Nolinski Venezia: un refugio de lujo para disfrutar de una escapada entre canales

Venecia siempre es un buen plan. Da igual cuántas veces se visite: la ciudad tiene esa capacidad poco común de seguir sorprendiendo y de cambiar de carácter según la estación. En invierno se vuelve especialmente sugerente. La luz de esta estación, la niebla suave sobre los canales, las celebraciones, las máscaras y los palacios iluminados convierten la Serenísima en un escenario cargado de magia y encanto. Cada calle, cada puente y cada esquina parecen esconder historias antiguas y secretos que solo se revelan a quienes se detienen a mirar con atención. Y en un viaje así elegir bien el hotel marca la diferencia. No se trata solo de dormir bien, sino de encontrar un lugar que esté a la altura.

Una joya en pleno centro

Aquí es donde entran en juego establecimientos como Nolinski Venezia, que encaja a la perfección con la elegancia de este destino. Ubicado a pocos pasos de la Plaza de San Marcos y del Teatro La Fenice, ofrece algo poco habitual en esta zona tan concurrida: silencio, intimidad y una sensación de tranquilidad que se agradece especialmente en fechas tan intensas como fin de año o carnaval. Basta cruzar la puerta para notar el cambio de ritmo. El bullicio queda fuera y el ambiente se vuelve sereno y elegante. Es incluso mejor que llegar a casa.

El lujo de Nolinski Venezia es discreto; se manifiesta en los materiales nobles, en la armonía de los espacios, en la forma en que la luz entra en las habitaciones o en esos pequeños gestos que hacen que todo funcione con naturalidad. Art Nouveau, Stile Liberty y Modernismo conviven a lo largo de sus cinco plantas, en una composición atemporal firmada por los interioristas Le Coadic & Scotto. El arte y la materia son protagonistas: estucos marmóreos y marmorino rivalizan en nobleza, mientras obras antiguas y contemporáneas, mosaicos y juegos de luz deleitan la mirada en cada rincón del hotel. Todas las estancias están cuidadas al detalle, sin excesos decorativos, con una estética que combina clasicismo veneciano y diseño contemporáneo. El resultado: un ambiente sofisticado y muy acogedor.

Espacios para desconectar

Nada como entrar en cualquiera de sus estancias para sentir la serenidad de este lugar. Cada una de sus 43 habitaciones, incluidas 11 suites, se concibe como un apartamento privado, gracias a sus detalles únicos y piezas cuidadosamente seleccionadas. Son espacios pensados para descansar y desconectar, donde todo invita a bajar el ritmo después de un día en la ciudad. La comodidad se nota en la calidad de la ropa de cama, en el silencio y en una sensación de privacidad muy bien medida. Además, ofrecen una vista privilegiada de la ciudad, para observarla desde una perspectiva, más serena, lejos del movimiento constante de las calles.

Durante los meses de invierno, cuando la ciudad concentra una intensa actividad cultural y festiva, el hotel se convierte en un acogedor refugio. Venecia es una ciudad vibrante, por lo que conviene reponer fuerzas al final la jornada. Regresar a Nolinski Venezia es una decisión acertada cuando se busca recuperar la calma. Asimismo, el personal acompaña con una atención profesional e impecable, creando una experiencia cómoda y agradable.

Esta combinación resulta especialmente valiosa en fechas señaladas como fin de año o durante el Carnaval. En esos momentos, la ciudad se llena de celebraciones, música, máscaras y multitudes. La energía es parte del encanto, pero puede resultar extenuante. Alojarse en Nolinski Venezia permite vivir esa intensidad desde dentro y, al mismo tiempo, contar con un oasis de paz al que retirarse cuando el cuerpo pide una pausa.

Sabores mediterráneos

Imposible pasar por alto la propuesta gastronómica del hotel. Il Caffè, con el chef Philip Chronopoulos al frente, apuesta por una cocina mediterránea basada en el producto y en sabores honestos, adecuada tanto para una comida relajada como para una cena íntima. Cerrar el menú con su exquisito tiramisú casero es un auténtico regalo para el paladar.

El huésped tampoco puede perder la oportunidad de visitar el Bar Biblioteca, uno de los espacios más especiales de este lugar. Con sus 4.000 libros y un fresco del artista Simon Buret, se convierte en el espacio perfecto para tomar un cóctel tras la cena. Sus cómodos sillones, la luz tenue y la música suave invitan a alargar la velada.

El área de bienestar completa la experiencia. El spa es un espacio pensado para la desconexión, especialmente agradable en los meses fríos. De inspiración otomana, incluye la Gold Basin, con vistas a los cielos y tejados venecianos, un verdadero oasis para los sentidos. Sumergirse en su piscina interior tras una larga caminata por la ciudad, resulta muy reparador.

Visitar Venecia en invierno y hospedarse en este establecimiento es una experiencia difícil de olvidar. Nolinski Venezia es mucho más que un lugar donde alojarse; es un espacio desde el que vivir la ciudad con intensidad.