El sistema electoral en Cataluña: a qué partidos beneficia y a cuáles perjudica
Después de las elecciones al Parlament del 14F, se han viralizado mensajes y argumentos que plantean que el sistema electoral en Cataluña beneficia a los partidos independentistas. Te lo explicamos.
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El distinto coste de los escaños en cada provincia
Cataluña es la única comunidad autónoma que no tiene una ley electoral propia y por este motivo se le aplica la Ley Órganica de Régimen Electoral General, la LOREG, que fija, por ejemplo, que la circunscripción electoral es la provincia (artículo 161) y que la barrera legal es del 3%, es decir, que los partidos que sacan menos del 3% de los votos en una circunscripción no optan al reparto de escaños (artículo 163).
Así pues, en Cataluña se escogen 85 diputados por Barcelona, 17 por Girona, 15 por Lleida y 18 por Tarragona, según regula la Disposición Transitoria Segunda del Estatut d’Autonomia de Catalunya, que remite al Estatut de Sau, de 1979. Este reparto hace que un escaño en Lleida o Girona sea más ‘barato’ que un escaño en Barcelona: se necesitan más votos en la capital que en el resto de provincias para lograr un representante en el Parlament.
Para traducir los votos conseguidos en las urnas en escaños, igual que pasa en las elecciones generales, en las autonómicas se usa la fórmula d’Hondt, que consiste en dividir el total de votos de un partido entre todos los números hasta llegar al total de escaños (en Barcelona, pues, se divide por 1, 2, 3… y sucesivamente hasta llegar a 85). Los valores más altos serán traducidos a escaños. En esta tabla se puede ver un ejemplo y en el gráfico posterior, se aprecia cómo se acaban repartiendo en el Parlament (el caso es hipotético).
El reparto beneficia a los dos principales partidos independentistas
Este cálculo matemático hace que, con el recuento final, la proporción de votos y de escaños que obtiene cada formación no coincida y que, en Cataluña, los beneficiados tiendan a ser los dos principales partidos independentistas, que consiguen un porcentaje de escaños superior a los votos cosechados en las urnas.
En Girona, por ejemplo, Junts per Catalunya consiguió el 32,68% de los votos y se quedó con el 41,18% de los escaños en juego, una diferencia de 8,5 puntos. Los partidos independentistas han tenido históricamente más apoyo en las provincias menos pobladas y, por tanto, conseguir un escaño les exige menos votos. En Girona y en Lleida los partidos independentistas superaron el 65% de los votos, mientras que en Barcelona se quedaron con el 47%.
La desproporción también se da en las elecciones de otras comunidades autónomas. En las elecciones del domingo, el partido más beneficiado del sistema electoral fue Junts per Catalunya, que obtuvo el 20,04% de los votos y el 23,70% de los diputados, una diferencia de 3,66 puntos. No obstante, hay comunidades donde esta diferencia es el doble o incluso el triple. El caso más extremo es Castilla-La Mancha, donde el PSOE recibió el 57,58% de los escaños tras haber sido votado por el 44,11% de los electores. Le siguen Asturias, Castilla y León y Galicia. La línea horizontal muestra la diferencia entre el porcentaje de votos y de escaños de JxCat para poder compararlo con las demás comunidades.
¿Qué pasa con el sistema electoral en en Cataluña?
Gemma Ubasart, profesora de Ciencia Política de la Universitat de Girona, sostiene que la aplicación de la LOREG a nivel catalán genera un efecto bastante proporcional dentro de cada una de las circunscripciones. Otra cuestión es cómo se reparten los escaños entre circunscripciones, que se fijó en las primeras elecciones autonómicas, durante la Transición.
En las elecciones del domingo, por ejemplo, la CUP consiguió un escaño más que los comunes con 5.000 votos menos. Esto se debe al hecho que el votante de En Comú-Podem está muy concentrado en Barcelona (en esta circunscripción recibieron el 85% de sus apoyos), mientras que el de la CUP está más repartido a lo largo del territorio (el 70% de los sufragios los consiguió en Barcelona). Además, la CUP dobló en votos a los comunes en Girona y Lleida, donde los escaños son más ‘baratos’ que en Barcelona.
La circunscripción de Barcelona elige 85 diputados para los casi cuatro millones de electores. Esto implica que si votase todo el censo cada escaño tendría un “coste” de 47.000 votos. En cambio, en el otro extremo, Lleida escoge 15 escaños entre casi 300.000 electores, con lo que cada escaño requiere 20.000 votos. Es decir, un partido necesita que menos personas lo voten en Lleida para lograr un diputado.
En Girona y Tarragona, cada escaño tiene un coste de alrededor de 30.000 votos. Históricamente, los partidos nacionalistas catalanes (ahora Junts per Catalunya, ERC y la CUP, antes CiU) tienen más votos en Girona, Lleida y Tarragona que en Barcelona, cosa que les permite “aprovecharse” de este desequilibrio y sacar partido del hecho que Girona, Lleida y Tarragona estén sobrerrepresentadas.
