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Mirtha Vásquez: “A Keiko le pueden poner la chapa de la candidata de las AFP”

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Más allá del ataque político, de que la hayan sacado de la relación de presidentes del Congreso en una reciente ceremonia, esto de inaugurar placas con pompa y protocolo en el Palacio Legislativo, ¿no es un poco una huachafería?

Yo creo que en los últimos años hemos visto cómo la política se ha ido degradando y se reduce a expresiones bastante insignificantes, superfluas. Vemos cómo nos regimos más por cuestiones simbólicas que por lo que realmente los políticos pueden hacer. La clase política piensa que colgándose esta suerte de placas o estos reconocimientos va a conseguir legitimidad entre la población, pero yo creo que la población a estas alturas comprende perfectamente que estos actos no son más que parte de la vanidad política. Me parece que son cosas que hay que ir analizando, porque, mira, en relación a cómo funciona el Congreso, todos los actos y los símbolos que ahí se mantienen todavía, nos plantean una necesidad de reforma, no solamente de la clase política, sino de la institucionalidad como tal, de las expresiones políticas.

¿Y usted estuvo alguna vez en un acto parecido en el tiempo que fue presidenta del Congreso?

En realidad, me tocó lidiar muchísimo con eso, porque tenemos un Parlamento que en realidad se fija mucho en esos hechos simbólicos, de reconocimiento, que ellos sienten que son importantes, que tienen que ver con cómo se miran ellos en relación a la sociedad. Todo el tiempo tenía solicitudes de parlamentarios que querían que les mande a hacer placas porque simplemente eran parte de una comisión. Me acuerdo mucho de la pelea con la Comisión del Bicentenario, que quería una placa específica donde pusieran sus nombres. Y además yo peleaba mucho porque no querían cualquier placa, querían una placa que era bastante costosa. Hubo una discusión al punto que, como no querían ellos cualquier placa, llegamos a una negociación en la que el Congreso.

Había mesas de trabajo sobre las placas.

(Se ríe) No era una mesa específicamente, pero era como espacios donde ellos venían a cada momento a discutir ese tema. Y llegamos a una negociación en la que yo le dije, miren, el Congreso solo puede cubrir este monto, que era una placa básica, pero si ustedes quieren una placa mucho más elegante, pues pueden poner de sus propios recursos. Como ese tengo miles de ejemplos, porque no solo eran las placas, era que querían que mandemos hacer bustos a nombre de gente que ellos consideraban importante.

El reino de la superficialidad.

Sí, somos un Parlamento que todavía tiene una tradición con símbolos aristocráticos.

Ahora, su paso por la presidencia del Congreso fue inusual, porque usted no conocía el Palacio Legislativo. Para ese momento las sesiones eran virtuales, por la pandemia.

Sí, al Parlamento los congresistas comunes y corrientes como yo no asistíamos, porque nos lo prohibieron por la pandemia, y solo iban los voceros. Así que apenas juramenté, al día siguiente me fue a mi casa a sesionar y yo no conocía ni mi propia oficina. Entonces viene todo el momento de la situación política de confrontación por el tema de Merino, sin haberlo planificado jamás. Y terminó siendo presidenta del Congreso, y yo no conocía ni siquiera la oficina de la presidencia del Congreso, apenas conocía el hemiciclo y me perdía un poco en todo el edificio del Parlamento.

¿Por qué acto concreto diría que la detestan tanto en este Congreso?

Yo creo que hay hasta tres cosas específicas. La primera tiene que ver con la revancha que tienen, no solamente contra mí, sino contra toda la mesa directiva que asumió en ese entonces, porque fuimos elegidos con los propios votos de la gente que era opositora a nosotros, y lo hacen porque se ven forzados por la presión popular. Nosotros entramos a reemplazar a un régimen que la gente calificó como golpista. Conmigo fueron particularmente agresivos desde el minuto cero porque sentían que les quitaba el espacio. De hecho, Merino nunca me hizo transferencia del cargo. Lo segundo tiene que ver…

Ya con su gestión.

Sí, pero también con que no soy política de carrera, soy una desconocida, y entonces intento hacer las cosas un poco siguiendo mi sentido común y escuchando mucho a la gente allá afuera. Y hacer las cosas diferentes en el Congreso es un reto tremendo, es desafiar toda una estructura que ya está instalada. Por ejemplo, empiezo a pensar y digo: ¿Cómo se arman las agendas para llevar los proyectos al Pleno? Y siempre hay una tradición: O la agenda la armaba el presidente, dependiendo del poder que tenía, o se hacía con acuerdos y componendas entre los voceros con más poder. Y yo digo: Así no vuelve a ser más, debemos tener una agenda del pleno que refleje la pluralidad y aquí todos tenemos derecho a meter nuestros proyectos. E inventamos una fórmula con mi oficial mayor. Era algo desafiante para ellos. Ellos querían seguir con el modelo anterior. Y yo les decía que el reglamento permitía que el presidente de la mesa directiva construyera algo nuevo. Y ellos no esperaban esa actitud. Yo tengo la hipótesis de que a mí me eligieron porque me veían como una persona aparentemente débil, mujer, pequeña.

Pensaban que era manipulable.

