Litio o vida: la línea roja de los humedales andinos
En nombre de una transición energética corporativa, Chile vuelve a caer en el conocido error de profundizar y perpetuar el sacrificio de territorios en nombre del desarrollo. Los humedales altoandinos —salares, vegas, bofedales y lagunas— regulan el ciclo del agua y el clima en la región más árida del planeta, sosteniendo una biodiversidad única y alimentando los modos de vida de pueblos indígenas y comunidades rurales. Los humedales andinos son un patrimonio natural de importancia mundial amenazado por un extractivismo minero-energético que altera los sistemas hídricos y degrada la biodiversidad.
Frente a estas amenazas y con la implementación progresiva de la Estrategia Nacional del Litio y Salares (ENL), desde la Alianza por los Humedales Andinos buscamos que se reconozca la necesidad de conservación. Sus herramientas técnicas presentan varias limitaciones: los criterios ecológicos se definieron con información parcial y desactualizada, se prioriza la expansión extractiva sobre la conservación efectiva, y el Comité Estratégico de Litio y Salares no cuenta con mecanismos claros de participación ciudadana, lo que restringe el acceso a información pública y debilita la legitimidad del proceso.
Este escenario se vuelve aún más crítico al considerar que el Estado chileno ha reconocido judicialmente los daños ambientales en varios salares: el Consejo de Defensa del Estado ha demandado a las empresas mineras Escondida, Zaldívar y Albemarle por afectaciones significativas en salares como Punta Negra, Tilopozo y el Salar de Atacama. ¿Qué aprendizajes se pueden integrar a los procesos de planificación que siguen en los próximos años? ¿Qué criterios se fortalecerán para proteger los humedales y salares andinos cuando se entreguen nuevas operaciones?
Ante un contexto de urgente protección de los ecosistemas altoandinos, hemos emitido una alerta urgente a la Convención Ramsar, el principal acuerdo internacional para la conservación de humedales. En ella advertimos sobre los cambios acelerados que ya están ocurriendo en los salares altoandinos, incluyendo siete sitios Ramsar en territorio chileno, y llamamos a que se activen los mecanismos de monitoreo, asistencia técnica y coordinación con los Estados Parte.
Chile tiene la oportunidad y la obligación de hacer las cosas de otra manera. Como firmante de la Convención Ramsar, debe garantizar la conservación y uso racional de estos ecosistemas estratégicos. Se deben incorporar las observaciones técnicas y sociales en la definición de la futura Red de Salares Protegidos, y que asegure un proceso transparente, basado en evidencia científica y con vinculación de las comunidades locales e indígenas, quienes claramente quieren una oportunidad de participar y proteger lo que todavía vive.
Porque sin agua no hay vida. Y sin salares, no hay futuro.