La inteligencia artificial ha dejado de ser una herramienta limitada a ámbitos especializados para convertirse en un componente habitual de la vida cotidiana. Está presente en los teléfonos móviles , en los sistemas de los automóviles , en los electrodomésticos y, de forma especialmente evidente, en los asistentes conversacionales. En ese sentido, plataformas como ChatGPT han pasado a ser utilizadas por millones de personas alrededor del mundo de manera diaria, tanto para resolver dudas como para redactar documentos, planificar tareas o acompañar procesos educativos . Sin embargo, aún existen malentendidos sobre cuál es su función real y cómo puede emplearse de manera eficaz para obtener mejores resultados. En una intervención reciente en el pódcast Roca Project, Jon Hernández, experto en inteligencia artificial y divulgador tecnológico, apuntó un error recurrente en el uso que muchas personas hacen de este tipo de herramientas . Según explicó, el problema no radica en la tecnología en sí, sino en la manera en la que se le formulan las solicitudes y en la expectativa que se deposita en ella . El especialista en inteligencia artificial describe con claridad cuál considera que es el fallo más habitual : «La gente está utilizando ChatGPT en su mayor parte para buscar conocimiento, como si fuese Google, y ese es el mayor error». La comparación no es casual. Durante décadas, los buscadores de internet han sido la herramienta principal para localizar información concreta, contrastada y vinculada a páginas web verificables. Pero, como señala el experto, una IA conversacional funciona de forma distinta. «Chat GPT no sirve para eso, o sea, puede servir más o menos, pero tengamos en cuenta que, por ejemplo, las IA alucinan y a veces se inventan cosas, con lo cual no es la fuente de conocimiento más relevante del mundo», destaca. Esta advertencia es especialmente relevante en tiempos en los que la inmediatez se antepone con frecuencia a la verificación. La IA no busca en internet en directo, sino que genera respuestas basadas en patrones lingüísticos y datos previos , lo que puede llevar a resultados erróneos si se utiliza como única fuente. En su intervención, el especialista en inteligencia artificial subraya que el verdadero potencial de estas herramientas no reside en emplearlas como repositorio de información, sino en establecer una interacción continua y dinámica : «Lo que funciona realmente bien con la inteligencia artificial es esa interacción, que crees una relación con la inteligencia artificial, y sé que suena como una locura, pero la realidad está en que ese es el punto clave. El punto está en pasar de pensar que tienes un mono atado en la mesa, que le tiras las tareas que no quieres hacer o que le pides que te busque tal porque crees que es lo que sabe hacer, a pasar a tener un co-worker que está contigo mano a mano y que te ayuda en todos los procesos». Este cambio de enfoque implica dejar de ver la IA como una herramienta aislada a la que se solicita una tarea concreta y empezar a entenderla como un apoyo constante durante el desarrollo de un proyecto, una investigación o cualquier proceso de creación intelectual. Durante la entrevista, el especialista expone que el mayor valor de la IA no está en la simple ejecución de tareas, sino en la colaboración directa con la persona que la utiliza. «Para mí, por ejemplo, el mayor valor que me aporta la inteligencia artificial suele ser un tema de validación de ideas, un tema de compartir información, brainstorming. Simplemente interactuar con la inteligencia artificial para que juntos hagamos un trabajo mejor y más rápido», afirma. Según su planteamiento, el objetivo no es delegar completamente el trabajo, sino construir flujos compartidos : «No se trata de delegarle tareas, se trata de crear flujos de trabajo que tú consigas hacer que la IA forme parte del día a día como si tú tuvieses un compañero de trabajo. O sea, se trata de que cuatro ojos ven más que dos y encima de repente no solo tienes, mucha gente lo compara como tienes un becario a tu servicio, no. Un becario es un tío al que le das órdenes», explicó. En lugar de percibir a la IA como un asistente subordinado, propone considerarla como una figura de apoyo al mismo nivel: «Esto es que de repente tú tienes un co-founder, si tú quieres, un colaborador, una persona que trabaja contigo con el que entre los dos vais a hacer una mejor tarea». Este planteamiento r edefine el papel de la tecnología en el ámbito laboral y creativo . No se trata de sustituir al trabajador humano, sino de potenciar su capacidad , acelerar procesos y mejorar la calidad de los resultados. La clave, como señaló el especialista, no es preguntarle qué sabe, sino cómo puede ayudarnos a pensar mejor .