Si paseas por la plaza del Ayuntamiento de Alicante y levantas la vista hacia la torre del reloj, puede que notes un detalle que desconcierta a cualquiera que recuerde mínimamente los números romanos: donde esperarías ver IV para marcar el 4… aparece IIII. Y no, no es una metedura de pata del cantero ni un fallo de restauración: es una decisión con siglos de historia detrás.