El municipio de Nezahualcóyotl, con más de un millón de habitantes según el último censo del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), enfrenta retos históricos relacionados con la regularización de la tierra y la vivienda social, que ante los riesgos ambientales expertos afirman que ahora, más que nunca, requiere un plan de vivienda digna con planeación e inversión compartida.Este desequilibrio en su desarrollo, como muchos municipios del Estado de México, generó que las fuertes lluvias del pasado sábado 27 de septiembre inundaran sus calles, lo que afectó a más de 22 mil personas, principalmente en las colonias Vicente Villada, La Concordia y La Colmena.Las lluvias intensas provocaron el colapso del colector Villada, lo que dejó a ocho mil familias atrapadas entre aguas negras durante 48 horas.Alfonso Iracheta, investigador del Colegio Mexiquense, advirtió que hay hogares pobres que se establecieron en terrenos con riesgos ambientales (recordando que Neza se estableció en una zona lacustre), alejados de servicios básicosy sin interés para el mercado formal. “Este fenómeno es resultado de lo que podría llamarse marginación por precio o gentrificación: los sectores más pobres son expulsados de zonas urbanas centrales que se encarecen, obligándolos a desplazarse hacia suelos inundables, con fracturas geológicas o ubicados en cerros”, remarcó.Origen de la “ciudad”La historia de Ciudad Nezahualcóyotl se remonta a la década de 1940, cuando comenzó la colonización del lago de Texcoco, desecado para entonces, dando origen a las primeras colonias sobre un terreno prácticamente baldío. En abril de 1963, la localidad se consolidó oficialmente como municipio, fortaleciendo su desarrollo gracias a la inversión pública en servicios básicos,que su nombre rinde homenaje al célebre tlatoani de Texcoco, Nezahualcóyotl, cuyo significado es “Coyote en ayuno”.El investigador de la UAEM y la UAM-1, Pedro Ocotitla Saucedo, cuenta que miles de colonos pobres se movilizaron en demanda de que se deslindara el origen de las tierras donde habitaban y que se castigara a los fraccionadores. “Pero la demanda no era nueva, la tenencia y propiedad de la tierra se puso en entredicho desde 1948 por considerarse de tipo comunal o federal. Ahora bien, no sólo los colonos se manifestaron colectivamente por este motivo, desde años atrás los campesinos de Chimalhuacán venían peleando la posesión de una parte de los terrenos desecados del Vaso de Texcoco, que en los años cuarenta les habían arrebatado las empresas inmobiliarias”, expuso.La economía local se concentra en comercio, servicios y microindustria, con sectores como alimentos y bebidas, textiles, químicos y productos metálicos conformando gran parte de la estructura productiva del municipio, según la Secretaría de Economía y DataMéxico.Este dinamismo urbano se refleja en su alta contribución al Producto Interno Bruto (PIB) estatal, aunque con participación moderada en el PIB nacional, dado que la mayor parte del empleo se concentra en comercios chicos y servicios.Durante la década de 1940, mientras el lago se secaba, los primeros habitantes llegaron provenientes de Oaxaca, Puebla, Guerrero, Michoacán, Jalisco y zonas de la Ciudad de México como Tepito y La Candelaria de los Patos, buscando construir su patrimonio cerca de la capital. Este asentamiento inicial convirtió a Nezahualcóyotl en un refugio para familias migrantes.Para 1970, la población alcanzó los 600 mil habitantes y, en 2020, el INEGI reportó un millón 77 mil 208 personas, de las cuales 517 mil 59 son hombres y 549 mil 376 mujeres, consolidando al municipio como una de las zonas más densamente pobladas del país.El proyecto en el Bordo de XochiacaEl Bordo de Xochiaca, construido en 1945, ha sido históricamente receptor de grandes cantidades de desechos, alcanzando 12 mil toneladas diarias, sumando residuos de mercados, rastros e industrias. Entre 1986 y 1991, la superficie del Bordo se amplió a 80 hectáreas con 600 mil toneladas adicionales; de 1992 a 1994 llegó a 105 hectáreas con cinco millones 819 mil toneladas. Para 2007, contaba con 420 hectáreas y más de 30 millones de toneladas de residuos, ubicado en zona acuosa, propensa a hundirse, su carga genera riesgo de contaminación de mantos freáticos. Cada metro cuadrado soporta 16 toneladas de basura, lo que provoca deformaciones del suelo y riesgo de ruptura de la membrana protectora, según estudios de la Universidad Autónoma de México.El proyecto “Ciudad Jardín” combina criterios ecológicos con desarrollo social y económico, tras el