A plena luz del día y con sensación térmica de varios grados bajo cero recibían el nuevo año los primeros forofos de las Campanadas. Lo hacían llenándose la boca con una docena de Lacasitos o gominolas, a 36 horas de la fecha oficial y en la céntrica Puerta del Sol a la que renunciarían a entrar en la noche del 31 de diciembre ante un aforo marcado en 15.000 asistentes. «La noche es más agobiante», relataban las hermanas Rebeca y Marta, que habiendo asistido otros años al ensayo de la medianoche del 30, incluso, a la propia Nochevieja en esta mítica plaza, daban por declarada «tradición» familiar adelantar el calendario para recibir el año nuevo de día y sin aglomeraciones....
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