El cambio de hora en España es una práctica que se lleva realizando desde hace varias décadas y que, año tras año, genera un intenso debate sobre si es útil o conveniente seguir haciéndolo. Cada primavera se adelanta el reloj para dar paso al horario de verano, con días más largos y más luz por la tarde, mientras que en la época en la que nos encontramos, otoño, se atrasa una hora para volver al horario de invierno , con mañanas algo más claras. Aunque en su día el objetivo inicial fue el ahorro energético, en la actualidad son muchos los que cuestionan si este ajuste sigue siendo necesario , debido a sus posibles efectos en la salud y la productividad, así como a que puede costar encontrar pruebas de beneficios reales. Si nos fijamos en el primer efecto del cambio de hora, en este caso, es que podremos dormir una hora más , ya que el día dura, de algún modo, 25 horas. Pero otra de las consecuencias es que va a anochecer más pronto, dando la sensación de que el día acaba antes e influyendo en el consumo energético. Más allá de los efectos más evidentes, el cambio de hora también nos afecta en la salud y, concretamente, en este artículo nos centramos en las consecuencias que puede causar en la salud mental de las personas. La psicóloga clínica Saray Falcón explica a ABC varios efectos que pueden darse en la mente y las emociones, indicando que este cambio «modifica los patrones de luz y de oscuridad», lo que afecta directamente en el sueño, estado de ánimo y en el rendimiento diario. Este desajuste altera nuestro «ritmo interno natural» , que está regulado principalmente por la luz solar. Siguiendo su explicación, este ritmo interno, conocido como reloj biológico , controla funciones como el sueño, el hambre y la actividad diaria. Según Falcón, «cuando cambiamos las horas, este equilibrio que ya tenemos estipulado se rompe», y el cuerpo empieza a producir hormonas como la melatonina y el cortisol fuera de su horario habitual. Esto provoca una «cronodisrupción» que es parecida a un pequeño 'jetlag social' , haciendo que durmamos peor, nos cueste concentrarnos y estemos más irascibles, por ejemplo. La psicóloga también señala que las afecciones emocionales pueden ser notables, especialmente en los primeros días tras el cambio de hora. Falcón explica que podemos experimentar «más estrés, irritabilidad y falta de motivación», aunque estos síntomas suelen ser temporales y dependen de la sensibilidad de cada persona. Además, « si la persona ya sufre trastornos del sueño y del estado de ánimo, puede generar a lo mejor síntomas de ansiedad y en en el caso de otoño, que es ahora nuestro cambio, cuando los días se hagan más cortitos, el descenso de luz solar puede favorecer un estado de ánimo bajo, incluso llegar a tener síntomas de un trastorno afectivo estacional, que es algo muy relacionado con esta falta de luz natural». Para intentar evitar o minimizar estos efectos, la psicóloga recomienda ajustar poco a poco el horario de sueño días antes del cambio , «buscar la luz natural por la mañana para poder reajustar un poco nuestro reloj biológico y como siempre respecto a la higiene del sueño , evitar pantallas y mantener horarios estables y, sobre todo, tener paciencia, porque al final nuestro cuerpo se adapta, pero necesita un pequeño tiempo». A modo de resumen, Falcón resalta cómo nos afecta psicológicamente el cambio de hora: «No solo mueve las agujas del reloj, también puede llegar a desajustar nuestra mente y nuestro cuerpo . Afecta al sueño, afecta a la concentración, puede llegar a afectar al estado de ánimo y, aunque esos efectos suelen ser además temporales, muestra lo sensible que es nuestro equilibrio interno . Vivimos en función del reloj, pero nuestro cuerpo al final está relacionado con la luz y la naturaleza». Termina añadiendo que hay que ver en cada persona «cómo se va acostumbrando a estos cambios de ritmos ».