Los barones se dividen a favor y en contra de Sánchez mientras Díaz medita si dar el paso para relevarle
El Comité puso límites muy claros a la determinación del secretario general de pactar con Podemos y otras fuerzas de la izquierda parlamentaria y nacionalistas para articular una alternativa de Gobierno al PP y a Ciudadanos. Sánchez no podrá negociar con ellos si previamente no renuncian al referéndum que defienden para Cataluña. Pero esa opción sigue estando ahí y, por eso, Díaz ha utilizado su mensaje de Fin de Año a los andaluces para reivindicarse en clave nacional subrayando la necesidad de “preservar la unidad de España” y enviando un recado a la formación de Pablo Iglesias: “Debemos combatir a aquellos que intentan dividir España territorialmente”.
Con el telón de fondo del debate sobre las alianzas postelectorales, el futuro del PSOE depende de la decisión que adopte Susana Díaz en cuanto a forzar la celebración del congreso federal en febrero o marzo y meterse en la pelea por la secretaría general. Para ello tiene que valorar sus apoyos y despejar dudas sobre la estabilidad futura del partido en Andalucía y del Gobierno andaluz. Los barones alineados con su diagnóstico de pactos, unidad del Estado y futuro del socialismo eran, inicialmente, los de Extremadura, Castilla-La Mancha, Asturias y Valencia aunque, en este último caso, Ximo Puig ha dado un paso atrás. “Yo sería firme partidario de que hubiera un acuerdo como aquí”, dijo en una entrevista a ‘El País’ en referencia al acuerdo con Compromís que a él le permite gobernar. A la pregunta de si sería partidario de negociar a pesar del referéndum en el caso de que hubiera una mayoría de izquierda, respondía: “Ese elemento estaría ahí y habría que trabajar para que Podemos renunciara a ello. Pero el planteamiento es que no se dan las cifras. La suma no sale”.
Entre los más afines a las tesis de Díaz sigue figurando el presidente del Principado de Asturias, Javier Fernández, que en su mensaje de Fin de Año que la alternativa al PP no puede pasar por “trocear la soberanía nacional”. Otro de los críticos con Sánchez, el presidente de Castilla La Mancha, Emiliano García Page, también ha matizado su postura. Se ha atrevido a señalar que Susana Díaz sería un buen cartel electoral para el PSOE, aunque inmediatamente ha templado gaitas al añadir: “y Pedro (Sánchez) también”. García Page ha considerado en un entrevista en el diario ‘El Mundo’ que hoy nadie dentro del partido está planteando la dimisión del secretario general, a pesar de que el resultado del 20D “es malo”. En sus declaraciones, ha señalado que si en un futuro cercano hubiera elecciones, el secretario general del PSOE, Pedro Sánchez, “ha dejado muy claro que quiere concurrir” y, por el momento, “no conozco una alternativa a esa”. Y se ha tomado la libertad de recomendar a la presidenta de Andalucía “que se quedara en Andalucía esperando acontecimientos o más derrotas”.
En contra de Sánchez por ser uno de los damnificados de la nueva dirección se ha pronunciado el exportavoz del PSOE en el Ayuntamiento de Madrid, Antonio Miguel Carmona, quien ha considerado que “cualquier dirigente que tiene resultados malos tiene que asumir responsabilidades” y en este sentido, ha opinado que tras el resultado de las generales, “alguna responsabilidad hay que asumir”. Carmona ha pedido que se convoque cuanto antes el Congreso del PSOE y ha incidido en que esas responsabilidades “tendrán que dirimirlas Pedro Sánchez y la Ejecutiva” así como la militancia. “Convoquemos el congreso y que las responsabilidades las diriman los militantes del partido y que los 200.000 militantes del PSOE en España y los 15.000 de Madrid decidamos”, ha señalado.