Exacto. Me lo llegó a decir un colega: Oye, no te juntes mucho con Rocío Silva Santisteban. Y lo decían porque pensaban que Rocío iba a gobernar detrás mío. Y yo les decía, ¿pero por qué? ¿Por qué piensan eso de mí, que yo voy a dejarme manipular por alguien? Y creo que el tercer punto fue que no funcionó ese intercambio que había. Decían: Danos tal cosa y votamos a favor de esto, danos tantos puestos de trabajo. Era impresionante, cada bancada llegaba con su lista. Y yo empecé a decir no, y eso me trajo un montón de problemas.

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¿Y que esta semana hayan tratado de invisibilizar su gestión en la presidencia del Congreso no es contradictorio? Porque también han tratado de inhabilitarla por lo que hizo como presidenta. Es decir, para las denuncias sí fue presidenta, pero para las placas no.  

Sí, me visibilizan cuando tienen que acusarme, pero cuando tienen que reconocer que he sido parte del Congreso, que he sido parte de la historia de ese Congreso, no lo hacen. En el fondo es eso, la invisibilización para ellos es una forma de revancha. Y me parece, como siempre, una acción torpe. Yo me he reído mucho porque ellos han pensado que no poniéndome en la placa se olvidaba mi paso por allí, pero, por el contrario, ese día se habló mucho de mi gestión y de la forma como trabajé.

Ahora, este Congreso ha actuado envalentonado durante estos últimos años, ha sacado leyes pro crimen, ha hecho lo que ha querido con el presupuesto, a pesar de las advertencias del MEF, y ha sacado de la carrera electoral a los que ellos consideran sus enemigos. Sin embargo, frente al tema de las AFPs por primera vez se han visto en la necesidad de dar marcha atrás, ¿a qué lo atribuye usted?

Yo estoy clara en que esta marcha atrás sobre el tema de las AFPs es por dos cosas. Uno porque estamos en época electoral y ya están bastante desprestigiados y bastante golpeados por la ciudadanía y no les conviene seguir en esa situación tan endeble. Pero, además, yo creo que sí sigue funcionando el tema de la presión de la calle. Los políticos, por más indiferentes y cínicos que sean, cuando hay una movilización importante y seria la toman en cuenta. Y en este caso ha sido bien sintomático el hecho de que sean jóvenes autoorganizados los que salen a la calle y a ellos les han tenido miedo ¿Por qué? Porque saben que las protestas espontáneas tienen la posibilidad de crecer, de fortalecerse, de ser muy fuertes, porque son muy genuinas. A veces se organizan protestas, los gremios por ejemplo organizan protestas, pero el Congreso las minimiza porque tienen identificados quiénes son, los pueden amenazar, cooptar, pueden hacer una serie de acciones, pero qué hacen frente a jóvenes que se autoorganizan

Además que la convocatoria a estas últimas protestas ha venido de canales poco conocidos, actuales, como la plataforma Kick,

Claro, ellos saben que en este momento no hay voces y líderes políticos fuertes, pero que sí pueden reemplazar ese liderazgo político, jóvenes que ahora tienen un rol, una actoría muy importante y que movilizan mucho. Son estos jóvenes  tiktokers, influencers, que tienen mucha ascendencia en la población más joven y tienen el potencial de movilizar como movilizaría a un gran líder social.

Ahora otra lectura es que, sobre todo la señora Keiko Fujimori, ha tenido temor de que le pongan la chapa de la candidata de las AFP, y por eso han dado marcha atrás.

Sí, yo creo que eso también pega porque tiene que ver con la etapa electoral. No solamente es el miedo a perder su caudal o su legitimidad en época electoral, sino a cómo los van a etiquetar en las elecciones, a cómo pierden el voto, y eso depende de la etiqueta. Y a Keiko le pueden poner la etiqueta de la candidata de las AFP, la gente opositora puede construir muy fácilmente en este momento un discurso claro en contra del fujimorismo por todo esto que está haciendo.

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Alguna vez ha contado que durante su paso por la PCM usted tuvo una relación respetuosa pero distante con el presidente Castillo, porque no pensaban igual, lo que contrastaba con la relación del presidente con la señora Boluarte, que era de mucha confianza. Incluso el presidente le pedía que consultara algunas decisiones con la señora Boluarte.

Eso es absolutamente real. Yo siempre he dicho que mi relación con el presidente fue de respeto, pero siento que él no tenía total confianza en mí, porque estaba muy sobre asesorado, tenía mucha gente a su alrededor, tomaba decisiones con ellos y no era pues la gente más indicada, muchos de ellos tenían incluso antecedentes de corrupción y eso iba generando un choque con mis posturas. Y sí, muchas veces me decía: “Hay que consultarle a la doctora Dina”, para algunos temas. Tenía una relación muy cercana con Dina. Dina era una persona que a mí me llamaba la atención por esa actuación un poco exagerada de cariño con el presidente. Llegaba, lo abrazaba, se abrazaban los dos.

Usted dice que lo llamaba maestro.

Sí, le decía maestro, se reía mucho con él, hablaban de cosas personales. Bueno, ella era muy exagerada en mostrarle que era una persona leal a él

Qué lejanos están esos días.

Sí. La Dina de ahora es absolutamente otra. La Dina de ahora es una figura falsa en todo sentido.




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