Rolad Dahl escribió en 1945 su famoso cuento 'La Cata' en el que, de una forma divertida y mordaz, describe una cena en torno a un gran vino de Burdeos, catado sin que se vea la etiqueta para que uno de los asistentes trate de adivinar a ciegas . Está en juego la mano de la hija del anfitrión, seguro de que la calidad del vino es suficiente como para que pueda ser localizado pero nunca adivinado en su totalidad. Publicado por primera vez en Ladies Home Journal, unos años después salió de nuevo en The New Yorker , lo que demuestra que ya a mediados del siglo pasado era un asunto que despertaba interés. Desde entonces, ese interés no ha dejado de aumentar entre los amantes del vino , aunque afortunadamente los premios han cambiado. Hoy en día existen en nuestro país diferentes formatos y concursos que permiten poner a prueba los conocimientos así como ganar cuantiosas cantidades de dinero y reconocimiento . Los más importantes son el Premio Vila Viniteca de Cata por Parejas y el Campeonato de España por equipos. La última edición del Premio Vila Viniteca de Cata por Parejas, la decimosexta, se celebró el 3 de marzo pasado en la Casa Llotja de Mar , de Barcelona. Este certamen tiene lugar de forma alternativa en Madrid y Barcelona . Su éxito es tal que el primer impedimento resulta inscribirse, de hecho este año en tres minutos se habían apuntado las 120 parejas de cata, 240 plazas en total. Es comprensible teniendo en cuenta que, a pesar de que la inscripción cuesta 150 euros por persona, está en juego ganar 30.000 euros en el primer premio, 7.000 euros los segundos clasificados y los 3.000 euros los terceros. La singularidad del concurso radica en el hecho de catar a ciegas y a dúo, y tener que consensuar las respuestas sobre el origen, el tipo de uva, el elaborador o la marca, entre otros parámetros, de siete vinos en la fase clasificatoria, y luego otros siete en el caso de quedar entre las 10 parejas que pasan a la gran final. Rosa Aguado , responsable del Departamento I+D+i de Vila Viniteca , afirma que «es un reto organizativo, ya que cuidamos al máximo todos los detalles, la selección de los vinos, la puesta en escena, el servicio (los tempos, la copa, la temperatura) y se hace con absoluta confidencialidad. Un gran equipo de sommeliers prepara los vinos meticulosamente para que todas las copas sean homogéneas. Contamos con un jurado de gran nivel y un notario que certifica la rigurosidad de todo el proceso . El premio es excepcional. Todo esto posiciona el concurso como un referente». El éxito es evidente, con aficionados que se desplazan para concursar de todas partes del mundo. A lo largo de estas dieciséis ediciones , el cambio ha sido evidente. «En la primera edición en Barcelona se inscribieron algo más de ochenta parejas, lo cual fue un gran éxito para un evento privado totalmente novedoso. No había ningún concurso de características similares. Y a partir de entonces, las inscripciones se agotan cada vez en menos tiempo», comenta Aguado. No hace falta dedicarse de forma profesional al mundo del vino para participar, pues el premio «responde a la inquietud que siempre ha tenido Quim Vila de fomentar la cultura del vino, no solo a nivel profesional. Así, el concurso está abierto a todo tipo de público , con un perfil de catadores muy variado: sumilleres, restauradores, viticultores, enólogos , bodegueros y aficionados. Además, contribuye a incrementar el interés por probar y descubrir vinos, compartirlos y disfrutarlos con amigos», añade. Según explica la organización, los vinos elegidos para el concurso son de una gran diversidad de estilos, zonas, variedades, elaboradores, aunque todos bajo criterios de calidad y tipicidad. No hay un esquema encorsetado, cada año es distinto. Para ellos, su éxito se debe a su «singularidad. El hecho de hacerlo en pareja y tener que consensuar las respuestas es uno de sus atractivos. Es un punto de encuentro en una competición entre los participantes, que se preparan meses antes. También es una oportunidad de catar algunos vinos especiales y poner a prueba las habilidades y los conocimientos. Finalmente, el premio: con una dotación económica única y el prestigio que da ser ganador». Daniel Monsonis es propietario de la distribuidora Eclèctic Vins y uno de los responsables de la organización del Campeonato de España de Cata por Equipos junto a Philippe Cesco (Arrabal 18), y José Luís Aragunde (Ribeira de Fefiñans). Este año la sede ha sido la bodega Pago de Carraovejas, en Peñafiel, y los ganadores el equipo llamado 'Terroir a ciegas', compuesto por Josep Gallego, David Carril, Juan Luis Vanrell y Felipe Pardo. Ellos representarán a España en el 'Campeonato del mundo de cata' que se hará en Burdeos el próximo octubre. En la quinta edición celebrada este año, la competición ha contado con récord de participación con un total de 35 equipos. Todos los grupos, de entre tres y cuatro integrantes, tuvieron que descubrir la variedad de uva, país, denominación de origen, productor y añada de los ocho vinos que se cataron a ciegas. Para Monsonis, el principal reto es organizativo, ya que «empezamos con muy pocos medios y poco a poco gracias al apoyo de colaboradores y los anfitriones que cada año se vuelcan con el evento, el campeonato va creciendo, con un estilo y una identidad propia, y se va consolidando como una de las fechas señaladas en el calendario 'wine lover' . El entusiasmo y el nivel de los participantes hacen que nos compense robarle muchas horas a nuestros propios negocios e intentar que cada edición sea mejor que la anterior». El hecho de catar en equipo es un aliciente «a imagen y semejanza del Mundial de Cata. Cada país tiene sus propios campeonatos nacionales y en parte nuestro objetivo es que el equipo que vaya al Mundial esté en condiciones de competir. En los últimos tres mundiales España hizo dos podios y un cuarto puesto», afirma el creador del certamen. Sin embargo, entraña desafío. «Si poner a dos personas de acuerdo puede llegar a ser complicado, con cuatro la dificultad aumenta –explica–. Catar juntos con asiduidad ayuda, igual que catar variado. Tener acceso a vinos más caros no supone una ventaja en nuestro campeonato, donde el tipo de uva es la variante con más peso. La cata a ciegas es un ejercicio de desarrollo sensorial , una forma lúdica de compartir alrededor del vino que a veces se convierte también en una cura de humildad». El sumiller Alberto Ruffoni y Boris Olivas, catador de la Guía Peñín, se hicieron con el podio del Premio Vila Viniteca de Cata por Parejas en 2022 y este año quedaron segundos del Campeonato de España formando equipo con Jacobo García y Álvaro Alcalde . Para Ruffoni, lo más importante al catar a ciegas es «relajarte, es una actividad lúdica, especialmente cuando se hace en equipo. En ocasiones tiene más que ver con la percepción que con el estudio, muchas veces los recuerdos no están mediados por la razón y hay que agarrarse a aquello que te asalta de forma espontánea». La clave del éxito, en su opinión, radica en «tener la confianza suficiente con tus compañeros, no tener miedo a equivocarse ni al ridículo ya que en la mayoría de las ocasiones te equivocas». Sin duda, catar a ciegas es un ejercicio para poner a prueba los conocimientos, pero además tiene un componente social y lúdico que lo convierte en adictivo, aún sin ser un experto.