La revisión del T-MEC: el punto de inflexión del nearshoring
La próxima revisión del Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá no será un trámite técnico ni un ajuste menor. Representa un punto de inflexión para el futuro del nearshoring en México y para la posición del país dentro de la reconfiguración global de las cadenas productivas. En un entorno internacional marcado por tensiones geopolíticas, fragmentación comercial y una redefinición de la globalización, el T-MEC se convierte en una herramienta estratégica cuya modernización puede consolidar o debilitar el atractivo de México como destino de inversión.
El fenómeno del nearshoring responde a cambios estructurales y no a una coyuntura pasajera. Las empresas buscan reducir riesgos, acercar su producción a los mercados de consumo y garantizar mayor resiliencia logística. México cuenta con ventajas evidentes: cercanía geográfica con Estados Unidos, experiencia manufacturera, una amplia red de tratados comerciales y una integración productiva profunda con América del Norte. Sin embargo, estas fortalezas no son suficientes si no van acompañadas de certidumbre jurídica, estabilidad regulatoria y un entorno institucional confiable.
La revisión del T-MEC debe entenderse como una oportunidad para actualizar las reglas del comercio, la inversión y la cooperación laboral frente a un contexto global en transformación. La digitalización de procesos, la facilitación comercial y la protección efectiva de las inversiones serán elementos clave para asegurar que el tratado siga siendo funcional y competitivo. Para México, el reto consiste en fortalecer su posición sin generar incertidumbre ni comprometer obligaciones ya asumidas, evitando lecturas políticas que erosionen la confianza de los mercados.
Uno de los principales desafíos internos es la armonización entre la legislación nacional y los compromisos internacionales. La falta de coherencia regulatoria, especialmente en sectores estratégicos como energía, transporte, aduanas y comercio digital, puede convertirse en un obstáculo para el desarrollo del nearshoring. La revisión del tratado abre una ventana para corregir inconsistencias, simplificar trámites y reducir barreras administrativas que hoy limitan el potencial de crecimiento industrial en diversas regiones del país.
La certidumbre jurídica se ha convertido en la moneda más valiosa para atraer inversión de largo plazo. Un tratado sólido, con mecanismos de solución de controversias claros y confiables, envía una señal de estabilidad que influye directamente en las decisiones empresariales. Cualquier debilitamiento en el cumplimiento del T-MEC o en el respeto al Estado de derecho tendría un impacto negativo inmediato sobre la percepción de México como socio comercial confiable.
Asimismo, el éxito del nearshoring está condicionado por factores estructurales que van más allá del comercio. La disponibilidad de infraestructura, logística eficiente, energía suficiente y precios competitivos determinarán la viabilidad de nuevos proyectos productivos. La revisión del T-MEC puede contribuir a crear un marco que incentive la inversión en estos sectores, siempre que exista voluntad política para alinear las reglas internas con los estándares regionales.
La revisión del tratado también obliga a reflexionar sobre el modelo de desarrollo que México busca consolidar. El nearshoring no debe basarse únicamente en ventajas de costo, sino en un entorno competitivo, moderno e incluyente. El fortalecimiento del Estado de derecho, la profesionalización institucional y la claridad regulatoria son condiciones indispensables para que esta oportunidad histórica no se diluya. La revisión del T-MEC, más que un proceso técnico, es una prueba de la capacidad del país para convertir su potencial en resultados sostenibles y de largo plazo.
