Nuevo SUV híbrido italiano llegará a México y ya lo manejamos.
En un mercado donde la electrificación y las plataformas modulares dominan, Alfa Romeo decidió dar un giro estratégico. El Junior, inicialmente presentado como “Milano”, tuvo que cambiar de nombre, pero mantiene su misión: convertirse en el modelo de acceso a la gama. Se fabrica en Polonia sobre la plataforma CMP de Stellantis, compartida con Peugeot 2008, Opel Mokka, Jeep Avenger y Fiat 600, aunque con una puesta a punto y un diseño pensados para que conserve el carácter de la marca de Milán.
Su estética es uno de sus puntos fuertes. El frontal reinterpreta el clásico “scudetto” con una parrilla tridimensional, flanqueada por faros LED afilados y un patrón lumínico propio de la marca. El perfil es musculoso, con una cintura alta y pasos de rueda bien marcados que le otorgan una postura ancha y estable. Los rines, disponibles en varios diseños y hasta 20 pulgadas, refuerzan su imagen deportiva. La parte trasera combina un conjunto óptico horizontal con un portón corto y líneas tensas que transmiten dinamismo.
Por dentro, Alfa ha querido diferenciarse de sus hermanos de plataforma. Los plásticos suaves y las inserciones de acabado metálico elevan la percepción de calidad, mientras que los ensambles se sienten sólidos, sin crujidos ni piezas mal alineadas. El diseño del tablero está claramente orientado al conductor, con pantallas bien integradas que no rompen la armonía visual. Los asientos firmados por Sabelt ofrecen un buen equilibrio entre soporte lateral y confort, y la visibilidad general es correcta gracias a pilares no excesivamente gruesos y espejos bien colocados. Hereda el ecosistema de infoentretenimiento de Stellantis con interfaz fluida, navegación conectada y compatibilidad inalámbrica con Apple CarPlay/Android Auto.
Detrás, dos adultos viajan sin problema y un tercero “a ratos” gracias a un piso relativamente plano. Hay espacios útiles para objetos en puertas y consola, y una cajuela de formas regulares que se aprovecha bien; el respaldo posterior se abate para ampliar la capacidad cuando toca fin de semana largo. La ergonomía general es sencilla: mandos físicos para lo esencial, climatización clara y atajos lógicos en la pantalla central. Se siente moderno sin abrumar.
La mecánica híbrida combina un motor turbo de tres cilindros con asistencia eléctrica, logrando una entrega de potencia lineal, sin retrasos y con suficiente empuje para mover con agilidad sus algo más de 1,400 kilos. En ciudad responde con inmediatez, aprovechando el motor eléctrico para arrancar y ganar velocidad sin esfuerzo. En carretera mantiene un ritmo ágil, con reservas suficientes para rebases seguros. No es un deportivo ni lo pretende, al menos esta versión, pero su respuesta invita a conducirlo de forma más divertida de lo que el segmento suele permitir.
La transmisión automática es uno de sus aciertos: realiza cambios suaves en uso urbano y se muestra rápida cuando se le exige. No hay brusquedades y la gestión electrónica sabe sacar provecho del empuje eléctrico, sobre todo en recuperaciones. Los modos de manejo ADN (Advanced Efficiency, Natural y Dynamic) permiten variar la personalidad del coche: el primero prioriza la eficiencia y la suavidad, el segundo ofrece un balance neutro, y el tercero endurece la dirección y agudiza la respuesta del acelerador para un manejo más deportivo.
En marcha, la suspensión logra un compromiso interesante. Es firme para controlar los movimientos de la carrocería, pero mantiene un nivel de comodidad suficiente para trayectos largos como nuestro viaje entre Roma y Nápoles. Absorbe bien las irregularidades y, en carreteras sinuosas, mantiene al Junior bien plantado, con un comportamiento neutro incluso en curvas rápidos. No hay balanceos excesivos y transmite confianza en cambios de dirección.
La dirección es directa y precisa, aunque con un ligero filtrado que resta algo de información al volante. Esto, sin embargo, la hace más adecuada para el uso diario, evitando que las imperfecciones del asfalto se transmitan en exceso. En conducción más animada, responde con rapidez y mantiene la trayectoria sin esfuerzo.
Por su lado, el sistema de frenos ofrece un tacto progresivo y la potencia justa para el segmento.
En ayudas a la conducción marca todos los casilleros importantes del segmento. No pretende ser el laboratorio rodante más avanzado, pero la dotación es completa y, sobre todo, bien calibrada.
La hibridación ligera/autorrecarga se nota especialmente en ciudad: arranca a eléctrico, “planea” a baja carga y recupera energía en cada frenada. En uso real, el beneficio es un gasto ligeramente contenido sin necesidad de enchufe ni hábitos nuevos. En autopista, la aerodinámica trabajada y la caja con desarrollos largos ayudan a sostener buenos promedios con ruido bien contenido
El Alfa Romeo Junior híbrido es un producto coherente y, sobre todo, bien afinado: diseño muy atractivo y juvenil, calidad percibida elevada, conducción ágil y eficiencia real. Es un Alfa adaptado a los tiempos, pero que conserva la dosis justa de emoción para quien quiere diferenciarse sin renunciar a la practicidad de un SUV pequeño.
FICHA TÉCNICA
Motor térmico | L3, 1.2 l, turbo, 136 hp |
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Motor eléctrico | C.A., 28 hp, 48 V |
Potencia total | 136 hp |
Baterías | Ion-litio, 0.9 kWh |
Transmisión | Automática de 6 velocidades, tracción delantera |
Desempeño | Vel. Máx.: 206 km/h 0–100 km/h: 8.9 s |
Rendimiento | 21.2 km/l, tanque: 44 l, autonomía: 933 km |
Neumáticos | 215/55 R18 |
Seguridad | Seis bolsas de aire, ABS, EBD, ESC, TCS, AEB, ACC, LKA, BSM y LDW |
Gama de precios | N.D. |
Unidad probada | Junior 1.2 ibrida E-DCT |