Jaime Monge es arquitecto de profesión y pintor de vocación. Sus obras han recorrido el mundo y él, tras ellas, ha descubierto lugares remotos donde las personas se identifican con sus pinturas. -¿Cómo empezó en el mundo de la pintura? -Ejercí como arquitecto durante mucho tiempo, pero siempre he pintado. Todo lo que hacía lo pintaba a mano. Desde un principio la arquitectura que pensaba era para las personas, era lo que daba vida a mis proyectos. Cuando regresé a España decidí ir un paso más allá y eliminar la arquitectura de esos planos y dejar los paisajes humanos. -Todo gira entorno a las personas... -Sí, observé que las personas tenían el sentido que necesitaba esa historia, y empecé a trabajar con eso. La persona como el centro de todo lo que hago. He evolucionado sobre este concepto que es muy filosófico, pero también muy gráfico y artístico. Al final es un elemento que me gusta como lenguaje, como firma de toda mi obra. -Esas personas con las que trabaja son en miniatura, muy minimalistas y abstractas. Cuando las pinta en conjunto, ¿qué representan? -Es muy interesante la forma de denominarlas abstractas. Y es que realmente tengo una intención de esquematizar a esas personas, quitarles los rasgos para poder generalizar y que todo el mundo se sienta parte de ellas. Que se queden como elementos caricaturescos y puedan conectar emocionalmente, incluso vivir las historias que hay dentro. Cuando esas historias se juntan, se generan paisajes humanos que tienen una segunda intencionalidad. Un concepto más general que gira en torno a momentos, memorias de playas, paisajes o elementos arquitectónicos, volúmenes y espacios que creo en base a mis vivencias. -¿Lleva su vida a los cuadros? -Todo lo pienso con respecto a mí y los pilares de mi vida. La familia, la amistad, el deporte son cruciales y toda mi obra la veo representada con la desfiguración de estos elementos. Pero tienen una connotación muy positiva porque me gusta que, lo que transmite mi obra, sea paz. Pensamientos muy geométricamente correctos que den paz y un poquito felicidad, buen rollo, que animen a mirarlo sin agobios. -En sus primeras pinturas trabajaba el blanco y negro, pero después ha incorporando mucho color. ¿A qué se debe este cambio? -Creo que la obra es el reflejo de la vida del artista, o debería serlo en parte, y en mi vida ha sido mi hijo el que ha aportado mucho color a todo lo que hago. Siento que he vuelto a la inocencia de la infancia de nuevo. Y lo que intento es crear conceptos más gráficamente felices con colores que transmitan, de forma rápida, esa felicidad. Siempre tratando de representarlo de una forma arquitectónica y geométricamente pensada para que esos conceptos funcionen. -¿Cómo encaja el diseño en estos conceptos arquitectónicos y tan personales? -Vengo de una familia de arquitectos y mi mujer es interiorista, todo mi entorno vive la arquitectura y el diseño. Además, creo que estos elementos tienen una nota común que es el arte y la creatividad. Me gusta el diseño porque creo que es llevar el arte a elementos diarios, pero que requieren de una gran creatividad porque hay más ataduras. Me gusta eso de llevar el arte a estos elementos. -Ha hablado de diversas artes, ¿hay alguna otra que le llame la atención? -Justo hace menos de una semana terminé una obra en la pared de uno de mis coleccionistas. Mi intención es, con alma de arquitecto, que mi arte sea volumétrico, que sea parte del espacio. Ahora estoy en un proceso de escultura, un proyecto muy bonito que verá la luz más adelante porque me gusta que todo esté bajo control y minuciosamente pensado. -Cuando comenzó sus proyectos, ¿contó con ayudas o becas? -La verdad es que no, porque empecé de forma muy orgánica y con una trayectoria muy a largo plazo. No sentí la necesidad de buscar ninguna subvención. Las artes plásticas cuentan con pocas ayudas del gobierno central, tenemos un IVA del 21% en galerías y del 10% para artistas. Lo que nos hace jugar en desventaja con otros países europeos donde existe un IVA reducido para el arte. A las