El primer ministro francés rechaza aprobar los presupuestos por decreto y tiende la mano a la oposición
Sébastien Lecornu apura los tiempos para llegar a su discurso en la Asamblea Nacional el próximo martes con el trabajo hecho, y no parece tarea fácil. El primer ministro francés busca a la desesperada un pacto de no agresión con los socialistas que le permita sobrevivir al complejo trámite de los presupuestos. Este viernes el jefe de gobierno ha recibido en el palacio de Matignon al secretario general del PS, Olivier Faure, quien, tras el encuentro, ha señalado que el presupuesto que plantea el nuevo primer ministro es una copia “muy insuficiente incluso alarmante” del proyecto de su antecesor en el cargo, François Bayrou, derrocado tras una moción de confianza a principios de mes ante la falta de apoyos para unos presupuestos que pretendían recortes por valor de 44.000 millones de euros para enderezar la deuda de Francia. También ha salido “decepcionada” de la ronda de contactos de este viernes Marine Tondelier, la líder ecologista. “Quieren mantener la misma trayectoria que Bayrou pero cambiando el envoltorio y la comunicación” ha criticado Tondelier a la salida de la mesa de diálogo.
Antes de ello, a primera hora, y en la que es la primera declaración de Lecornu ante la prensa desde que llegara al puesto hace tres semanas, el primer ministro ha realizado un anuncio de alcance para intentar convencer a la oposición de que no lo censuren. No aplicará el artículo 49.3 para aprobar los presupuestos por la fuerza, es decir, abandona el método del "decretazo" que tanto habían utilizado sus antecesores en el cargo. “La cuestión ahora es saber cómo cada uno puede hacer un gesto sin renegar de sus convicciones” ha lanzado Lecornu, en un movimiento estratégico de tender la mano para sobrevivir. El anuncio ha sido en líneas generales bien recogido por la oposición que lleva desde hace tiempo denunciando la falta de consideración al debate parlamentario. Socialistas y ecologistas lo han calificado de “pequeño punto de inflexión” e incluso Le Pen ha saludado una medida “más respetuosa con la democracia”. El líder comunista, Fabien Roussel, ha ido más allá explicando que no tendría sentido presentar ahora una moción de primeras, algo que contrasta con la izquierda radical de Mélenchon que sigue anclada en la censura contra todo y desde el principio.
Los socialistas esperan de aquí al lunes que Lecornu les presente un modelo de presupuestos que pueda inclinarles a no censurar pero la ecuación parece complicada. La principal demanda de la izquierda, instalar la llamada “tasa Zucsman” para que tributen con un 2% los patrimonios de los ultrarricos (más de 100 millones de euros de patrimonio), ya ha sido rechazada por el primer ministro que, sin embargo, se ha mostrado abierto a otro tipo de impuesto a las grandes fortunas. Lecornu dispone de poco tiempo para convencer a unos y otros, haciendo guiños a la izquierda pero sin olvidar que la derecha de Los Republicanos es imprescindible en la ecuación. El inquilino del palacio de Matignon podría nombrar a su nuevo gabinete durante el fin de semana y al cierre de esta edición aún persisten las negociaciones y las dudas sobre la entrada de los conservadores en el Ejecutivo.
En la víspera de esta ronda de contactos, Lecornu había asegurado que el suyo “no será un presupuesto de austeridad y regresión social”, y que el próximo año aumentarán tanto los recursos destinados a las pensiones (en 6.000 millones de euros) como el gasto sanitario (en 5.000 millones), en un claro intento de poner distancias con su antecesor en el puesto.
En ese difícil equilibrismo de gestos hacia unos y otros, Lecornu también ha intentando acercarse a Le Pen. El primer ministro confirmó que habrá una reducción de 6.000 millones en la estructura y la maquinaria del Estado. Esta era una reivindicación del Reagrupamiento Nacional, pero voces del partido ya alertan sobre la “falta de tiempo” para votar el nuevo presupuesto, en lo que parece que será una secuencia política acelerada en este mes de octubre que nadie sabe a ciencia cierta cómo puede terminar. En el mejor de los casos para Macron, con un acuerdo de no censura de socialistas y aprobación de presupuestos y en el peor, con una nueva censura que arrastre, esta vez sí, a una ineludible convocatoria de legislativas.