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Este gusano cambia la idea de la medicina reparadora y regenerativa humana

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Abc.es 
Las células madre de los gusanos planos (planarias) no siguen las reglas convencionales sobre cómo se comunican y regeneran tejidos. A diferencia de la mayoría de los organismos, en los que las células madre dependen de señales de sus vecinas más cercanas, en las planarias estas células responden a señales provenientes de zonas más lejanas del cuerpo, un hallazgo que podría cambiar nuestra comprensión de la regeneración y abrir nuevas vías en la medicina reparadora y regenerativa humana. Esta información que se publica en un estudio en la revista ' Cell Reports ', cuestionan el concepto clásico del «nicho» de células madre, ese microambiente físico donde las células reciben instrucciones sobre cuándo dividirse y qué tipo celular formar. «El estudio no solo redefine cómo entendemos la regeneración, sino que también plantea un horizonte audaz para la medicina», señala a ABC Salud Alejandro Sánchez Alvarado, del Instituto de Investigación Stowers (EE.UU.). «Si algún día lográramos replicar esta autonomía celular en humanos -asegura-, las fronteras entre medicina regenerativa y evolución dirigida se volverían difusas . Podríamos curar órganos no reemplazándolos, sino reeducando las señales que gobiernan su comportamiento, reescribiendo el contexto en lugar de sustituir la materia». Para este experto, «la cirugía del futuro podría transformarse en una programación energética del tejido, un ajuste de patrones de señalización que induzcan al cuerpo a regenerarse a sí mismo». En última instancia, comprender la independencia y la cooperación de las células en las planarias «no solo nos revela cómo regeneran, sino cómo podrían reinventarse los principios mismos de la biología humana». «Comprender cómo se regulan las células madre en organismos vivos es uno de los grandes retos de la biología y la medicina regenerativa», reconoce Sánchez Alvarado. «Este hallazgo desafía nuestra idea del 'nicho' y podría ayudarnos a controlar mejor las capacidades de las células madre para reparar tejidos dañados». Una de las conclusiones del estudio es que las células madre de las planarias parecen operar sin depender de un «nicho» fijo. Su comportamiento autónomo abre la puerta a imaginar un modelo biológico en el que la regeneración no esté confinada a microambientes concretos, sino distribuida por todo el cuerpo. «Si las células madre humanas pudieran comportarse como las de las planarias -reflexiona Sánchez Alvarado- ya no hablaríamos de 'nichos' biológicos confinados, sino de una totalidad corporal receptiva a la regeneración. En este modelo de Schmidtea mediterranea observamos que las células madre no dependen de contactos físicos ni de estructuras fijas para conservar su identidad y su potencial regenerativo. Operan dentro de un mesénquima que actúa como una red de microambientes intercomunicados, donde las señales se difunden y se solapan como en una ecología molecular dinámica». Si ese principio se trasladara a los humanos, «la noción de nicho perdería fronteras, y el cuerpo entero podría convertirse en un ecosistema de regeneración permanente, regulado más por señales colectivas que por vecindades estructurales», señala. El equipo empleó la tecnología de transcriptómica espacial, que permite observar qué genes están activos en cada célula y en sus vecinas. Así identificaron un nuevo tipo celular, los «hecatonoblastos», grandes células con múltiples extensiones, bautizadas en honor a los Hecatónquiros, criaturas mitológicas griegas con muchos brazos. Aunque los hecatonoblastos se encontraban junto a las células madre, los científicos descubrieron que no controlaban su comportamiento, como cabría esperar en un nicho tradicional. En cambio, las células intestinales, más alejadas, fueron las que enviaban las señales clave para guiar la regeneración y la función de las células madre. «Es una especie de red de comunicación local y global», explica Blair Benham-Pyle, coautora del estudio y profesora asistente en el Baylor College of Medicine . «Las interacciones cercanas influyen en reacciones inmediatas, pero las señales lejanas determinan las respuestas ante cambios más grandes en el organismo». Sánchez Alvarado propone una metáfora sorprendente para describir esta dinámica. «Si las células de las planarias pueden responder a estímulos a distancia, sin mediadores inmediatos, entonces la comunicación biológica se parece más a una red social con emisores y receptores en distintos niveles de influencia. No existen 'órdenes' locales, sino resonancias bioquímicas distribuidas. La distancia deja de ser un obstáculo y se transforma en un canal de diálogo». Desde esta perspectiva, el cuerpo puede entenderse como «un sistema de conectividad biológica donde cada célula ajusta su comportamiento a partir de un consenso molecular emergente», afirma. Las planarias pueden regenerar la totalidad de su cuerpo a partir de un fragmento diminuto, un fenómeno que, para Sánchez Alvarado, encierra una paradoja fascinante. «Cada planaria es capaz de reconstruirse a partir de un fragmento, lo que encarna una paradoja ontológica: más que un individuo, es una colonia integrada de potenciales organismos contenidos dentro de sí misma. Cada parte aporta el todo. Visto así, la planaria no es un cuerpo singular, sino un continuo regenerativo, un archivo viviente de posibilidades anatómicas».



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