Amediados de 1590, don García de Mendoza, marqués de Cañete y octavo virrey del Perú, despachó un navío a la China saltándose las prohibiciones reales, so pretexto de recaudar impuestos con los gravámenes que pensaba aplicar a las mercaderías orientales. Sin embargo, de los 300 mil ducados de plata embarcados en aquella nave, 100 mil habían salido del bolsillo del mismo virrey, lo que nos insta a poner en duda su repentino entusiasmo fiscal. Con todo, el barco fue interceptado por las autoridades portuguesas y aquellos duros antiguos que tanto en Macao dieron que hablar, nunca volvieron a manos ni del virrey ni de los mercaderes limeños que instigaron aquella operación de contrabando. ¿Quién se quedó con esos 300 mil...
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