Matilde de Bélgica, Máxima de Holanda y las grandes duquesas de Luxemburgo: el despliegue de estilo que ha marcado la histórica jornada
El 3 de octubre pasará a la historia de Luxemburgo como el día en que el Gran Duque Enrique puso fin a un reinado de 25 años para ceder la corona a su hijo, Guillermo. Una ceremonia cargada de solemnidad, emoción y tradición que no solo fue relevante en lo institucional, sino también en lo estilístico. Las reinas invitadas y las grandes duquesas protagonizaron un auténtico desfile de moda y elegancia que no dejó indiferente a nadie.
La sobriedad impecable de Matilde de Bélgica
La reina Matilde acudió fiel a su estilo refinado, siguiendo la etiqueta que marcan los grandes actos de Estado. Optó por un vestido rojo oscuro de largo midi, con manga tres cuartos y detalles troquelados en el escote, que combinó con un fino cinturón a juego. Su look ganó aún más fuerza gracias a un bolso Lady Dior en rojo cereza, uno de los emblemas de la maison francesa que la soberana belga suele elegir en ocasiones especiales.
La combinación fue todo un acierto: sobria, solemne y a la vez cercana, reforzando el vínculo histórico que une a los monarcas belgas con la familia gran ducal luxemburguesa, ya que el rey Felipe y Enrique son primos hermanos.
Máxima de Holanda sorprende en tonos neutros
Si hay algo que caracteriza a la reina Máxima es su inclinación por los colores vibrantes y los accesorios llamativos. Sin embargo, en Luxemburgo sorprendió con una elección más contenida. La soberana optó por un vestido verde oliva con cuello entrelazado y cinturón joya, al que añadió una de sus piezas favoritas: la capa camel, sello indiscutible de su estilo.
Completó el conjunto con un clutch negro y unos discretos pendientes, proyectando una imagen de sofisticación serena que, sin renunciar a su personalidad, resultó perfecta para un día de enorme carga institucional.
El adiós estilístico de María Teresa de Luxemburgo
La hasta ahora Gran Duquesa María Teresa quiso despedirse del título con un look de impacto. Eligió un diseño exclusivo de Natan en tono borgoña, con escote semicircular, falda acampanada y capa integrada. El conjunto estuvo acompañado por zapatos de Prada en color nude, un clutch dorado rígido y un conjunto de pendientes y pulsera de amatistas sobre oro amarillo de Pomellato.
Fue su manera de cerrar un ciclo con fuerza, apostando por un estilismo solemne que reflejaba tanto la tradición como su propia huella en la moda real durante más de dos décadas.
Stéphanie debuta como Gran Duquesa con un look imperial
El protagonismo también recayó en Stéphanie de Luxemburgo, quien estrenó oficialmente su papel como Gran Duquesa consorte. Para la ocasión, lució un vestido azul celeste de corte imperial, elaborado a medida con capa integrada, corpiño bordado en pedrería y falda de tul plisada.
El aire etéreo y regio del diseño se completó con un recogido imponente y joyas de plata con diamantes, transmitiendo solemnidad y frescura a partes iguales. Fue un debut que no pasó desapercibido, consolidando su imagen como nueva anfitriona del Gran Ducado.
Moda y monarquía: un mensaje compartido
Más allá de los colores y las firmas, los estilismos de Matilde, Máxima, María Teresa y Stéphanie fueron un reflejo de lo que significa la monarquía europea en pleno siglo XXI: tradición, solemnidad, pero también personalidad y evolución. Cada una, a su manera, dejó claro que la moda en palacio es mucho más que estética; es un lenguaje cargado de símbolos y mensajes en un día que quedará grabado en la historia de Luxemburgo.