Un paseo por una playa constituye un verdadero placer para nuestros sentidos. Desde la brisa marina que nos susurra al oído, mientras observamos el vaivén de las olas, hasta el sol , que con su luz dorada tiñe cada grano de arena, pasando por las olas de espuma blanca , que nacen y mueren en un ciclo eterno. De todo esto, quedémonos, por unos instantes, con la arena de la playa . Desde un punto de vista geológico está compuesta principalmente por fragmentos de rocas y minerales, siendo los más comunes el cuarzo, los feldespatos, las micas, los minerales pesados y los fragmentos de conchas y esqueletos marinos. El componente más abundante de la arena de la playa es el cuarzo, formado por dióxido de silicio (SiO2). Se trata de un mineral duro y resistente que, a su vez, puede provenir de diferentes tipos de rocas, como el granito, el gneis y la arenisca. Los feldespatos son el segundo componente más común en la arena, son minerales que contienen aluminio, silicio, potasio, sodio y calcio, y que se encuentran en rocas ígneas, metamórficas y sedimentarias. En cuanto a las micas, las más comunes en la arena de nuestras playas son la muscovita y la biotita. Finalmente, en el grupo de minerales pesados encontramos a aquellos que tiene una densidad superior a 2,5 g/cm3, como la magnetita, la ilmenita y el zircón. Estos minerales se encuentran en pequeñas cantidades en la arena y pueden provenir de diferentes tipos de rocas. La arena se define como partículas de roca o minerales con un tamaño de grano comprendido entre 0,063 mm y 2 mm de diámetro. Los granos de arena más pequeños -de menos de 0,063 mm- se denominan limo, mientras que los más grandes -de más de 2 mm- se denominan grava. En cuanto al color de la arena de la playa, depende de la composición mineralógica de las rocas de las que proviene. La arena de color blanco suele estar compuesta principalmente por cuarzo, mientras que la arena de color marrón o rojizo puede contener óxidos de hierro. La arena negra o volcánica suele estar formada por fragmentos de basalto y otros tipos de rocas volcánicas. Caminar descalzo por la arena caliente de la playa puede ser una experiencia agradable, pero también puede resultar incómoda e incluso dolorosa si la arena está demasiado caliente. Esta sensación de quemazón se debe a una transferencia de calor, y es que la arena, al igual que cualquier otro material, tiene la capacidad de absorber y almacenar energía en forma de calor. Los factores que influyen en su temperatura son la radiación solar, la composición de la arena, la humedad de la misma, su granulometría y el viento que sople en ese momento en la playa. La principal fuente de calor para la arena, evidentemente, es la radiación solar , cuanto más intensa sea la luz solar más se calentará. En cuanto a la composición, la arena de colores más oscuros -como la negra o volcánica- tiende a absorber más calor que aquella que tiene colores claros. Seguramente que todos hemos podido comprobar en alguna ocasión que la arena seca retiene el calor de manera más eficiente que la arena húmeda y que el agua actúa como un regulador de temperatura, absorbiendo parte y dificultando su transferencia a nuestros pies. En cuanto a la granulometría, la arena fina tiene una mayor superficie de contacto con la piel, lo que significa que puede transferir calor de manera más rápida y eficiente que la arena gruesa. El último factor es el viento, por un lado, puede contribuir a la evaporación del agua de la arena, lo que la hace más seca y receptiva al calor solar y, por otro, puede ayudar a disipar el calor de la arena, lo que la hace menos caliente. Regresemos a nuestro paseo y disfrutemos de ese paisaje cambiante y fascinante que invita a la reflexión, a la calma y a la contemplación, al tiempo que nos recuerda la fragilidad de nuestro planeta.