bienestar han puesto a la institución en condiciones deplorables. Quienes creen que es buena idea incluir a los trabajadores de las plataformas en este sistema seguramente no lo han tenido que utilizar recientemente. Ellos no lo querían porque implica un costo, pero no un beneficio más allá de la retórica.
Tercer milagro: la reducción de desigualdad que hemos presenciado en el transcurso de los últimos ocho años. No por las transferencias de gobierno ni por las remesas, dice el INEGI en su Encuesta de Ingreso y Gasto, sino por el salario. Dejando atrás el detalle de lo mal que registra esa encuesta esas dos fuentes de ingreso –que, en el caso de las remesas es absurdo–, conviene comparar esa reducción con lo ocurrido hace 50 años. En los tiempos de Echeverría y López Portillo, conocidos como el “desarrollo compartido”, se presionó al alza el salario, se generó una demanda de gobierno extraordinaria y se financió todo con deuda. Igual que ahora. De 1977 a 1984, la desigualdad (Gini) se redujo a un ritmo de 2% anual. Cuando hubo que pagar ese “desarrollo compartido”, que era ficticio, regresamos a la desigualdad de 1977. Ahora, de 2016 a 2024, casi el mismo tiempo de entonces, la reducción ha sido de 1.7% por año. Cuando tengamos que pagar, veremos si de verdad puede uno subir salarios por decreto o no. Antes, no conviene celebrar la multiplicación de panes y peces.