En este sentido, se ha viralizado un tuit de Convivència Cívica Catalana donde se presentan los datos del PP en Barcelona (84.124 votos y 3 escaños) y de Junts en Lleida (44.214 votos y 5 escaños). Los datos son correctos (con unos pocos votos de diferencia), pero la comparación es engañosa.
Elecciones #14F:
— Convivencia Cívica (@CCivicaCatalana) February 14, 2021
•Barcelona: el PP obtiene 84.124 votos, que le dan 3 escaños.
•Lérida: JxC obtiene 44.214 votos, que le dan 5 escaños.
Así funciona el sistema electoral que da mayoría de escaños con minoría de votos al nacionalismo desde hace décadas en Cataluña.
Como hemos dicho, cada circunscripción es proporcional dentro de sí misma. Así, la diferencia del “precio” de un escaño en Lleida para los tres principales partidos era de menos de 1.000 votos y en Barcelona la diferencia del precio entre los cinco más votados tampoco superaba los 1.000 votos. De hecho, la comparación se podría hacer al revés: en Lleida, Vox tuvo 8.839 votos y consiguió un escaño y en Barcelona, la CUP logró 133.607 votos (quince veces más) que se tradujeron solo en cinco diputados. Lo que cambia, pues, es lo que cuesta lograr un escaño en las distintas circunscripciones y el hecho de que en aquellas donde es más fácil lograrlo es donde los partidos independentistas tienen sus principales feudos. Es aquí donde radica la desproporción.
¿Una persona, un voto?
Una alternativa que se ha planteado desde algunos sectores para corregir el sistema electoral catalán sería hacer que Cataluña fuera una circunscripción única; esto implicaría que los 135 diputados del Parlament se repartieran entre el total de votos. Con este resultado, se reducirían las desproporciones entre los votos obtenidos y el número de diputados en la cámara catalana, pero se perdería la representación por las comarcas de interior.
Según Gemma Ubasart, profesora de Ciencia Política de la Universitat de Girona, esto garantizaría una proporcionalidad al 100%, pero hay que tener en cuenta que “un sistema electoral no solo tiene como objetivo asegurar la proporcionalidad, sino también otras cuestiones” y en este sentido “la representatividad territorial también tiene un sentido”. Al final y al cabo, se trata de una decisión política. De hecho, el artículo 56 del Estatut consagra que el sistema electoral también “debe asegurar la representación adecuada de todas las zonas del territorio de Catalunya”. Además, Ubasart argumenta que el principio de “una persona, un voto” no se da en ningún sistema electoral, ya que de este modo se pueden combinar otros elementos que también son importantes, como la representación territorial o que el parlamento no esté excesivamente fragmentado.
En el caso de Cataluña, como el censo de Barcelona es trece veces más alto que el de Lleida, ocho más que el de Girona y siete más que el de Tarragona, los partidos tendrían menos incentivos para hacer campaña y, una vez en el poder, políticas para los territorios que no fuesen de la provincia de Barcelona, ya que esos votantes representarían una proporción más pequeña respecto del total.
El sistema electoral en Cataluña: Lo mismo ocurre en el Congreso
La Regla d’Hondt también se aplica en las elecciones generales y ahí los dos grandes partidos, el PSOE y el PP, son los que salen beneficiados. En los últimos comicios, los del 10 de noviembre de 2019, el PSOE tuvo el 28% de los votos y el 34,3% de los escaños (6,3 puntos más) mientras que el PP logró el 20,8% de los sufragios y el 25,4% de los diputados (4,6 puntos más). Por su parte, la diferencia en el caso de ERC y JxCAT fue tan solo de 0,1 punto de más. En cambio, Podemos y Ciudadanos salieron perjudicados de esta conversión, ya que su peso en el Congreso es 2,4 y 4 puntos menor a los votos obtenidos en las urnas, respectivamente.
Esto se debe al tamaño del distrito electoral: hay circunscripciones que reparten pocos escaños (en Soria, por ejemplo, solo hay dos en juego) y esto hace muy difícil que un tercer partido (más allá del PP y el PSOE) pueda entrar en la distribución de diputados. Coincide que en las zonas rurales, menos pobladas, el PP y el PSOE acostumbran a tener apoyos y esto hace que se queden con las pocas sillas en juego en detrimento de partidos más pequeños, que no reciben suficientes votos como para lograr escaños en esas provincias.
Este artículo es fruto de la colaboración entre los equipos de Verificat y Newtral como parte de las elecciones catalanas del 14F.
Fuentes:
- Ley Órganica de Régimen Electoral General
- Estatut d’Autonomia de Catalunya
- Estatut de Sau
- Gemma Ubasart, profesora de Ciencia Política de la Universitat de Girona