A mediados de 1970, Paul McCartney era un hombre derruido. Había intentado mantener a los Beatles con vida desde la trágica muerte de su mánager, Brian Epstein. No lo había conseguido. En las larguísimas sesiones de grabación de 'Abbey Road' (1969) y 'Let it be' (1970), recogidas por el documentalista Michael Lindsay-Hogg en la película 'Let it be' —aumentada hasta el infinito por Peter Jackson en el monumental 'Get back' (2021)—, se muestra a un grupo en descomposición y en contradicción . Con cuatro hombres a la gresca todavía se pueden hacer grandes canciones. Cosa bien diferente es que esas mismas canciones consigan reconciliarlos. Paul McCartney vivía entonces aislado, con su mujer, Linda Eastman, y sus entonces dos hijas,...
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