Carlos García Mayoralas (Areia): «He tenido la suerte de que en mi casa se comía muy bien»
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Junto a Pablo Berzosa como jefe de cocina -y el resto de su equipo-, proponen una vuelta a las recetas de la alta cocina clásica, con un servicio refinado y distendido que evoca al clasicismo de los restaurantes de antaño. Una propuesta que ha sido galardonada con su primer Sol Repsol este 2024 y que ha encandilado a bon viveurs de todas partes del mundo, con especial mención al público malagueño que ha acogido este proyecto con mucho cariño.
Hostelero de cuna, Carlos ha vivido la restauración desde sus primeros pasos de vida. Un camino que parte de un pequeño pueblo de su Toledo natal en el que ha ido forjando una nutrida trayectoria profesional cargada de experiencias en restaurantes de prestigio y hoteles de lujo.
Hoy se sienta a la mesa de GURMÉ para desvelarnos algunos de sus antojos gastronómicos y responder a nuestras preguntas para conocer los detalles de su recorrido.
- Al hacer la compra siempre olvida…
- La leche, siempre me acuerdo en el coche.
- En su mesa nunca falta…
- Aceite de oliva.
- ¿Asar, freír o cocer?
- Asar.
- De todas las especias de la cocina, ¿cuál se llevaría a una isla desierta?
- Pimienta.
- Su bocadillo favorito es de…
- El serranito.
- Y a usted, ¿de qué le dan la lata?
- Cuando voy a restaurantes para elegir el vino.
- Puestos a maridar, ¿con qué no se casa usted?
- No tengo ninguna manía y me gusta probar todo. Es cierto, que una vez probado, huyo mucho de marcas, digamos, de dudosa calidad.
- Si se derrama vino en la mesa, ¿qué hace?
- Limpiarlo y echar más vino en la copa.
- Improvise una cena en un periquete…
- Algo rápido sería jamón, queso, conservas y un par de ensaladas donde no puede faltar un buen asadillo manchego.
- Su bar de siempre, al que siempre vuelve…
- A mi casa. El bar-restaurante Esteban, en Urda.
- Una tapa clásica que le da pena que esté desapareciendo.
- Mollejas, y sobre todo bien preparadas, está en peligro de extinción.
- Una tapa moderna que no debería existir.
- Acabamos antes con cual debe existir. En cuanto a tapas, hasta el día de hoy, tiene mucha más trascendencia lo clásico que lo moderno.
- El final más dulce que recuerda…
- Muchos, he tenido la suerte de que en mi casa se comía muy bien. Además, como tenía muchas cosas a mano, había épocas de flan, natillas, tartas varias, arroz con leche, y cuidado, que se habla poco de preparar un buen pijama a compartir para terminar, y fue un postre que marcó una época.
Sala de AreiaSobre Carlos García Mayoralas
El matrimonio de Carlos García Mayoralas con la gastronomía es una historia de amor que nace en la infancia. Lleva la hostelería en el tuétano y es una vibra que ha entrado en su vida, como diría la canción de Serrat, «con la leche templada y en cada canción».
Hijo de hosteleros, Carlos hacía sus primeros pinitos en el restaurante que sus padres tenían en Urda, un pequeño pueblo de Toledo, desde bien pequeño, aprendiendo los qués y paraqués del oficio.
Con los años y tras estudiar en la Escuela Superior de Gastronomía y Hostelería de Toledo, comenzó a trabajar en hoteles tan emblemáticos como el hotel Ritz de Madrid y Londres, así como en la cadena Hilton. Hoteles de lujo que sentaron unas bases sólidas hasta su llegada a Calima, en Marbella, primero como jefe de sala, y después como director del restaurante Dani García en Puente Romano, o de Saddle en Madrid.
Su amplia trayectoria ha encontrado finalmente un adecuado y preciso desenlace en su proyecto más íntimo: Areia. Esta aventura significa su retorno a la ciudad donde desarrolló su carrera profesional y donde se asentó con su familia.
Ubicado en pleno centro de la ciudad, Areia es una ambiciosa iniciativa que pretende recrear la opulencia de los restaurantes de lujo de la edad dorada de Marbella.