Claramente a favor del secretario general se ha manifestado el diputado electo del PSOE Rafael Simancas, quien ha comentado que 15.000 militantes socialistas en Madrid y 200.000 en el resto de España apoyan a Pedro Sánchez y respaldan su proyecto para formar un “Gobierno del cambio” si fracasa en ello el candidato del PP, Mariano Rajoy. Simancas se ha referido así a la petición expresa de dimisión del líder del PSOE por parte de 500 militantes socialistas de Madrid. Sobre el congreso, Simancas ha augurado que no es factible antes del 21 de marzo y que se celebrará “una vez que se resuelva la situación institucional del país”, pues la “secuencia lógica” es que el PSOE concentre su atención primero en los españoles y después en el partido”.
También ha mostrado cierta comprensión con Sánchez el portavoz socialista en el Senado, Óscar López, al considerar que “se ha producido un debate desmesurado” en el PSOE ante la posibilidad de retrasar el congreso del partido porque lo que propone la dirección es “desvelar en primer lugar la gobernabilidad del país”. “Después celebramos el congreso, estamos hablando sólo de unos meses”, ha señalado. López ve “razonable” cambiar el escenario interno para poder resolver el externo y ha afirmado que lo prioritario ahora es la “gobernabilidad del país” en un escenario “complejo, nuevo” con el que “hay que aprender a convivir” aunque, según ha dicho, el PSOE “no renunciará a sus principios”. En este sentido, ha reiterado que el PSOE no votará a Rajoy en la sesión de investidura y si después le toca intentar formar gobierno a Pedro Sánchez, éste hablará con todas las formaciones, pero no dialogará con Podemos “si no retiran las condición previa de celebrar referéndum de autodeterminación en Cataluña”.
Una decisión largamente meditada que no acaba de cristalizar
Pedro Sánchez fue elegido secretario general del PSOE a finales de julio de 2014 y apenas disfrutó de un par de meses el periodo de gracia. En septiembre, el PSOE andaluz empezó a cuestionar algunas de sus actuaciones y, desde entonces, el pulso entre el líder y Susana Díaz ha estado siempre presente con mayor o menor intensidad, según las circunstancias. Ahora, el entorno de Díaz admite que a corto o medio plazo podría aspirar a ser la candidata socialista a la presidencia del Gobierno. En tal caso, se resolvería la crisis socialista a nivel nacional pero se abriría otro boquete en Andalucía. Durante el año largo que se ha especulado con que Díaz se pusiera al frente del partido como secretaria nacional, no se ha descartado que pudiera compatibilizar el cargo con la presidencia de la Junta de Andalucía. No sería la primera presidenta autonómica que lo hace, aunque en el caso de María Dolores de Cospedal, secretaria general del PP y presidenta de Castilla-La Mancha hasta hace unos meses- la duplicidad de responsabilidades le ha provocado auténticos quebraderos de cabeza dentro de su partido. La cuestión es que para Díaz esa sería solo una solución provisional, sobre todo si pretende ser candidata a la Presidencia del Gobierno.
La ley del Gobierno de la Comunidad Autónoma de Andalucía establece en su artículo 16 que “el ejercicio de la Presidencia de la Junta de Andalucía es incompatible con cualquier otra función o actividad pública que no derive de aquélla, salvo la de diputado o diputada en el Parlamento de Andalucía”. Teniendo en cuenta que Díaz gobierna gracias a un pacto con Ciudadanos, sustituirla puede contribuir a desestabilizar la situación. Según el artículo 118 del Estatuto de Autonomía, “el Presidente de la Junta será elegido de entre sus miembros por el Parlamento”. Es decir, que habría que proceder a una nueva votación de investidura para la que habría que renegociar el respaldo del partido que propició que saliera adelante la de Susana Díaz. Quizá por eso, viendo la que se le viene encima, el presidente de C’s en Andalucía, Juan Marían, comentaba hace un par de días: "No sé cuáles serán realmente sus intenciones, pero mi sensación es que tiene intención de agotar la legislatura".
