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Equipos sobresalientes versus talento individual, por Maria Ángela Prialé

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En un mundo donde la búsqueda de la excelencia frecuentemente se centra en el talento individual, merece la pena recordar un viejo proverbio, de origen incierto, pero profundo significado: “Si quieres ir rápido, ve solo. Si quieres llegar lejos, ve acompañado.”  Asimismo, en una sociedad caudillista como la peruana reflexionar sobre este asunto parece relevante, especialmente en el ámbito del liderazgo.

La importancia del trabajo en equipo

En un entorno organizacional de ganadores y perdedores se suele considerar como talento estrella a los ejecutivos inteligentes, perfeccionistas y sobre exigentes que se obligan a sí mismos a trabajar intensamente para conseguir los resultados deseados. Eso no está mal, pero esconde el riesgo de que esas talentosas estrellas asuman que “deben empujar solos el carro de los resultados” y terminen agotados ante la incertidumbre y la presión de decidir rápido y bien.

Es en esas situaciones cuando los “eslabones más débiles” del equipo muestran su verdadero valor. Nos referimos a ejecutivos que, si bien no encajan en los criterios del talento estrella, poseen temperamentos equilibrados, se mantienen conectados con los demás y suavizan las relaciones dentro del sistema, de forma que, gracias a su capacidad para establecer vínculos sociales profundos, evitan que los empleados estrella caigan abatidos por el estrés (y el cortisol), y que experimenten el predominio de sensaciones de frustración, preocupación y desesperanza. De esta forma, conformar un equipo sobresaliente, aquel en el que sus integrantes se equilibran, incluso emocionalmente, termina siendo más importante que “fichar” al mejor de los talentos. 

Cómo empezamos a construir equipos sobresalientes

Los equipos y las organizaciones son sistemas basados en relaciones humanas que, con frecuencia, se ven debilitadas en las organizaciones por una “mentalidad de medición de desempeño” que asume que todos somos iguales. Esto enfrenta a los individuos y sus aportes únicos contra un conjunto uniforme de indicadores, y, con frecuencia, también los lleva a competir, enfrentándose, a veces en una guerra por protagonismo, que además en ciertas situaciones se produce de forma encubierta. Se glorifica a un arquetipo específico de ejecutivo reduciendo el espacio para el reconocimiento de otras voces que no encajan en ese modelo. Trabajar en estructuras como la descrita puede mermar la capacidad de formar equipos sobresalientes que potencien el talento individual.

Entonces, para construir equipos sobresalientes, y no solo a un grupo de personas que trabajan juntas, en primer lugar, hace falta reconocer que el talento posee múltiples caras, una de ellas es la construcción de armonía. La neurociencia enseña que en armonía se liberan oxitocinas, dando como resultado un estado mental en el que priman sentimientos de apertura, compromiso, valentía y curiosidad. El estado mental, a su vez, determina en gran medida cómo procesamos y respondemos a un mismo conjunto de hechos. Cuando hay armonía nuestra respuesta es más efectiva. Por ejemplo, algo tan simple como atender una llamada del cliente más importante de la empresa puede generar irritación o una sensación de oportunidad, en función del estado mental en el que se encuentre quien la reciba.

Siguientes pasos: Fomentar el nosotros en lugar del yo

Si bien cambiar toda una estructura organizacional que premia las individualidades puede estar fuera del control inmediato del líder, lo que sí puede intentar es moldear la cultura dentro de sus equipos. Para ello, distintos estudiosos del liderazgo recomiendan que el líder conozca su sistema de valores y dirija con el ejemplo.

Las culturas de equipo basadas en valores que promueven el bienestar no surgen por sí solas, necesitan de líderes “molde”, que formen a los demás miembros del equipo, en el tipo de comportamiento deseado. Para ser “molde” los líderes deben ser claros y explícitos sobre sus valores y pasar tiempo con sus equipos.

Por otro lado, deben establecer absoluta claridad operativa. Las complejidades y turbulencias propias de cualquier estructura organizacional pueden descarrilar incluso al equipo más humano y sólido. La falta de claridad en las expectativas de los roles, los objetivos, las responsabilidades, las estructuras de colaboración y los procesos de evaluación, conducen al desastre. Los miembros del equipo necesitan saber dónde están, quiénes son dentro de la estructura, hacia dónde se dirigen y cómo se medirá el éxito del equipo. Lo más complejo en esta tarea es hacer seguimiento a estas estructuras, y para ello la clave es la comunicación.

Finalmente, el Inspirar confianza por encima de todo es el pegamento que mantiene unido a un equipo sobresaliente. Si es difícil mantenerla con allegados, lo es más con un grupo de personas que operan en entornos dinámicos llenos de factores estresantes. Sin embargo, para que la innovación y creatividad florezcan, los equipos deben poder operar sin temer represalias por una idea que no resultó, o por la honestidad al expresar dudas o desacuerdos. ¿Será posible que en sociedades como la nuestra pasemos de buscar caudillos a sostenernos en los equipos?




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