La presión legislativa, las expectativas sociales y la creciente conciencia ambiental han transformado el panorama. Y en ese escenario, Antalis se posiciona no solo como proveedor de soluciones sostenibles, sino también como un socio estratégico para sus clientes. Antalis ha integrado la sostenibilidad como una prioridad transversal en toda su cadena de valor. Esto incluye desde la revisión continua de materiales, la colaboración activa con proveedores para desarrollar alternativas más responsables, hasta la formación interna de sus equipos. Pero, si hay algo que distingue a la compañía, es su enfoque en el acompañamiento al cliente. «El proceso de selección de envases se ha vuelto complejo: nuevas normativas, huella de carbono, reciclabilidad, materiales renovables…», explican desde la compañía. «Nuestro papel es ayudar a nuestros clientes a entender el impacto de cada decisión». Para facilitar esta labor, Antalis ha desarrollado herramientas pioneras como la Green Card y el Green Star System, que permiten evaluar de forma clara y estandarizada el rendimiento medioambiental de los productos. Estas herramientas, validadas por expertos ambientales, ayudan a tomar decisiones informadas sin necesidad de ser un especialista en sostenibilidad. Pero no hay que olvidar que un embalaje no puede ser considerado sostenible si no cumple su función. «Un envase que no protege el producto genera desperdicio, devoluciones y emisiones innecesarias», señalan. Por ello, la elección del embalaje adecuado parte de la funcionalidad para luego buscar la solución más sostenible posible dentro del marco económico del cliente. Esto puede traducirse en reducir la cantidad de material, optar por soluciones monomateriales reciclables o sustituir plásticos vírgenes por materiales reciclados o de origen renovable. Su catálogo incluye soluciones como papel estirable, flejes de papel, sobres acolchados reciclables o papeles anticorrosivos como Korus, adaptadas a múltiples necesidades sin sacrificar el rendimiento. Entre los distintos eslabones de la cadena de valor (suministro, diseño, distribución y reciclaje), Antalis identifica el diseño como el mayor reto. En especial cuando se trata de soluciones personalizadas, la empresa apuesta por desarrollar embalajes que no solo protejan el producto, sino también al medioambiente. Un ejemplo son las soluciones ofrecidas por Plaesa, expertos en espumas técnicas del grupo Antalis, que ofrecen a sus clientes opciones reutilizables o espumas de origen vegetal, para impulsar soluciones de logística inversa y reutilización. Uno de los grandes desafíos para los distribuidores y sus clientes es la fragmentación normativa en Europa. La falta de homogeneidad entre países complica la obtención de datos clave, especialmente cuando los proveedores no están obligados a facilitar esta información en sus países de origen. Por eso, Antalis ve imprescindible los avances hacia una normativa europea unificada, que facilite la trazabilidad y la transparencia a lo largo de toda la cadena. Cuando se plantea cuál es la clave del futuro del embalaje, para Antalis la respuesta no está en encontrar un «material perfecto», sino en gestionar mejor los recursos, optimizar la logística y, sobre todo, educar al consumidor. «Muchas decisiones se toman por percepciones erróneas del consumidor final, que provienen de los mensajes simplistas que recibe. La presión del consumidor final, lleva a tomar decisiones puramente estéticas o a cambiar materiales, sin analizar el ciclo de vida completo del envase», advierten. A quienes se plantean comenzar el camino hacia un embalaje más sostenible, Antalis lanza una recomendación clara: empezar por reducir lo innecesario. Eliminar elementos decorativos sin función, optar por monomateriales reciclables y sustituir plásticos vírgenes por reciclados son pasos sencillos pero eficaces. «No hace falta rediseñar todo de golpe, pero sí tomar decisiones más conscientes desde ya». En resumen, la apuesta de Antalis combina responsabilidad ambiental, conocimiento técnico y un firme compromiso con el cliente. Porque en el viaje hacia un futuro más sostenible, no se trata solo de cambiar materiales, sino de cambiar la forma de pensar el embalaje.