Esta ciudad europea no ha tenido ni una sola muerte en carretera en un año y su modelo urbano explica por qué
Modelo a seguir - Con más de 500 muertes y miles de hospitalizaciones en vías urbanas, las ciudades españolas siguen lejos de un modelo que priorice la vida sobre la fluidez del tráfico o el protagonismo del coche
Reducir a cero el número de accidentes de tráfico ha sido una aspiración constante en muchas ciudades, pero alcanzar ese objetivo supone afrontar múltiples desafíos al mismo tiempo. La circulación urbana implica una interacción continua entre peatones, ciclistas, conductores y vehículos motorizados, lo que multiplica las variables de riesgo.
A esto se suman factores imprevisibles como distracciones, fallos mecánicos o condiciones climáticas adversas que pueden desencadenar una colisión incluso en entornos con normativas estrictas. Por eso, en lugar de asumir que el riesgo puede eliminarse por completo, las políticas más avanzadas se centran en disminuirlo de forma sostenida mediante medidas que afectan a todo el sistema.
La capital finlandesa demuestra que reducir a cero las muertes por tráfico no es una utopía sino una estrategia sostenida
Helsinki ha sido uno de los ejemplos recientes más comentados por haber logrado encadenar doce meses sin registrar ninguna víctima mortal por causas vinculadas al tráfico, según confirmó el Ayuntamiento de la ciudad y la Policía Nacional de Finlandia. El último fallecimiento relacionado con una colisión se produjo en julio de 2024, y dese entonces no se han vuelto a registrar muertes en la vía pública. Lejos de atribuir ese resultado a una circunstancia excepcional, las autoridades locales lo vinculan con una transformación progresiva de su modelo de movilidad, que se ha ido consolidando a lo largo de más de dos décadas.
Entre las decisiones que han contribuido a reducir de forma significativa la siniestralidad, la limitación de velocidad en zonas residenciales ha sido una de las más influyentes. Desde 2021, más de la mitad de las calles de la capital finlandesa han adoptado un límite de 30 kilómetros por hora, medida que ha demostrado reducir de forma drástica la probabilidad de lesiones mortales en caso de atropello. Según datos recogidos por Liikenneturva, la entidad responsable de la seguridad vial en Finlandia, la probabilidad de fallecimiento para un peatón atropellado a esa velocidad se sitúa en torno al 10 %, frente al 50 % que se calcula cuando el vehículo circula a 50 km/h.
Además de reducir la velocidad, Helsinki ha rediseñado buena parte de su entramado urbano para favorecer una circulación más segura. El plan estratégico vigente entre 2022 y 2026 ha priorizado la protección de personas vulnerables mediante la mejora de pasos de peatones, cruces escolares y zonas compartidas. A esto se añade un refuerzo de la infraestructura ciclista que supera ya los 1.500 kilómetros, así como la implantación de nuevas líneas de tranvía y autobuses automatizados.
En palabras del ingeniero de tráfico del Departamento de Medio Urbano, Roni Utriainen, la actuación integral ha generado cambios medibles: “El transporte público en Helsinki es excelente, lo que reduce el uso del coche y, con ello, el número de accidentes graves”.
La cultura vial también ha evolucionado hacia un modelo más colaborativo. Desde el Ayuntamiento se ha insistido en que las mejoras no solo dependen de la tecnología o la ingeniería, sino también del comportamiento cotidiano de quienes usan las calles. En declaraciones recogidas por el diario Helsingin Sanomat, Utriainen apuntó que “los conductores ceden el paso a los peatones en la mayoría de los casos”. Esta predisposición ha sido respaldada por campañas educativas orientadas tanto a escolares como a personas adultas, y ha facilitado una convivencia más segura en espacios donde conviven distintos medios de transporte.
La vigilancia automatizada ha sido otro de los ejes de la estrategia. En paralelo al rediseño del espacio público, se han instalado más de 70 cámaras de control de velocidad que refuerzan el cumplimiento de los nuevos límites, especialmente en zonas escolares o puntos de alta concentración de usuarios vulnerables.
La aplicación de sanciones automáticas ha logrado reducir los excesos de velocidad y limitar las conductas agresivas al volante. La colaboración con los cuerpos policiales se ha mantenido constante, adaptándose a las nuevas tecnologías y consolidando una presencia disuasoria en áreas sensibles.
La mejora no llegó de golpe, sino tras veinte años de ajustes y decisiones coherentes
La experiencia de Helsinki ha despertado el interés de otras capitales europeas, aunque sus responsables advierten de que los resultados no dependen de una medida concreta, sino de una combinación mantenida en el tiempo. Entre 2003 y 2023, el número total de personas heridas en el tráfico urbano descendió de 727 a solo 14, lo que evidencia un proceso continuado de mejora. La estrategia finlandesa, en este caso, no parte de la idea de perfección inmediata, sino de una adaptación progresiva del entorno, el comportamiento y los medios disponibles.
En cambio, según cifras de la Dirección General de Tráfico, únicamente en 2023 murieron en vías urbanas más de 500 personas en España y casi 5.000 hospitalizados graves, unas cifras que demuestran la persistencia del problema en las ciudades españolas.
Aunque otros países como Irlanda siguen trabajando en campañas públicas para impulsar la visión de cero víctimas, el caso finlandés demuestra que el punto de inflexión suele venir cuando las políticas urbanas dejan de centrarse en los coches y empiezan a priorizar la vida.