También Susana Díaz se ha llenado la boca proclamando su fidelidad a su tierra y su deseo de permanecer en ella desempeñando las funciones para las que ha sido elegida. "Yo quiero ser la presidenta de Andalucía porque es mi pasión, mi compromiso, y aquí me quedo porque es aquí donde quiero estar", le hemos escuchado decir en numerosas ocasiones. Cuando su debate de investidura, a principios de mayo, el PP ya le reprochaba que antepusiera sus intereses personales y de partido a los de los andaluces, ella le devolvió el golpe a Juanma Moreno con estas palabras: “A mí no me han nombrado a dedo, no me han mandado a Andalucía”. Ahora, si viene a Madrid para ser secretaria general y cartel electoral, tendrá que pasar por el congreso ordinario del partido y por unas primarias en las que decidan los militantes. De esa manera se enmendaría la “victoria robada” que Eduardo Madina tanto le ha reprochado a Sánchez un liderazgo que consiguió solo porque Díaz no se atrevió a dar el paso en las primarias de 2014.
Entonces la política andaluza se echó para atrás y ahora sigue dudando y tanteando el terreno que pisa. Desde fuera del partido, también se mira con expectación al Palacio de San Telmo, pensando que de lo que decida finalmente Díaz puede depender la gran coalición que anhelan los sectores que como el financiero reclaman una garantía de estabilidad del país y alejar los fantasmas que asocian a Podemos. En el PP se piensa que si Susana Díaz lleva las riendas del partido será más fácil tejer una alianza, aunque ella también tendría que dar un giro de 180º respecto a posturas defendidas no hace tanto tiempo.
Durante la última campaña electoral, fuentes del PP admitieron que el día después de acudir a las urnas se abriría un “periodo diabólico” en el que sería difícil aventurar o descartar nada, incluida una gran coalición del PP con el PSOE. Inmediatamente, el número dos de Díaz en el PSOE andaluz, Juan Cornejo, precisó: "Tenemos que ser coherentes porque sabemos que las políticas del PP son las culpables de cuatro años del sufrimiento de miles de familia, y nos hemos comprometido con los ciudadanos en que queremos cambiarlas. De hecho, intentamos con humildad hacerlo en Andalucía. Por tanto, con el PP ningún tipo de acuerdo va a ser posible". La propia presidenta escribió esto en su cuenta de Twitter: “Patético y de perdedores que el PP sugiera una coalición con el PSOE. Más que nunca hay que derrotarlos para que España cambie”.
La contundencia de estos mensajes suena a portazo a cualquier maniobra de acercamiento al partido de Rajoy. Pero, ante una situación de emergencia nacional como la que se produciría si Artur Mas es finalmente investido ‘president’ y sigue adelante con su hoja de ruta hacia la independencia de Cataluña, no se podría descartar nada. En el caso de que el PSOE no quiera comprometerse con políticas que no comparte, siempre podría limitarse a facilitar la investidura de Rajoy y reservarse la capacidad de pactar puntualmente iniciativas parlamentarias o no. Eso, siempre que en unas hipotéticas nuevas elecciones no se produzca el temido sorpasso de Podemos y el PSOE quede relegado a tercera fuerza política.
En cualquier caso, el tiempo vuela y los socialistas necesitan resolver su nueva crisis cuanto antes. Díaz ha pedido que el 39 congreso del PSOE se celebre en febrero, que es “cuando toca”, pero en una hábil maniobra para no aparecer como la rival que acabó con la carrera de Sánchez, no fue ella quien lo solicitó ante el Comité Federal del lunes. Lo hizo el asturiano Javier Fernández e incluso fue él quien, flanqueado por la presidenta andaluza, hablo con los medios a la salida de la reunión previa que el secretario general mantuvo con los barones. Un día después, Susana Díaz no pudo escapar de los micrófonos y dejó claro lo que piensa: “Sobre el congreso, otros compañeros lo han dicho antes que yo. Somos un partido que tiene unos estatutos y el congreso se hará cuando toque, cuando lo marcan los estatutos”.
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