Vuelve la “teoría del terreno”, una hipótesis sobre el origen de las enfermedades refutada en el siglo XIX

En 1884, el científico alemán Robert Koch enunció unos postulados para probar la teoría germinal de las enfermedades infecciosas, aquella que decía que los causantes de estas dolencias eran agentes patógenos como virus o bacterias. Esto fue la guinda a una hipótesis que llevaba décadas fraguándose, en contraposición a aquellos que defendían que las enfermedades infecciosas, como el cólera o la peste, las causaban “el ambiente exterior de los cuerpos”. Ahora, casi siglo y medio después, este debate ya zanjado en la comunidad científica comienza a resurgir en redes sociales con mensajes pseudocientíficos que defienden la llamada teoría del terreno. 

Esta teoría no niega la existencia de los virus y bacterias, como sí que hicieron otras teorías de la conspiración, sino que sostiene que no son los que provocan las enfermedades infecciosas. Así, lo que aseguran vídeos en Facebook, X y TikTok es que estas dolencias son causadas por “un desequilibrio molecular y energético” del medio interno y externo del cuerpo. 

“Nos hacen creer que hay virus y bacterias que nos provocan enfermedades, pero eso no es cierto”, dice un hombre en un vídeo viral en TikTok. “La teoría del terreno simplemente es que el medio lo es todo. Si tú tienes un equilibrio en el terreno en el que vives, no solo en tu medio interno, sino también en el medio que te rodea, tu estado de salud estará perfecto. Si ese equilibrio se rompe por una intoxicación en el terreno o una radiación, para volver a la salud tenemos que volver al equilibrio”, añade el vídeo. 

La “teoría del terreno” se refutó en el siglo XIX

Jon Arrizabalaga, historiador de la medicina en el Instituto Milá y Fontanals (IMF-CSIC), explica a Newtral.es que el debate por las causas de las enfermedades infecciosas se extendió por toda Europa en el siglo XIX. 

“Lo que ahora llaman teoría del terreno defendía que las enfermedades infecciosas se producían porque la materia orgánica entraba en putrefacción y producía emanaciones que contaminaban el aire y el suelo, que luego entraban en contacto con los seres vivos por el aire, la piel o ingeridas”, cuenta Arrizabalaga. 

El historiador señala como uno de sus máximos defensores en ese siglo al científico alemán Max Joseph von Pettenkofer. “Así, Von Pettenkofer planteó, por ejemplo, la importancia de sanear las ciudades, asegurar el aporte de aguas limpias y que la salida de las aguas sucias fuese adecuada”, señala. 

Por supuesto, estas medidas de higiene tuvieron un impacto en la reducción de enfermedades pero, como subraya Arrizabalaga, no porque esta teoría del terreno fuese acertada, sino porque contribuía a que no hubiera roedores y otros vectores de virus y bacterias que provocaban enfermedades. “Esto no quita valor a las aportaciones higiénicas que hizo Von Pettenkofer, pero ya entonces se demostró que su teoría era equivocada”, apunta el historiador. 

Los experimentos de Koch con la tuberculosis demostraron que las enfermedades infecciosas eran causadas por patógenos

Quien zanjó este debate fue Koch, que demostró que sin la presencia de microorganismos no se producían ciertas enfermedades. En su caso, lo probó con la tuberculosis y logró vincular su causa con el bacilo que la provoca. Esto le valió el Nobel de Fisiología y Medicina en 1905. 

Con sus conclusiones, escribió los llamados Postulados de Koch o criterios que debían darse para que un microorganismo fuera aceptado como la causa de una dolencia: 

• El organismo debe encontrarse en pacientes enfermos, pero no en personas sanas.
• Debe ser posible extraerlo del huésped y cultivarse en un medio puro.
• El organismo aislado debe poder reproducir la enfermedad original al introducirlo en un huésped sano.
• Al analizar el nuevo huésped, este debe presentar exactamente el mismo organismo.

Aun así, Arrizabalaga apunta que también hay otros factores aparte del microorganismo que pueden agravar o fomentar una enfermedad infecciosa, como el estado del sistema inmune del paciente y las condiciones en las que vive. “Sin embargo, esto no prueba la llamada teoría del terreno. Siguen siendo producidas por un patógeno”, concluye.