galerías no se las considera cultura, pero si no tienes una que te represente no puedes ir a las ferias. Sí que existen iniciativas privadas y municipales, como el ayuntamiento de Madrid con Centro Centro, programando artistas contemporáneos vivos. Nosotros nunca lo hemos necesitado porque es un trabajo lento y no he tenido la necesidad de crecer de forma desorbitada. -¿Cuáles son sus referentes de la pintura y la arquitectura? -De la pintura son artistas que han trabajado mucho en contacto con arquitectos y que su arte tiene mucha geometría y conceptos muy claros, concisos y abstractos. La minuciosidad de Miguel Ángel, la atención al detalle de Jan van Eyck y la geometría abstracta del color de Wassily Kandinsky. Esos son más clásicos, pero actuales diría Basquiat, Tàpies y David Hockney. Luego, arquitectos como Tadao Ando, que tiene esa minuciosidad asiática, y Frank Gilbride, con líneas simples. -¿Se considera el heredero de Juan Genovés? -Genovés es un referente, un genio en su campo, y un iniciador de una técnica y de un movimiento artístico que es precioso. Por desgracia, no he podido ver mucho como eso durante estos años en el mundo del arte, no he visto tanta representación. No sabría decir si soy un heredero de su tipo de obra, porque intento ir por un camino más único y orientado a mi experiencia. Pero sin duda alguna siempre será una referencia. Es parte crucial de la evolución del arte en España, además de un referente mundial muy importante, si eres español hay que estar orgulloso. -Ha acudido a ferias internacionales como la Tokyo Art Fair en Japón y la Red Dot en la semana del arte de Miami. Además de nacionales como Estampa, la feria de arte contemporáneo de Madrid. ¿Cómo lleva esa parte del trabajo? -Tengo a mi representante, Carol, que se encarga de organizarlo y tenerlo muy controlado. Creo que es importante entender y conocer los diferentes mercados y las personas que hay en el mundo. Es muy interesante conocer a esa gente, cómo interpretan mi obra, qué es lo que se llevan de ella. En lugares tan cercanos como Berlín, tienen una interpretación mucho más cercana a mi obra, porque la arquitectura de esta ciudad tiene mucho concepto de ese perfeccionismo. -¿Cuál diría que es su público ideal? -Me gusta pensar que no tengo un público ideal. Por suerte, tengo coleccionistas de muchísimos lugares del mundo. Tanto muy jóvenes, que quizás sea la primera obra de su colección, como más experimentados o con más nombres, que han visto que mi obra era una parte crucial de su colección. Entiendo que el arte, en este caso, no tiene una limitación social o demográfica. También diría que tengo mucha conexión con los arquitectos. -Ha comentado lo diferente que es el público de Berlín, ¿qué más les distingue a ellos, y al mercado europeo, de España? -Te diría que es relativamente subjetivo, no tengo datos, lo que tengo son las experiencias con las personas. He hablado con coleccionistas de muchos lugares y mi obra ha viajado por todo el mundo, por suerte se han enamorado en todos lados. No tengo ni buenas ni malas cifras, ojalá todo el mundo pueda tener una obra mía, al final es lo importante. Tengo una buena experiencia con Europa y en España siguen mis fans número uno, porque es donde crecí y empecé a trabajar, y sigue creciendo mi legado aquí. -El mercado del arte está sufriendo una caída, ¿esto le está afectando de alguna forma? -En mi caso, como artista emergente, no he notado una caída. Ni subidas ni bajadas. Tengo bastante estabilidad dentro de mi momento específico de mi carrera. Hay mucha gente que le gusta mi obra y no he tenido esas bajadas. Creo que esas subidas o bajadas pueden ser para artistas más grandes, el mercado secundario y demás. -Y la Ley del mecenazgo en España, ¿tampoco le afecta? -La verdad es que a mí no me ha afectado. Creo que voy a un ritmo tranquilo en el que no tengo esa velocidad estrepitosa ni esas subidas ni bajadas. Intento no verme afectado, a veces es imposible por lo que sucede en el entorno, pero tiene que ser para un mercado un poco más grande.