cierre definitivo del relleno Neza I, se implementó un programa de producción de composta dentro del Proyecto Piloto de Separación de Desechos Sólidos Domiciliarios, bajo la supervisión de especialistas de la UAM y el IPN.Se destinó un terreno de 30 hectáreas para la construcción de una planta de tratamiento, donde se generan composta mediante bacterias termófilas, operada por una cooperativa de 850 pepenadores y una empresa paramunicipal.El enfoque ecológico incluye la regeneración de un complejo deportivo de más de 600 mil metros cuadrados de áreas verdes, con recarga de agua tratada, generación de energía local, reutilización de agua pluvial y tratamiento de agua para riego. Se reutilizaron desechos orgánicos para producir 160 mil metros cúbicos de tierra vegetal destinada a siembra de árboles y pasto. Asimismo, se creó un vivero para reforestar la zona, eliminar fauna nociva, reducir partículas y bacterias en el aire, y mitigar la contaminación del manto freático.Durante la etapa de cierre del tiradero y construcción del complejo, se generaron cinco mil plazas temporales y, en operación regular, 3 mil 500 empleos permanentes, principalmente para habitantes del municipio, incluidas personas con capacidades diferentes, reflejando la combinación de desarrollo urbano, inclusión social y sostenibilidad ambiental que caracteriza al proyecto.SolucionesExpertos señalan que no hay una solución simple para el desorden de Neza, se tiene que hacer un plan de desarrollo de vivienda digna con inversión comparatida entre gobierno, empresas y los mismos habitantes del municipio.Jaime Linares Zarco, profesor de tiempo completo en la FES Aragón de la UNAM, quien ha investigado por años la evolución urbana y económica de Ciudad Nezahualcóyotl, reveló en un estudio que el municipio enfrenta el reto de ordenar su crecimiento tras décadas de autoconstrucción y hacinamiento, lo que obliga a priorizar vivienda vertical, mejor calidad de los servicios urbanos y un manejo integral del territorio.Señala además que, aunque megaproyectos como Ciudad Jardín modernizaron la imagen y generaron empleo, las soluciones de fondo pasan por políticas públicas que atiendan la saturación habitacional, reduzcan la inseguridad y fortalezcan la planeación urbana más allá de la lógica del consumo.Para ello, Alfonso Iracheta, asegura que, aunque la política de regularización ha avanzado en México, formalizar la tenencia de la tierra por sí sola no resuelve la exclusión social ni los riesgos ambientales. Propone un enfoque integral basado en cuatro procesos: formalización jurídica de los terrenos, implementación de acciones habitacionales con acceso a servicios, oferta planificada de lotes y viviendas para evitar irregularidades crecientes, y atención a nuevas irregularidades como la coexistencia de varios núcleos familiares en un mismo predio o la subdivisión informal de lotes.Dentro de este marco, plantea la creación de “polígonos de urbanización social”, espacios con usos mixtos que integren vivienda para distintos ingresos, comercio, servicios, salud, educación y equipamiento, promovidos por el Estado y ejecutados en colaboración con el sector privado y la autoconstrucción, apoyada por bancos de materiales, créditos y asesoría técnica de estudiantes y profesionales de arquitectura, ingeniería y urbanismo.Sobre la inversión del plan Integral de la Zona Oriente del Estado de México, que incluye planes de 75 mil 786 mdp, de los cuales el Gobierno Federal aporta 60 por ciento, el gobierno del estado 30 por ciento y los municipios 10 por ciento, Iracheta señala que la combinación de inversión pública, privada y aportaciones familiares puede alcanzar la meta, siempre que se cumplan reglas de planeación y construcción.Advierte, además, que replicar errores del pasado, como conjuntos homogéneos, carencia de servicios, transporte deficiente y falta de equipamiento básico, es contraproducente; problemas presentes en más de once millones de viviendas sociales construidas entre 2000 y 2019 en el país.Para Iracheta, la clave radica en proyectos mixtos y flexibles que combinen autoconstrucción, vivienda en renta, vertical y horizontal, e integren desde el inicio los equipamientos necesarios según la población estimada.Laregularizacióntambién debe atender nuevas formas de ocupación: viviendas que crecen con la familia, subdivisión informal de lotes y venta de porciones sin documentación. “Cada uno sabe que el terreno que adquiere, ponen sus delimites, no hay un papel, no hay reconocimiento legal ni pago de impuestos”, explicó el expertoAG