Vraem: Mafias del narcotráfico pierden S/ 381 millones por operaciones antidrogas
Al ingeniero Jesús Quintanilla Mendoza y a la profesora Aydé Sosa Figueroa los asesinaron en el Valle Esmeralda, jurisdicción del Valle de los Ríos Apurímac, Ene y Mantaro (Vraem).
Sus cuerpos fueron hallados en mayo a unos 50 metros de una poza de maceración y de un laboratorio para procesar cocaína, alrededor de plantaciones de coca.
El profesional, de 40 años, casado y padre de una niña de 6 años, trabajaba como supervisor del proyecto Torobamba del Programa Regional de Irrigación y Desarrollo Rural Integrado (Prider). Había sido contratado por Aydé, docente de un Centro de Educación Básica Alternativa (CEBA), para realizar un levantamiento topográfico de su predio.
Allí, sobre el valle La Esmeralda, un remanso del Vraem, un helicóptero repleto de agentes del Comando Especial Vraem sobrevuela y a medida que avanza hacia el sur se aprecian las cataratas, en la zona de Kimbiri Alto, el Santo del Mono y otros atractivos turísticos.
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Están en el corazón del Vraem, una región con una geográfica compleja que abarca partes de los departamentos Apurímac, Ayacucho, Cusco, Huancavelica y Junín, conocida por su densa vegetación y su geografía montañosa.
Desde arriba, es fácil imaginar esta selva como infinita y paradisíaca. Pero algo recuerda la tensión que existe abajo.
GUERRA A LAS MAFIAS
A la distancia, una señal de humo delgada marca el punto donde los tripulantes del helicóptero desembarcan para una misión rutinaria: la destrucción de un laboratorio de cocaína. Aquí, en uno de los ecosistemas más biodiversos de la Tierra, está la primera línea de la guerra contra las drogas.
En la última semana de julio, el Comando Conjunto de las Fuerzas Armadas (EP, MGP, FAP y PNP), mediante el Comando Especial Vraem, ejecutó 125 operaciones. El impacto económico acumulado de estas acciones supera los S/19.2 millones y han debilitado la economía del narcotráfico, asegura un oficial de la Segunda Brigada de Infantería del Ejército.
Pero, de acuerdo al Comando de Inteligencia y Operaciones Especiales Conjuntas (CIOEC), hay una acción militar que destacó el 21 de julio y se desarrolló en el centro poblado San Antonio, distrito de Llochegua, Ayacucho.
Durante esta intervención se incautó más de 620 kilos de clorhidrato de cocaína, se decomisó 9.350 kilos de hoja de coca y se destruyeron 6.597 kilos de insumos químicos fiscalizados.
Policías y militares hallaron, además, dos pistas clandestinas que fueron inhabilitadas y 2.382 kilos de sulfato de cocaína que fueron incinerados.
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En total, más de 30 toneladas de hoja de coca en proceso de maceración eliminadas.
Pero, ese mismo día, de forma paralela, en el centro poblado Vía Cielo Punco-Bellavista Alta, distrito de Cielo Punco, Cusco, policías y militares destruyeron, aproximadamente, otros 584 kilos de hoja de coca, golpeando así, de forma directa, la cadena de producción ilícita de cocaína.
Fuentes del Comando Especial Vraem aseguraron a La República que se ha intensificado la ofensiva militar contra el narcotráfico y remanentes terroristas.
Solo en lo que va del año, las fuerzas armadas han desarrollado 4.058 operaciones y acciones militares conjuntas, logrando incautaciones por un valor superior a los S/ 381 millones, afectando significativamente la capacidad operativa y financiera del narcotráfico en la región.
MUEVEN MILLONES DE DÓLARES
Fuentes de inteligencia policial indican que, en el lugar de elaboración, el kilo de clorhidrato de cocaína tiene un valor aproximado de US$1.200. Sin embargo, si es puesta en avionetas aumenta hasta US$2.200.
Luego, ese precio sube por los costos que supone un pase de manos y transporte. En Bolivia adquiere un valor de US$2.800 a 3.000. Llevada por vía área o terrestre a la provincia del Salta, en el norte argentino, pasa a costar hasta US$ 4.000. Al llegar a España alcalza los 30.000 euros.
Cada aeronave Cessna pueden cargar entre 150 y 400 kilos. Y las personas que reciben la carga en el monte obtienen unos US$300. Son el eslabón que menos gana. En cambio, los organizadores del transporte se quedan con el 15 o 20 por ciento del cargamento.
LAS RUTAS DE LA DROGA
Los mochileros terminan su labor una vez que cargan la droga en las avionetas.
Para ‘trastear’ la droga, los traficantes utilizan a los llamados ‘mochileros’ o ‘cargachos’. Algunos salen de Anco y siguen por Chunqui, Huaccara, Oncoy, Ranracancha hasta Talavera, en La Mar, Ayacucho. Otros lo hacen desde río Ene, Pishiriato, Libertad, Mazaronquiari, Sangareni hasta Satipo (Junín).
También se ha identificado la ruta de Yaviro, Bidon, Carrizales, Ranrapata, Huachocolpa, Pariahuanca, Huancayo (Huancavelica); o la que sale de Pacobamba y sigue por Chungui hasta Andahuaylas; o la del anexo Mejorada, Tumkipukio, Yanama, Ccecca, Incarracay y Pampalca (Ayacucho).
Pero las rutas más usadas son las de puente Patibamba (en motos), pasan por Soledad, Chihuana, Amaru, San Antonio de Villa Sol, en Huachocolpa, donde es el centro de acopio. A partir de allí utilizan camionetas y camiones hasta Surcubamba, siguen a Salcahuasi, Huancayo y Lima.
Asimismo, las que salen de Quisto Valle, puerto Ene, Llochegua hasta río Picha y Taini, en Urubamba, Cusco.
En la vía terrestre, los narcos usan 16 rutas por donde discurren vehículos con ‘caletas’ que parten de Sivia, San Francisco, Villa Virgen, Llochegua, puerto Ocopa, Anapati, La Mar, Pangoa, Pichari, Kimbiri, Canayre hasta Lima, Pasco, Ucayali y Bolivia.
VÍA FLUVIAL Y AÉREA
La vía fluvial tiene 11 rutas desde Villa Virgen y Leche Mayo, ubicadas al sur del Vraem. Aquí el río Apurímac adquiere navegabilidad y los traficantes emplean embarcaciones pequeñas y de mediano calado hacia puerto Prado, Atalaya y Sepahua (Nueva Italia y Patria).
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La última modalidad de transporte de la droga es la vía aérea o también llamado puente aéreo que se realiza entre Perú y Bolivia o viceversa. Las autoridades han descubierto pistas clandestinas en Palcazu (Pasco), Atalaya y Sepahua (Ucayali), ribera del río Picha y Alto Picha (Cusco) y en la ribera del río Mishahua (Ucayali).
La mayor cantidad de droga que se produce en el Vraem sale a través de avionetas Cessna con destino a Santa Cruz de la Sierra y al Beni (Bolivia).