Ni la losa del peor límite salarial de Primera, ni la obligación de vender a tus mejores futbolistas para fichar a coste cero, ni esa inquietante tiesura de las arcas que compromete el futuro, ni siquiera la dolorosa fractura institucional y social que, irremediablemente, afecta a lo deportivo… nada perturba el plan de un Matías Almeyda que parece haber nacido y crecido en la misma carretera de Utrera y cuya metodología está calando entre una afición ávida de levantarse y en un vestuario que después de mucho tiempo emana 'hambre' por ganar, por reivindicarse. Él vivió hace casi treinta años, como jugador, la experiencia de una nefasta temporada en el Sánchez-Pizjuán que desencadenó en descenso. Lo guardó como aprendizaje y...
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