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Cinco señales para saber si tu hijo tiene una inteligencia emocional desarrollada

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Durante la crianza es común que las notas académicas o las habilidades deportivas suelen acaparar toda la atención y sean baremos para medir la eficacia de la educación. A menudo se olvida que existe otra forma de “inteligencia” igual o incluso más determinante para el futuro: la inteligencia emocional. El concepto, popularizado por el psicólogo Daniel Goleman en los años 90, se refiere a la capacidad de reconocer, comprender y gestionar las propias emociones, al mismo tiempo que se identifican y respetan las de los demás. En la infancia, estas habilidades no solo ayudan a los niños a relacionarse mejor con su entorno, sino que también favorecen la resiliencia, la empatía y la confianza en sí mismos.

Según la Asociación Española de Pediatría, trabajar la educación emocional desde edades tempranas puede prevenir problemas de conducta, mejorar la convivencia en la escuela y reforzar la autoestima. Pero ¿cómo saber si tu hijo ya muestra estas cualidades? Aquí te dejamos cinco señales que los expertos destacan como indicios claros de una inteligencia emocional desarrollada.

1. Expresan lo que sienten con claridad

Muchos niños, cuando están enfadados o frustrados, se limitan a llorar o a mostrar conductas desafiantes. Sin embargo, un niño con inteligencia emocional sabe poner palabras a sus emociones. Frases como “Estoy triste porque hoy nadie quiso jugar conmigo” o “Me enfadé porque no me salió bien el dibujo” son una muestra de esa capacidad.

Esta habilidad no solo les ayuda a entenderse mejor a sí mismos, sino que también facilita que los adultos podamos acompañarlos de forma más adecuada. Como señala la psicología infantil, cuando los niños aprenden a nombrar lo que sienten, ya han recorrido la mitad del camino para poder gestionarlo.

2. Muestran empatía hacia los demás

Otra señal inequívoca es la preocupación genuina por lo que sienten los demás. Un niño emocionalmente inteligente detecta el malestar en un amigo aunque no lo exprese con palabras, y busca consolarlo con un gesto, un abrazo o compartiendo su juguete.

La empatía es una de las habilidades más valiosas en la vida adulta, y los estudios de la Universidad de Harvard han demostrado que los niños que la desarrollan temprano tienen más probabilidades de mantener relaciones interpersonales saludables y estables en el futuro.

3. Saben manejar la frustración

Todos los niños se enfrentan a la frustración: un juego que no sale bien, un examen difícil, una discusión con un hermano. La diferencia está en cómo reaccionan. Los pequeños con alta inteligencia emocional no se derrumban ni se dejan llevar por rabietas interminables; en cambio, respiran, lo intentan de nuevo o piden ayuda.

Esto no significa que no sientan enfado o tristeza, sino que han aprendido a regular esas emociones sin dejarse arrastrar por ellas. A largo plazo, esta habilidad se traduce en mayor capacidad de resiliencia y en mejores recursos para afrontar los retos de la vida.

4. Reconocen sus errores y se disculpan

Admitir un fallo no es sencillo ni siquiera para los adultos, pero algunos niños lo hacen de manera natural: “Lo siento, me porté mal” o “No debía haber dicho eso”. Esa capacidad de reconocer errores y pedir disculpas demuestra no solo autoconsciencia, sino también un deseo de mejorar y reparar el daño causado.

La psicología infantil resalta que aprender a disculparse fomenta la responsabilidad personal y refuerza la confianza en las relaciones, algo que será esencial en su vida escolar y adulta.

5. Escuchan de verdad

Una señal menos evidente, pero muy poderosa, es la capacidad de escuchar sin interrumpir ni estar pensando en la respuesta. Los niños con inteligencia emocional mantienen contacto visual, formulan preguntas y muestran interés por lo que el otro quiere expresar.

Esta cualidad, que muchas veces damos por sentada, es la base de una comunicación efectiva y de vínculos sólidos. No se trata solo de “oír”, sino de comprender de manera activa lo que la otra persona siente o necesita.

Más allá de las señales: cómo potenciar la inteligencia emocional

Si tu hijo muestra estas señales, enhorabuena: está desarrollando habilidades emocionales valiosísimas. Pero incluso si no todas están presentes, es importante recordar que la inteligencia emocional se aprende y se entrena.

Los expertos recomiendan:

  • Validar siempre lo que el niño siente, en lugar de minimizarlo (“No llores, no es para tanto”).
  • Dar ejemplo en casa, mostrando cómo gestionamos nosotros la frustración o el enfado.
  • Fomentar la empatía preguntándoles cómo creen que se siente otra persona en distintas situaciones.
  • Favorecer el diálogo abierto, dejando que se expresen sin miedo a ser juzgados.

La inteligencia emocional es una herramienta tan poderosa como aprender matemáticas o idiomas. Reconocer y fomentar estas cinco señales en nuestros hijos no solo les ayudará a ser más felices en la infancia, sino que también les proporcionará recursos para afrontar con éxito los desafíos personales y sociales de la vida adulta.




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