Elon Musk consigue por primera vez volar con éxito su megacohete Starship, pero se desintegra durante la reentrada
A la tercera va la vencida, dicen. El cohete gigante de más de 120 metros de altura de Elon Musk con el que espera llevar a las próximas tripulaciones humanas a la Luna y a Marte al menos ha cumplido el refrán. Porque, por primera vez, Starship no ha acabado explotando a los pocos minutos del despegue, como sí ocurrió durante las otras dos pruebas anteriores. Y aunque no han conseguido todos los hitos planeados (las reentradas de las dos etapas han sido descontroladas, en lugar de los amerizajes suaves que se esperaban), sin duda este test es todo un espaldarazo a los planes de SpaceX y a su reputación de cara a la NASA, su principal contratista. El plan era el siguiente: la compañía de Musk había preparado un vuelo más corto que para las anteriores pruebas, cuya duración estaba prevista en 90 minutos. Quizá porque los dos test previos acabaron en explosiones a los pocos minutos del despegue, esta vez la idea era un viaje de 65 minutos en el que alcanzaría velocidad orbital en el espacio y concluiría con la etapa superior de Starship amerizando de forma controlada sobre el Océano Índico. Este destino es mucho más cercano que el Pacífico, el océano en el que las anteriores pruebas habían puesto la meta después de casi dar una vuelta a la Tierra. «Esta nueva trayectoria de vuelo nos permite intentar nuevas técnicas como la quema de motores en el espacio mientras maximizamos la seguridad pública», señalaron en un comunicado desde la empresa . El propulsor SuperHeavy (la etapa base), debería también posarse en el mar de forma suave a pocos metros de Boca Chica, en el Golfo de México. La duración y el lugar de amerizaje no fueron las únicas novedades. En este caso, SpaceX señaló que su objetivo era «aprovechar lo aprendido» y, dando por seguro que las etapas se separarían, «abrir y cerrar la puerta de carga útil de Starship», una escotilla que, según anhela la compañía para un futuro no muy lejano, sirva para dejar en el espacio la carga útil que transporte el megacohete en sus próximas misiones espaciales. Además, se intentaría el primer encendido de motores Raptor montados sobre este cohete (este tipo de propulsores ya se utilizan en los exitosos modelos Falcon de la compañía), además del trasvase de combustible en pleno vuelo. La compañía, consciente de lo ambicioso de su plan, volvió a dejar claro que contemplaban un escenario fuera del idílico. «La segunda prueba de vuelo de Starship logró una serie de hitos importantes y proporcionó datos invaluables para continuar desarrollando rápidamente Starship», apuntó SpaceX, recordando cómo el segundo vuelo consiguió una separación exitosa de las dos etapas (algo que no logró la primera). «Cada una de estas pruebas sigue siendo solo eso: una prueba. No ocurren en un laboratorio o en un banco de pruebas, sino que colocan hardware de vuelo en un entorno de vuelo para maximizar el aprendizaje». Emoción hasta el final La primera parte del plan, con la etapa SuperHeavy como protagonista, fue como la seda: la totalidad de los 33 motores que alzaron al espacio al megacohete se encendieron y llevaron hasta los 95 kilómetros de altura al 'monstruo', que se separó tal y como estaba previsto cerca de los tres minutos después del despegue. La etapa base entonces dirigió su camino hacia donde estaba planeado, al Golfo de México, en el Océano Atlántic. Las cámaras retransmitieron cómo SuperHeavy se colocó para un amerizaje suave, si bien en el último momento pareció caer de forma descontrolada. «Esto es una prueba y, hasta ahora, está siendo un éxito», recordaban desde la emisión en directo los comentaristas de SpaceX. Mientras, Starship siguió su camino al espacio, alcanzando los 230 kilómetros de altura. Completó con éxito, además, la demostración de la puerta de carga útil. Después, llegó el momento crítico del encendido de sus seis motores Raptor en el espacio, una de las maniobras más complicadas de la prueba. Aunque la nave en un primero momento se puso en posición vertical para un amerizaje suave, durante la reentrada se pudo observar cómo osciló en una trayectoria sin control. Aún así, los vítores y los aplausos no cesaron desde las primeras imágenes de Starship en el espacio y la separación de las etapas. Y todo a pesar de que la comunicación con la nave se cortó de raíz durante la reentrada (aunque en la retransmisión las cámaras fallaron en varios puntos, pero no así la información de telemetría, que indicaba la velocidad y altitud de las diferentes partes del cohete). «Todo parece indicar a que hemos perdido la nave», señalaban desde SpaceX después de diez agónicos minutos sin noticias de Starship. «Aún así, centrémonos en que hoy ha sido un gran día y que toda la información que hemos recabado nos ayudará mucho en las siguientes pruebas». Los siguientes pasos La idea es que Starship sea una nave totalmente reutilizable, y que lo hoy ha sido un amerizaje descontrolado en el mar, se convierta en una maniobra impecable sobre una plataforma marítima en la que se recuperen las dos etapas. Sin embargo, se contempla el plan alternativo de configurarla para que algunas de su partes sí que sean de un solo uso, con lo que la carga útil se podría aumentar de 150 a 250 toneladas. El objetivo es utilizar esta nave para llevar a los astronautas de la misión Artemis 3 a pisar la Luna de nuevo. Un lanzamiento retrasado hasta septiembre de 2026 , en parte porque Musk no tiene a punto aún su cohete. Aparte, quiere usar su nueva nave para, al menos, tres vuelos espaciales privados, dos de ellos para transportar a los primeros turistas espaciales que orbitarán nuestro satélite. De hecho, algunos de los billetes para dar una vuelta a alrededor de nuestra vecina ya están vendidos. MÁS INFORMACIÓN noticia No Resuelto el enigma del origen de Fobos y Deimos, las misteriosas lunas de Marte noticia No Las ballenas hembra viven hasta 40 años más: la ciencia da con el motivo Starship es también el cohete más grande jamás construido, con una altura 120 metros y el doble de potencia que el Space Launch System (SLS), el cohete de la NASA que ahora mismo se está utilizando en el programa Artemis, y que ostenta el actual récord de magnitud. Sin embargo, la intención de SpaceX es ampliarlo en el futuro otros diez metros más, según adelantó Musk hace un año, por lo que puede que el gigante Starship aún guarde algunas 'explosivas' sorpresas.