Si bebo agua de botella, ¿estoy tragando plástico o tóxicos ocultos? La respuesta no es sencilla, pero no hay peligro
Comemos y bebemos plástico cada día. Tanto como el equivalente a ingerir una tarjeta de crédito a la semana, según se presentó en un estudio muy estimativo encargado por WWF. El plástico es útil y omnipresente, también en la industria alimentaria, que tiene un aliado para la preservación de productos. Vivir en un mundo plastificado tiene consecuencias: este material tan duradero se va fragmentando con los años y convirtiendo en microplásticos. Hay indicios de que cuando lo respiramos o ingerimos, alguna parte termina alojada en nuestros tejidos y afecta a nuestra salud. Aunque no sea un peligro inminente.
A eso se suman los aditivos, hay más de 10.000 en uso. Desde bisfenoles (para hacer plásticos rígidos) a ftalatos (para hacerlos flexibles). Algunos han demostrado toxicidad pero en circunstancias experimentales muy concretas o con modelos animales. Otros alteran a nuestro sistema endrocrino o inmunitario. Están por todas partes, pero ¿hay peligro real en el plástico del aire o el agua?
“No hay que vivir con la preocupación de que tengamos contaminación o exposición cero”, explica en este capítulo de Tampoco es el fin del mundo la investigadora química del Instituto de Diagnóstico Ambiental y Estudios del Agua (IDAEA-CSIC), lleva tantos años estudiando a los plásticos, sus aditivos y la salud. Le preguntamos sobre el peligro o riesgo real de cuatro situaciones cotidianas en la que nos exponemos al plástico, por tierra, agua o aire. ¿Hay alternativas más saludables o sostenibles? ¿Hay algún aditivo que sea un peligro para algún grupo de población? ¿Y qué pasa desde el punto de vista ambiental? Preguntamos a la doctora en este capítulo del pódcast Tampoco es el fin del mundo.
El riesgómetro de los plásticos cotidianos
Escucha la entrevista completa y la historia sobre cómo una invasión de gusanos accidental sirvió para que Federica Bertocchini (Pasticentropy) descubriera unas prometedoras enzimas que degradan en plástico en poco tiempo. También, cómo Cinta Porte (IDAEA-CSIC) y sus colegas hallaron que la descomposición de bolsas vendidas como ‘sostenibles biocompostables’ deja más tóxicos que las convencionales, aunque eso no significa que no sean útiles ni tóxicas. Por qué el vertido de pélets del Toconao no se consideró ‘mercancía peligrosa’ ni es algo excepcional, de la mano del zoólogo de Greenpeace Manoel Santos. Y cómo, vertidos aparte, Melanie Bergmann descubrió tapones de FontVella de España en el Ártico. Narrado, guionizado y sonorizado por Mario Viciosa con la producción de Xulio Rodríguez. Suscríbete en tu plataforma favorita.
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