Los embalses también son fuente de CO2 si cae el nivel de agua
España: país de pantanos y también de CO2 embalsado. Un equipo de Barcelona y Leipzig (Alemania) ha descubierto que las presas, pantanos y en general, lugares donde se almacena agua en la naturaleza pueden ser fuente de emisiones de dióxido de carbono. Especialmente en tiempos de sequía.
El agua de embalses o represada sirve como reservorios de agua potable, riego agrícola o alimentos de plantas hidroeléctricas. Hasta ahora, se había asumido que estos embalses actúan como depósitos netos de carbono. Es decir, capturan y retienen este gas, como lo hacen bosques y océanos.
Pero investigadores del Centro Helmholtz de Investigaciones Ambientales (UFZ) junto con científicos del Instituto Catalán de Investigaciones del Agua (ICRA) en Girona y la Universidad de Barcelona acaban de ver que ese carbono retenido puede escaparse. Basta con que el nivel de las aguas baje para que las presas liberen el doble de carbono de lo que almacenan, según explican en Nature Geosciences.
“Todo comenzó en 2012, durante una campaña de medidas en el río Fluvià, mientras se estudiaba la liberación de gases de efecto invernadero en pequeñas represas de este río”, afirma Biel Obrador en una nota, que es miembro del Instituto de Investigación de la Biodiversidad (IRBio) de la Universidad de Barcelona.
Iniciaron unos primeros estudios que confirmaban la liberación de grandes cantidades de dióxido de carbono incluso en zonas secas del río. ¿Sería así en otros ecosistemas y embalses del mundo? Así nacía la red DryFlux, un programa de medida de emisiones en cauces secos a escala global.
El agua actúa como una tapadera de CO2 en embalses
Hojas, ramas, algas o restos de animales muertos, los arroyos transportan grandes cantidades de material orgánico que contiene CO2. Si se represa el agua, el material se asienta y se acumula gradualmente en el fondo, bajo toneladas agua, que actúa como una tapadera.
“Debido a la falta de oxígeno, los procesos de degradación son mucho más lentos allí”, señala Matthias Koschorreck, biólogo del Departamento de Investigación de Lagos de la UFZ. Como resultado, “se libera menos CO2. El carbono contenido se queda en el sedimento de la presa durante más tiempo». Se suponía que las presas almacenan aproximadamente la misma cantidad de carbono que liberan como gases de efecto invernadero. Eran neutras.
Sin embargo, para el balance de carbono de las masas de agua de presas o embalses, no solo hay que considerar las zonas cubiertas por agua. También aquellas que se secan temporalmente debido a una caída en el nivel del agua cuando hay sequía. Algo típico de los pantanos españoles cada verano.
El grupo de trabajo de Koschorreck lo había demostrado en estudios anteriores. Si el material que contiene carbono previamente cubierto por agua entra en contacto con el oxígeno atmosférico, los procesos de degradación y, por lo tanto, la formación de dióxido de carbono se desata.
“Las áreas de agua que se están secando liberan considerablemente más carbono que las áreas cubiertas”, añade Philipp Keller, ex estudiante del Departamento de Investigación de Lagos de la UFZ. “Si un embalse libera grandes cantidades de agua, grandes áreas quedan repentinamente expuestas. Pero estas áreas no se habían considerado al calcular el balance de carbono”.
Embalses y CO2 a vista de satélite
Para sus investigaciones, los equipos utilizaron una base de datos de imágenes de satélite. Recopilaron informaciones mensuales sobre el tamaño de las superficies de agua de alrededor de 6.800 presas y embalses en todo el mundo entre 1985 y 2015. Durante estos 30 años, los científicos pudieron determinar exactamente cuándo, dónde y durante cuánto tiempo los pantanos no se llenaron por completo.
En promedio, el 15% de la superficie total del embalse no estaba cubierto por agua. Los científicos utilizaron esta cifra para calcular aún más la liberación de carbono de estas áreas. “Nuestras estimaciones muestran que las emisiones de carbono de las represas se han subestimado significativamente. En un promedio mundial, liberan el doble de carbono de lo que almacenan», dice Koschorreck.
Los datos también muestran que la magnitud de las fluctuaciones del nivel del agua de los embalses depende tanto de su uso como de su ubicación geográfica. “Las fluctuaciones fueron más pronunciadas en las presas utilizadas para el riego que en las utilizadas para la generación de energía hidroeléctrica”, dice Keller. En lugares donde el patrón de precipitación anual es más uniforme, como cerca de los polos y alrededor del ecuador, hubo menos fluctuaciones. A España le ocurre lo contrario.
Si, por ejemplo, el agua tiene que drenarse para mantenimiento, tiene sentido considerar el mejor momento con respecto a la liberación de carbono. Si el trabajo se realiza en la estación fría en lugar del verano, los procesos de degradación del material expuesto que contiene carbono son mucho más lentos y la emisión de carbono es mucho menor.